Los cachorros lactantes son muy sensibles a enfermedades, problemas ambientales, etc. La etapa de lactancia estricta (las tres primeras semanas de vida) es particularmente crítica.

Las estadísticas revelan que es en esta fase cuando mueren más cachorros. La mayoría de particulares conocen a su mascota cuando ya ha superado esta etapa, pero podemos encontrarnos con cachorros huérfanos o separados precozmente de sus madres. Los peligros que se ciernen sobre estos cachorros lactantes, a edad tan temprana, son básicamente tres: hipotermia, deshidratación e hipoglucemia.

La hipotermia de los neonatos

La hipotermia consiste en un descenso de la temperatura corporal por debajo de la que se considera normal. La temperatura del perro adulto es de 38,5-39 grados, pero los cachorros suelen nacer con una temperatura dos grados más baja y alcanzan los 38,5 grados a las pocas semanas de vida.

Precisamente durante los primeros días después de su nacimiento, el perro está prácticamente indefenso frente al frío ya que apenas es capaz de producir calor corporal (sus reservas energéticas son escasas). Su supervivencia va a depender del aporte externo de calor, gracias al contacto con sus hermanos y con la madre. Lo que el dueño de estos perros debe hacer es garantizar un ambiente cálido a la camada. Así, la temperatura ambiente óptima durante la primera semana de vida es de 25-27 ºC, y durante la segunda de 23-25 ºC.

Los peligros que acechan a los cachorros lactantes son básicamente 3: hipotermia, deshidratación e hipoglucemia Clic para tuitear

La deshidratación y la hipoglucemia en los cachorros lactantes

La deshidratación (déficit de líquidos en el organismo) y la hipoglucemia (concentración demasiado baja de azúcar en sangre) suelen tener el mismo origen: falta de leche materna, ya sea porque la madre no produce bastante leche para toda la camada o porque el cachorro no tiene acceso a ella. Es importante detectar cuanto antes este problema.

Además de estar pendiente del llanto que los cachorros famélicos y/o deshidratados suelen emitir, es muy recomendable pesar todos los días a toda la camada y comprobar si el ritmo de crecimiento es homogéneo. Si detectamos que uno de los hermanos no crece, o lo hace de forma mucho más lenta que el resto, será conveniente asegurarnos de que recibe su ración diaria administrándole con biberón un sustituto de la leche materna. Conviene indicar que la leche bovina y la humana tienen una composición muy diferente a la de las perras. Esta última es mucho más rica en calorías, proteínas y grasas, por lo que lo ideal en estos casos será utilizar leche maternizada canina.

Malformaciones congénitas: Un apartado a considerar en animales jóvenes, sería el de las malformaciones congénitas. Gran diversidad de anomalías morfológicas presentes desde el nacimiento están descritas en la especie canina. Entre ellas encontramos malformaciones cardiacas, oculares, esqueléticas, alteraciones de los vasos sanguíneos, y un largo etcétera de patologías que perjudican en mayor o menor medida la salud del animal.
La mayoría de estas malformaciones son poco frecuentes en la población canina (algunas pueden ser más habituales en una raza concreta, como el entropion en el Shar-Pei) y, por lo tanto, su enumeración y descripción detallada quedan fuera del objetivo de este artículo.

Extraído de: Franco Ricart López, Los problemas de salud más frecuentes en el cachorro Ateuves 5, pp. 24-29.