La formación completa de las personas tanto individual como profesionalmente debe incluir no sólo conocimientos y habilidades, sino contar con la aplicación de los principios de la inteligencia emocional para obtener lo mejor de uno mismo. ¿La has desarrollado?
Se ha oído hablar mucho sobre la inteligencia emocional, pero muchos todavía no tienen claro a qué se refiere. David Goleman (filósofo y periodista) fue uno de los primeros en estudiar este término y en ofrecer una definición: es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, así como de motivar y manejar adecuadamente las relaciones que mantenemos con nosotros y con los demás. Si recurrimos al diccionario de la Real Academia podemos simplificarla y entenderla como la capacidad de entender o comprender las emociones (propias y ajenas).
Profundicemos en la definición a través de otros dos estudiosos, Salovey y Mayer, que la amplían: “es la habilidad para manejar los sentimientos y emociones propias y de otros, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción de uno mismo y de los demás”.
La principal novedad de este concepto es que deja a un lado las habilidades académicas o el coeficiente intelectual y afirma que una persona emocionalmente inteligente es capaz de tener mucho éxito en su vida.
Una herramienta práctica
Si reflexionamos sobre la importancia de nuestras emociones en nuestro comportamiento diario, veremos que son realmente relevantes en todos nuestros ámbitos: personal, laboral y social, aunque no seamos conscientes de ello. Por ejemplo, las emociones resultan importantes a la hora de comunicarnos con nuestros clientes. Pueden incluso ser la clave que determine el éxito o el fracaso de nuestras relaciones como “vendedores”. ¿Es acaso lo mismo hablar con alguien al final de un largo día con una carga de trabajo elevada, que dialogar con el primer cliente del día después de haber dormido bien y sin preocupaciones? Del mismo modo, el cliente se comunicará de una forma u otra en función de sus variables personales.
Ser inteligente emocionalmente no consiste en ser amable y educado, ni que vayamos contando nuestras intimidades y sentimientos profundos a los clientes. Nada más lejos. Quien tenga la capacidad primero de interpretar y segundo de expresar sus propios sentimientos de modo adecuado y eficaz, posee una gran herramienta que le permitirá obtener la colaboración de los demás para conseguir un objetivo.
La inteligencia emocional en tiempos críticos es más importante todavía. De hecho se ha comprobado que el éxito depende de más factores que la mera capacidad intelectual o la destreza técnica y sabemos que para sobrevivir y prosperar en el mercado laboral se requieren otro tipo de habilidades: se valoran cualidades internas como la flexibilidad, la iniciativa, el optimismo y la adaptabilidad. La realidad es que en el mundo laboral, y más de cara al público –como es el trabajo del auxiliar veterinario–, son imprescindibles la habilidad para trabajar en equipo y la capacidad de relacionarse con los demás. Nadie quiere trabajar junto a una persona gris, apática y negativa.
Principios de la inteligencia emocional
Goleman definió cinco principios que están interrelacionados entre sí. Indican que una persona con una buena inteligencia emocional es capaz de recibir mejor la información porque está motivado, y le resulta más sencillo retenerla, analizarla y transmitirla.
- Recepción. Se refiere a cualquier cosa que incorporemos por cualquiera de nuestros sentidos: lo que vemos, oímos, tocamos…
- Retención. Se corresponde con la memoria, que incluye la retentiva (o capacidad de almacenar información) y el recuerdo (la capacidad de acceder a esa información almacenada en un momento dado).
- Análisis. Hablamos de una competencia que incluye el reconocimiento de pautas y el procesamiento de la información. Requiere capacidad para analizar desde los aspectos globales a los particulares para llegar a una conclusión.
- Emisión. Nos referimos a cualquier forma de comunicación (verbal y no verbal), expresión o acto creativo, incluso del pensamiento.
- Control. Esta función se refiere a la totalidad de las funciones mentales y físicas y a la capacidad de autocontrolarse.
Tipos de inteligencia emocional (según Goleman)
1. Inteligencia intrapersonalEstá formada por una serie de competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos: es la llamada competencia personal.
La “conciencia de uno mismo”: es la capacidad de reconocer y entender en uno mismo las fortalezas, debilidades, estados de ánimo, emociones e impulsos, así como el efecto que éstos tienen sobre los demás y sobre el trabajo. Consta de los siguientes puntos:
- Conciencia emocional: capacidad de reconocer cómo nuestras emociones afectan a nuestras acciones y de utilizar nuestros valores como orientación en la toma de decisiones.
- Valoración de uno mismo: conocer las propias fortalezas y debilidades.
- Confianza en uno mismo: seguridad en la valoración de uno mismo y la capacidad de aprender de la experiencia.
La “autorregulación”: es la habilidad de controlar nuestras propias emociones e impulsos para adecuarlos a un objetivo, de responsabilizarse de los actos propios, de pensar antes de actuar y de evitar los juicios prematuros. Consta de varios aspectos:
- Autocontrol: habilidad de controlar nuestras propias emociones e impulsos.
