Las dietas de prescripción

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La diabetes, el FLUTD, la enfermedad renal crónica, algunos trastornos cutáneos y otras patologías de distinta índole se pueden tratar con la ayuda de una terapia dietética adecuada, a veces imprescindible. Si bien por sí solas no permiten una curación completa, sí que mejoran la calidad de vida del paciente y, en algunos casos, sin ellas no se podría recuperar la funcionalidad de los órganos afectados.

Una dieta de prescripción veterinaria está formulada con una cantidad de nutrientes es­pecífica para satisfacer las necesidades de los pacientes con una determinada enfermedad, descartando los inadecuados para dicha patolo­gía e incluso incrementando la cantidad de los más necesarios para solucionarla. No contiene medicamentos como tales, y por eso no se pue­de hablar de tratamiento en cuanto a su uso se refiere, pero sí es cierto que como alimentación específica necesita prescripción veterinaria y control posterior de la evolución del paciente. Este último punto es muy importante, ya que las dietas de prescripción únicamente se pueden ofrecer a los animales enfermos que han sido diagnosticados correctamente. En este sentido, se deben tener con ellas las mismas precaucio­nes que con los medicamentos. Esto se verá claramente con un ejemplo: una dieta pobre en proteínas diseñada para los perros con fallo re­nal no sería nada beneficiosa para un cachorro. Del mismo modo, las dietas destinadas al con­trol de la diabetes tienen una cantidad de fibra y de proteína mucho mayor a la que se conside­ra apropiada para un animal adulto sano. Así pues, hay que recordar al propietario que estas dietas no son un alimento cualquiera y que no se pueden utilizar como “complemento” para mejorar la salud general del animal, y menos si se encuentra en un buen estado de salud.

¿En qué patologías son efectivas?

Algunas de las patologías sobre las que se pue­de actuar con el apoyo nutricional de una dieta de prescripción veterinaria son diabetes, des­órdenes del tracto urinario (FLUTD en gatos), enfermedades hepáticas, cardiacas y renales, alergias alimentarias y desórdenes gastrointes­tinales. Vamos a ver a continuación algunas de estas dietas.

Diabetes

La diabetes se caracteriza por que los animales afectados tienen un elevado contenido de azú­car en sangre o hiperglucemia. Normalmente beben y orinan más de lo normal y pierden peso aunque el consumo de alimento sea el acostum­brado e incluso más elevado de lo habitual. Al­gunos también suelen vomitar.

Una cantidad extra de fibra en la dieta puede ayudar al animal a mejorar la digestión y ab­sorción de los carbohidratos, compuestos que ayudan a reducir el contenido de glucosa en la sangre. Por otra parte, la fibra reduce las subi­das incontroladas de azúcar en sangre tras las comidas.

Además de fibra, los perros diabéticos necesi­tan una dieta rica en carbohidratos, sobre todo complejos, ya que proporcionan glucosa al to­rrente sanguíneo más lentamente que los sim­ples. La cantidad de carbohidratos de la dieta debería ser igual o superior al 40%.

Respecto a las grasas, si el animal está obeso su ingesta debe ser moderada, en general no ha de superar el 20% de las calorías metabolizables de la dieta. Por este motivo existen dietas espe­cíficas que combinan el apoyo nutricional a la diabetes y a la obesidad en un mismo producto.

FLUTD

La enfermedad del tracto urinario inferior de los felinos o FLUTD produce la irritación de la mucosa del tracto urinario de esta especie. Se manifiesta por disuria, hematuria, polaquiuria, reducción del volumen de orina y, a veces, obs­trucción de la uretra. Si bien puede tener diver­sas causas, la más habitual son los urolitos o cálculos urinarios que, a su vez, están compuestos por estruvita o pequeñas acumulaciones de magnesio, amonio y fosfato, aunque en algunas ocasiones también puede haber oxalato cálcico.

Para resolver esta patología se puede plantear un tratamiento dietético a largo plazo que consiga la eliminación o disolución de los urolitos ya presen­tes y evite la formación de nuevos. Las dietas acidi­ficantes son efectivas para este fin y su composición ha de permitir la disminución de la concentración urinaria de magnesio así como la producción de una orina con un pH que se acerque a 6.

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Para evitar que los cristales de estruvita se vuelvan a formar una vez disueltos, una die­ta de mantenimiento deberá contener un nivel bajo de magnesio, ser altamente digestible y con una densidad calórica baja debido a que los gatos y gatas castrados tienden a engordar. Cualquier gato puede tener predisposición a formar estos cálculos, pero es precisamente tras la castración cuando se producen cam­bios de pH que dan lugar a que aumente dicha predisposición y además, a que se tienda a en­gordar con mayor facilidad, por lo cual esas dietas deben tener una composición adecuada para evitar ambos problemas. De esta manera, existirían para este caso dos dietas específicas, una para animales que ya tengan el problema y que diluya los cálculos, y otra dieta de man­tenimiento que sería la más habitual en la ma­yoría de los animales. En su composición no deberán faltar las proteínas de origen animal, y sustancias que aumenten la absorción de clo­ro, fosfato o sulfato. En este sentido, se tienen que evitar los alimentos ricos en cereales, ya que producen una orina alcalina.

