Síntomas y tratamiento de la intususcepción intestinal

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La intususcepción intestinal consiste en la introducción o invaginación de un segmento del intestino dentro de la luz de otro segmento adyacente. Independientemente de su causa, representa una situación de urgencia quirúrgica que requiere una actuación correcta y segura, tanto por parte del veterinario como del auxiliar.

El auxiliar es un eslabón muy importante dentro del ámbito laboral veterinario. Como enfermeros, debemos cuidar el bienestar de los pacientes en todo momento y mantenerlos con­trolados y vigilados durante su estancia en la clínica o en el hospital.

El veterinario pone toda su confianza en nosotros y en nuestro trabajo. La correcta administración de los fármacos que él elige para cada paciente con una pauta exacta que se debe seguir, un ayudante quirúrgico eficaz que se complemente bien con el cirujano, el mantenimiento de la esterilidad del material quirúrgico para que esté siempre listo y preparado en caso de urgencia, una continua información de todos los cambios y situaciones nuevas que se produzcan bien dentro de la clínica como fuera de ella, son algunas de las variadas labores que debemos realizar.

Los auxiliares debemos saber desenvolvernos bien, tanto durante la vacunación de un cachorro rutinaria como en una situación de urgencia, estemos o no avisados de ella, como pueden ser un atropello, una caída desde cierta altura, una intoxicación o, como vamos a tratar en este artículo, una intususcepción intestinal.

¿Qué es?

La invaginación o intususcepción intestinal es la introducción de un segmento del intestino dentro de otro adyacente. Es decir, una porción de intestino se introduce dentro del propio intestino. A esto se le conoce con diferentes nombres: intususcepción intestinal, invaginación intestinal o condensación intestinal, esta última menos frecuente.

Hay distintos tipos de intususcepciones, y realmente pueden darse en cualquier punto del tracto gastrointestinal, pero las más comunes son las ileocólicas y las yeyunoyeyunales.

Es cierto que la casuística de intususcepciones no es muy alta y no forma parte de la consulta diaria, sino más bien de urgencias y casos concretos, pero por ello debemos estar bien pre­parados para actuar correctamente y de forma segura cuando estas situaciones se presenten en la clínica.

Estamos hablando de una patología de alta mortalidad, que requiere cirugía de urgencia y que aun con esta, hemos de tener en cuenta que los animales pueden morir tres o cuatro días después de la intervención, por lo tanto, son pacientes que requieren cuidados intensivos.

¿Por qué se produce una intususcepción?

Normalmente una invaginación intestinal o intususcepción es consecuencia de un determinado cuadro clínico anterior.

En general, podemos decir que los pacientes con esta patología son animales jóvenes (menores de un año) que han estado enfermos, con diarreas sanguinolentas, dolor abdominal, vómitos, fiebre, depresión, etc. La intususcepción suele deberse a parasitismo, enteritis vírica (por ejemplo, un parvovirus que no mejora incluso cuando se le esté ofreciendo toda la medicación), diarreas intermitentes intratables…, entre otras.

¿Estamos ante un caso de intususcepción intestinal?

El veterinario, tras un reconocimiento general, en la palpación abdominal notará un asa intestinal engrosada.

Para el diagnóstico, es importante hacer una radiografía de contraste o una ecografía, que es una de las pruebas que permiten hacer un diagnóstico definitivo (figura 1).

Figura 1. La ecografía muestra una intususcepción transversal.

Por lo general, estos animales ya llevarán un sustento de fluidoterapia adecuado, un protocolo de medicación que habrá decidido el veterinario, un control de mucosas y fiebre y un seguimiento de las heces sanguinolentas, los vómitos y las irregularidades típicas de un animal con esta patología. Nuestro papel como auxiliares aquí es primordial, puesto que cualquier tipo de información que no traslademos a la hoja de hospitalización o directamente al veterinario, puede tener una repercusión fatal.

Es importante que el animal esté vigilado constantemente, tanto antes como después de la cirugía.

Existe la posibilidad de que se produzca un prolapso y veamos cómo el intestino sale por el recto del animal (figura 2).

Figura 2. El intestino sale por el ano del animal.

Si esto ocurre, en primer lugar avisaremos al veterinario con urgencia y después actuaremos según sus indicaciones. Si se produce una protrusión, hemos de tener en cuenta que es tejido blando, por lo que no podemos permitir su degeneración, ni que necrose, así que en todo momento mantendremos el intestino húmedo y limpio (figura 3).

Figura 3. Debemos proteger el intestino con gasas húmedas,
estériles y templadas.

