Enfermedades transmitidas por pulgas y garrapatas a los perros

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Las enfermedades infecciosas vectoriales están aumentando. Las diagnosticamos habitualmente mediante la presencia de signos clínicos y alteraciones laboratoriales compatibles o frecuentemente relacionados con este tipo de patologías. La prevención es fundamental para mantener la Salud Pública.

Las enfermedades transmitidas por pulgas y garrapatas incluyen un grupo de patologías causadas por numerosos patógenos (virus, bacterias, protozoos y vermes) que causan importantes problemas de salud en los perros en todo el mundo. Pueden ser transmitidas durante la fase de alimentación de los artrópodos hematófagos o, en algunos casos, cuando el propio artrópodo es ingerido por el perro.

Dificultades en el diagnóstico

La presentación clínica de estas enfermedades varía desde subclínica a muy grave, donde la severidad de los signos clínicos depende del tipo de patógeno o patógenos presentes y la respuesta inmunitaria del perro frente a esta infección. Por tanto, muchos de los signos clínicos y las alteraciones laboratoriales pueden ser útiles en el diagnóstico, aunque se debe recordar que son muy variables y, sobre todo, no son patognomónicos.

Todo esto, junto con el hecho de que muchos de estos patógenos son de difícil detección, hace que suponga un reto el diagnóstico de estas enfermedades infecciosas vectoriales. Por eso, cada vez más, es muy importante que los veterinarios clínicos adoptemos el sistema de diagnóstico basado en la lista de problemas que presenta el perro como método más eficaz y lógico. Esto implica que es necesario conocer los signos clínicos (lista de problemas) asociados a estas enfermedades vectoriales para incluirlos en el diagnóstico diferencial de muchos de los casos que tenemos en la clínica, aunque muchos de ellos son los mismos que se observan en otros tipos de enfermedades como las inmunomediadas o las neoplasias.

Enfermedades transmitidas por parásitos

Las enfermedades infecciosas vectoriales se diagnostican habitual­mente mediante la presencia de signos clínicos y alteraciones laboratoriales compatibles o frecuentemente relacionados con este tipo de patologías (fiebre, pérdida de peso, cojeras, linfoadenomegalia, esplenomegalia, uveítis, anemia, leucocitosis, trombocitopenia, hiperglobulinemia o proteinuria), junto con el uso de pruebas específicas para la detección del patógeno, aunque cada una de estas pruebas tiene ciertas limitaciones.

El diagnóstico más usado y sencillo es la detección del agente patógeno en frotis de sangre, en coprológicos, en citologías o en otro tipo de muestras, si bien la sensibilidad de esta prueba es muy variable. Sin embargo, al ser una técnica económica y sencilla de realizar, se recomienda utilizarla en la mayoría de estas enfermedades.

Las pruebas serológicas son de las más importantes y usadas para realizar el diagnóstico de la mayoría de estas enfermedades. La presencia de un título positivo medio-alto de anticuerpos junto con signos clínicos compatibles, se considera significativo. Ahora bien, como esta prueba no detecta el agente infeccioso, muchas veces no podremos confirmar si realmente ese perro está “enfermo de”, “infectado con” o simplemente “ha estado en contacto con” estos patógenos.

La aparición de las técnicas moleculares ha abierto un camino muy útil para el diagnóstico de muchas de estas enfermedades, sobre todo de los perros que están en fase de recuperación después del tratamiento o son portadores asintomáticos.

A pesar de todo esto, el diagnóstico de la presencia de alguno de estos patógenos o de las enfermedades derivadas de ellos sigue siendo complicado para el veterinario clínico.

“Un mundo, una salud”

Además, a día de hoy, esta decisión clínica pasa a ser mucho más importante en este tipo de enfermedades porque muchos de los patógenos transmitidos por pulgas y garrapatas al perro también pueden potencialmente infectar a los humanos. No hay que olvidar que en los países desarrollados el número de perros que forman parte de la familia ha aumentado exponen­cialmente.

Enfermedades transmitidas por parásitos

El concepto “Un mundo, una salud” propone una visión conjunta o global de la medicina humana, de la medicina veterinaria y de la salud ambiental diferente a la que hasta ahora se tenía, donde se consideraban disciplinas diferentes y totalmente separadas. “Un mundo, una salud” reconoce la estrecha relación que existe entre todas estas disciplinas, especialmente cuando nos enfrentamos a las enfermedades infecciosas. Está claramente reconocida la importancia del cambio climático, de los cambios en diferentes especies salvajes, del cambio de la función de los animales de compañía en la sociedad, de los viajes de las personas solas o con sus mascotas, etc., en la aparición o reemergencia de diversos patógenos y de las enfermedades asociadas a ellos. Se sabe que la mayoría de las enfermedades infecciosas nuevas o reemergentes en los humanos provienen de los animales salvajes o domésticos. Por tanto, es muy importante que el mayor conocimiento de la epidemiología, diagnóstico, tratamiento y, sobre todo prevención de estas enfermedades, se base en la integración y colaboración de las distintas disciplinas, especialmente entre la medicina humana y la medicina veterinaria.

Prevención

Con toda esta situación, la importancia del control de las infestaciones de pulgas y garrapatas en los perros mediante el uso de ectoparasiticidas es básica para reducir el riesgo que, tanto los perros como los humanos, tienen de contraer una enfermedad vectorial. Nunca hasta ahora el uso de los ectoparasiticidas en los perros había sido tan importante, no sólo porque previene la aparición de estas enfermedades en los perros, sino también porque reduce el riesgo de las enfermedades zoonóticas. Además, el control de estos artrópodos cobra aún más importancia ahora que se sabe que el riesgo de contraer una enfermedad transmitida por vectores artrópodos es directamente proporcional a la duración de la exposición a los mismos. Esto implica que es muy importante el uso de ectoparasiticidas que eliminen de forma rápida estos vectores.

Aquí los veterinarios clínicos jugamos un papel importantísimo, ya que no sólo consiste en prescribir, sino también en hacer entender al propietario la importancia real de la prevención. Por eso, no sólo tenemos que ofrecer un programa de prevención de pulgas y garrapatas adecuado a cada perro, valorando individualmente el caso, el tipo de vida, la situación ambiental o familiar en la que se desenvuelve, la zona donde habita, los posibles desplazamientos, etc.; sino que además, tenemos que hacer entender al propietario que nuestra recomendación como expertos es necesaria para obtener el máximo de eficacia en la prevención. Porque una elección incorrecta del producto o una aplicación inadecuada van en detrimento de su eficacia.

El control efectivo de la presencia de pulgas y garrapatas es el medio más importante y eficaz de prevención de estas enfermedades infecciosas vectoriales en los perros y en los humanos.

Extraído de: Xavier Roura, Enfermedades transmitidas por pulgas y garrapatas a los perros, Argos 157, pp. 41-44.

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