Aunque nos centremos en la especie felina por su destacado porcentaje de casos debido a la es­tructura anatómica de su aparato urinario, estos problemas también podrían aparecer en perros.

Insuficiencia renal y enfermedad renal crónica

Con la edad, los riñones de perros y gatos pierden su funcionalidad y tienen dificultades para realizar correctamente el filtrado y la excreción de produc­tos de desecho que se acumulan en sangre, como la urea y la creatinina, así como la homeostasis de ciertas sustancias como calcio y fósforo. Una dieta terapéutica, si bien no cura la enfermedad, puede hacer que sus síntomas no sean tan graves y, además, mejorar la calidad de vida del animal. El objetivo fundamental del tratamiento consiste en reducir la cantidad de desechos de proteínas en el torrente sanguíneo pero, al mismo tiempo, proporcionar la cantidad adecuada de proteínas para satisfacer sus necesidades nutricionales. En este caso serán de elevada calidad.

La restricción de sodio actúa sobre dos de los síntomas más característicos del fallo renal: el aumento de la presión sanguínea y del fosfato en la sangre. Con esta dieta específica se consi­gue reducir la presión sobre el riñón y el nivel de urea en sangre. Por este motivo, una analíti­ca sanguínea nos dirá rápidamente la situación funcional de los riñones.

Una insuficiencia renal puede ser prerrenal, re­nal o posrenal, es decir, la verdadera causa del problema en los riñones puede tener un origen ajeno a los riñones, originarse en los propios ri­ñones o tras su paso por los mismos. Por este motivo es fundamental diagnosticar dónde está verdaderamente el problema para así poder ad­ministrar la dieta adecuada.

Una obstrucción uretral puede dar lugar a un fallo renal; en este caso sería posrenal, y para solucionarlo habría que tratar primero o al mismo tiempo la obstrucción, puesto que de otra manera no solucionaríamos el fallo renal. Este debería desaparecer al solucionar la obs­trucción y “destaponar” la salida de orina que produciría el “paro” en el filtrado de la sangre. Estos problemas pueden aparecer de manera rápida (aguda) y ser muy graves, de manera que la misión del veterinario debe ser la de contro­lar el fallo renal y lograr que este desaparezca, o cronificar la situación para, de esta manera, poder proporcionar al paciente una calidad de vida satisfactoria con la ayuda de un tratamien­to adecuado y una dieta de apoyo específica.

Alergias alimenticias

Los perros con alergia a algún componen­te alimenticio pueden manifestar síntomas propios de las dermatosis, así como diarrea principalmente. Las dietas de prescripción están destinadas en este caso a determinar qué ingrediente está provocando la patología. Contienen algún elemento nuevo con el que la mascota no ha estado en contacto, como carne de pavo o ternera y habitualmente pescado, y carecen de los nutrientes que forman parte de las dietas tradicionales como carne de pollo, etc. Esta alimentación se mantiene de forma estricta (sin complementos alimenticios, golo­sinas, etc.) durante aproximadamente un mes, antes de comprobar si ha resuelto los síntomas de la enfermedad. En cualquier caso, estas die­tas de descarte son habitualmente complejas de realizar, puesto que existen componentes casi comunes en todos los piensos. No obstan­te, como las alergias alimentarias normalmen­te tienen un componente proteico, es decir, la alergia está causada por el tipo de proteí­na presente en el pienso, se tiende a variar la fuente de la proteína. En otros casos, el pien­so está formado por una serie de ingredientes que se sabe que son hipoalergénicos, es decir, son diversos ingredientes que no suelen causar alergia, y en muchos casos la fuente proteica en vez de ser animal es vegetal (acostumbra a ser soja tratada para una mayor digestibilidad y asimilación). La mayoría de las dietas de este tipo y las que parece que están dando mejor resultado son las que tienen como única fuente de proteína el pescado.

El papel del auxiliar

El auxiliar puede actuar en estos casos como un enlace entre el veterinario y el propietario. Debe ser capaz de responder todas las cuestiones que le plantee y hacer un seguimiento de los pacien­tes, así como llamar por teléfono a un cliente e interesarse por la salud de su mascota mien­tras dure el tratamiento e incluso después puede mejorar el cumplimiento de la terapia. Por otra parte, el cliente sentirá que es alguien importan­te en el centro veterinario, que en ese lugar se preocupan sinceramente por su mascota y que están pendientes de su evolución. Esto, a su vez, fidelizará al cliente y repercutirá positivamente en el rendimiento de la clínica. De hecho las die­tas de prescripción veterinaria son una gran he­rramienta en la fidelización del cliente, porque él mismo siente que han sabido dar con el ali­mento adecuado que hace que su perro o gato se sienta mejor. Esto es especialmente apreciable cuando la causa era una alergia que provocaba constantes diarreas y ese producto las ha elimi­nado, o cuando su perro no podía andar correc­tamente y ahora parece haber rejuvenecido.

Extraído de: María Villagrasa y José Jiménez. Las dietas de prescripción, Ateuves 34, pp. 14-20.

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