Mantenimiento de la humedad

Lo ideal, hasta que el animal vaya a entrar en quirófano (se entiende que será en poco tiempo), es intentar crearle una especie de pañal húmedo.

Figura 4. Durante la cirugía irrigaremos el intestino con suero templado.

Debemos irrigar bien el trozo de intestino que se ha salido por el recto. Con suero fisiológico lo limpiaremos a conciencia para evitar cualquier tipo de suciedad que haya podido impregnarse en el intestino, lo que sería fatal, ya que el veterinario volverá a introducir dicho intestino dentro de la cavidad abdominal y cualquier tipo de cuerpo extraño, sequedad excesiva, etc. podría complicar una buena cirugía y el paciente podría desarrollar una sepsis posquirúrgica, entre otras posibilidades (figura 4). Por este motivo, el auxiliar debe estar en todo momento pendiente del buen estado del intestino que ha salido al exterior.

Un buen puñado de gasas humedecidas a conciencia con suero fisiológico pueden, una vez hayamos limpiado el intestino, usarse a modo de pañal, para protegerlo de cualquier tipo de contacto con mesas, telas, pijamas, material no estéril y, a su vez, mantenerlo húmedo.

Estaremos tratando a un animal muy deprimido y con dolor, así que es importante que su manejo sea lento, cuidadoso y delicado.

La cirugía

Manteniendo al animal estable con sustento de fluidoterapia, la protrusión intestinal limpia y húmeda, procederemos a la preparación del campo quirúrgico.

Es necesario rasurar la zona próxima a la protrusión para evitar que el pelo del animal conta­mine el campo quirúrgico. Una vez depilada la zona procederemos a su desinfección.

Tras la inducción a la anestesia y el paciente con las constantes estables, se iniciará la cirugía.

En todo momento hemos de seguir las indicaciones del veterinario que nos guiará en la intervención. Hemos de tener en cuenta que se trata de trabajar con tejido blando, extremadamente delicado.

El veterinario en cierto punto de la cirugía aplicará sobre el intestino invaginado una tracción delicada para sacar la porción de intestino que se ha introducido dentro del propio intestino. Hay que evitar una tracción excesiva para evitar desgarros.

Figura 5. El intestino debe reforzarse con sutura para evitar que vuelva a producirse la intususcepción. Se reforzará el mayor tramo posible.

Una vez eliminada la intususcepción se realizará una enteroenteropexia (reforzar el intestino con sutura) para evitar que se vuelva a producir la invaginación (figura 5).

Es importante la preparación con anterioridad de una botella de suero estéril templado, ya que es una cirugía en la que la irrigación es esencial. El hecho de que el suero esté templado es muy importante ya que, la introducción de suero frío alteraría toda la termorregulación del paciente, lo que podría tener consecuencias nefastas. Siempre comprobaremos en el dorso interno de nuestra muñeca la temperatura del suero para cerciorarnos de que no quema ni está demasiado frío.

Debe ser un suero abierto única y exclusivamente para ese animal y esa cirugía. Comúnmente el suero utilizado para irrigar es suero fisiológico, siempre que el veterinario no nos haya dado otras indicaciones.

En el caso de que la pared intestinal estuviera muy dañada, se procedería a realizar una enterectomía, que consiste en extirpar el trozo de intestino dañado y unir las partes de intestino sanas. Una vez realizada la enteroenteropexia, se procederá a cerrar al animal.

Durante la cirugía el auxiliar debe vigilar de cerca todas las constantes vitales del paciente: fre­cuencia cardiaca, respiratoria, color de mucosas, etc. y asegurarse siempre de que el suero entra a la velocidad programada y con flujo constante.

Es una cirugía delicada y cualquier anomalía debe transmitirse inmediatamente al veterinario.

El posoperatorio

El manejo posquirúrgico debe ser suave. Que el animal despierte o incluso que coma no quiere decir, en el caso de la intususcepción, que la vida del animal no corra peligro. Es muy importante ser conscientes de que aquellos animales que han sufrido intususcepciones pueden morir tres o cuatro días después de la cirugía. Incluso hay casos en los que la muerte del animal se produce a las dos semanas tras la intervención. Por lo tanto, nos encontramos ante un paciente de alto riesgo, por lo que el control del mismo debe ser extremo.

El auxiliar llevará a cabo las pautas de medicación que el veterinario haya elegido para este caso clínico en concreto. Y dejará constancia de ello en la hoja de hospitalización de forma legible y clara. Un control de la temperatura, de las micciones y defecaciones, del color de las mucosas y del estado general del paciente, es imprescindible.

Extraído de: Ana María Esteve Orts, Intususcepción intestinal, Ateuves 34, págs. 36-40.

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