- Confiabilidad o fidelidad.
- Integridad: asumir las propias responsabilidades.
- Adaptabilidad o flexibilidad.
- Innovación: sentirse cómodo ante las nuevas ideas.
La “auto-motivación”: es la habilidad de estar en un estado de continua búsqueda y persistencia para conseguir los objetivos marcados, haciendo frente a los problemas y encontrando soluciones. Lo componen tres factores:
- Iniciativa.
- Compromiso.
- Optimismo.
Un profesional de éxito no pierde el equilibrio durante las situaciones tensas (urgencias complicaciones quirúrgicas, reclamaciones, etc.), sino que en medio de la crisis mantiene su serenidad, su confianza y su responsabilidad, lo cual le permite actuar de la mejor forma.
- Emociones que hay que evitar
- Las emociones inciden directamente en nues¬tra salud física. Existen algunas que afligen y promueven o mantienen los procesos de “enfermedad emocional”, evítalas.
• La ira o rabia.
• La depresión (tristeza acompañada de una visión negativa de uno mismo).
• La ansiedad o preocupación constante y excesiva por lo que suceda en nuestra vida diaria.
• La represión.
Está constituida por otras competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con los demás: la competencia social, en la que a su vez distinguimos la empatía y las habilidades sociales.
- La “empatía” es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y saber responder en consecuencia a sus reacciones emocionales.
Esta habilidad incluye: comprensión de los demás, orientación al servicio (saber anticiparse, reconocer y satisfacer las necesidades de los clientes) y aprovechamiento de la diversidad de las personas.
- Las “habilidades sociales” constituyen la destreza en el manejo de las relaciones con los demás, en saber persuadir e influenciar a los demás.
Quienes poseen habilidades sociales en el campo de las ventas, tienen la aptitud de captar las necesidades emocionales de las personas con las que interactúan y su entorno, saben practicar la escucha activa y observar, y saben comunicarse y superar los conflictos.
Una actitud, un estilo de vida
Utilizar la inteligencia emocional no implica estar siempre contento o evitar los problemas, sino mantener el equilibrio y saber actuar ante las dificultades. Además favorece la creación de un ambiente de trabajo más agradable y estimulante.
Uno de los aspectos clave de la inteligencia emocional en el ámbito intrapersonal y con importantes repercusiones en el interpersonal es la actitud positiva o el optimismo. Practica pensamientos y sentimientos saludables:
- Sonreír: la activación de los músculos faciales produce cambios bioquímicos que modifican nuestra emoción y favorecen la salud.
- Reenfocar el problema: busca la parte positiva.
- Practicar ejercicio regularmente.
- Expresar sentimientos.
Tradicionalmente se ha relacionado el aumento en las ventas con la capacidad técnica, sin embargo la técnica en sí misma no basta; es necesario desarrollar, además, una práctica emocional. Aquella clínica consciente de que los profesionales (ATV, administrativos o veterinarios) somos personas y que, como tales, nos guiamos por una lógica emocional, tiene muchas más posibilidades de satisfacer con sus servicios a sus clientes, que aquella que lo ignora y pretende trabajar con profesionales linealmente emocionales. Los optimistas son persistentes y tratan de conseguir sus objetivos a pesar de que surjan contratiempos, más desde la expectativa del éxito que desde el miedo al fracaso.
Ser optimista, saber encajar las críticas, aceptar los cambios repentinos (pero no caprichosos) son cualidades cada vez más valoradas por los veterinarios que dirigen las clínicas. La realidad que vivimos nos exige a todos moldearnos a las necesidades de nuestros clientes. No sirve de nada estar muy bien preparado y ser una gran promesa intelectual si tenemos importantes deficiencias en el campo de la inteligencia emocional.
¿Influyes sobre los demás?
Obtener lo que uno quiere depende en gran medida de lo que consiga que hagan otras personas. Por ejemplo, para lograr vender, los vendedores tienen que convencer a otras personas de que compren (un antiparasitario o una limpieza de boca).
Hay ciertas habilidades que nos permiten influir en la conducta de otros. Cada persona tenemos ciertas necesidades y preferencias. Si yo tengo la capacidad de entender y reconocer los esfuerzos y resultados de los demás, se sentirán más a gusto conmigo.
Yo puedo ser muy competente, pero si no le doy importancia a la gente que trabaja a mi alrededor, no reconozco sus esfuerzos, ni siquiera les comunico que espero que hagan un buen trabajo y que estoy dispuesto a ayudar, lo que estoy generando en los demás son expectativas negativas y por lo tanto se van a sentir muy incómodos e inseguros cada vez que interactúen conmigo.
Extraído de: Natalia Sagarra, ¿Qué es la inteligencia emocional?, Ateuves 41, págs. 8-12.