La limpieza de los sacos anales es una práctica habitual en el día a día de la clínica veterinaria. Veamos cuáles son las causas por las que se llenan y cómo debemos actuar para vaciarlas.

Las glándulas o sacos anales son unas estructuras que se encuentran a ambos lados del ano de perros y gatos. Están justo debajo de la piel, muy cerca de la superficie. Su secreción es un líquido espeso, viscoso y oscuro, de olor fuerte, desagradable y característico.

Esta secreción se elimina normalmente con las heces, aunque también de forma aislada. Durante la defecación contribuye a la lubricación de la zona, para facilitar la salida del material fecal.

Otra función relacionada con este líquido es el marcaje territorial, dado que su olor es característico de cada animal. De esta manera, se convierte en una seña de identidad de cada individuo, lo que explica la costumbre que presentan estos animales de oler la zona perianal para reconocerse.

La eliminación de la secreción de estas glándulas perianales no supone ningún problema para el animal, sea cual sea su causa. Por el contrario, cuando el líquido se acumula pueden aparecer molestias o incluso complicaciones graves.

Qué enfermedades pueden presentar los sacos anales y a qué se debe su aparición

Estas estructuras pueden sufrir diversas afecciones, de entre las cuales las más frecuentes son las siguientes:

Impactación o retención de sus secreciones.
Infección e inflamación de los sacos anales (saculitis).
Formación de abscesos.
Tumores benignos o malignos.

La impactación, la infección y la formación de abscesos están íntimamente ligadas entre sí (ver cuadro). Por ello se debe prestar una atención especial a la primera, puesto que si evitamos que se produzca tendremos controladas las demás patologías.

Los factores que llevan al desarrollo de enfermedades en los sacos anales son los siguientes:

Los alimentos excesivamente grasos dan lugar a la formación de heces blandas y sueltas, que no vacían totalmente los sacos a su paso por el ano.
La diarrea crónica produce un efecto similar, puesto que es muy complicado que estas heces blandas o incluso líquidas vacíen los sacos con la misma eficacia que las de consistencia normal.
Las razas pequeñas, especialmente el Caniche y el Chihuahua, tienen propensión a sufrir alteraciones en la eliminación de la secreción de estas glándulas.
Los animales cuyo conducto de salida de la secreción es demasiado estrecho son más sensibles a estas patologías, puesto que existe una dificultad especial para eliminar el líquido.
Una secreción anormalmente elevada de líquido hace que no se puedan vaciar los sacos a la velocidad adecuada.
Los cambios en la calidad de la secreción, o en sus componentes, también dificultan su salida por los conductos glandulares.

Los síntomas

Cuando un animal sufre la retención de la secreción de los sacos anales, sea cual sea su causa, existen una serie de síntomas característicos que suelen aparecer en la mayoría de los casos:

El animal se lame o incluso se muerde la zona.
En ocasiones gira persiguiéndose la cola.
Se sienta en el suelo y arrastra el ano.
En los casos más graves muestra rechazo a sentarse y, si lo hace, está incómodo (permanece poco tiempo en esa postura o cambia de posición constantemente).
No defeca o muestra dolor al hacerlo.
La zona que rodea el ano se encuentra enrojecida y/o inflamada. Si el líquido ha salido por sí solo la zona aparece manchada y con aspecto sucio o incluso con restos de sangre.
La impactación puede complicarse con una infección, por lo que el animal puede presentar fiebre y decaimiento.

Cómo se limpian

La pauta a seguir una vez se ha producido la enfermedad de los sacos anales depende de qué tipo de afección se trate.

En caso de impactación se debe vaciar el contenido de los sacos con una gasa o papel.

La forma adecuada de proceder es hacer una ligera presión a los lados de las glándulas, ayudándonos de la gasa (ver figuras). También podemos introducir un dedo por el ano y ejercer presión desde el interior. Por razones de higiene se deben utilizar guantes, además de por el mal olor que despide la secreción.

Así evitaremos infectarnos con las bacterias que se concentran allí, o incluso complicar aún más la enfermedad aportando gérmenes que podamos tener nosotros.

Si la secreción es especialmente espesa se puede utilizar suero salino o aceite mineral para reblandecerla. Es necesario limpiar los sacos con una solución salina o antiséptica.

En el caso de la infección y la formación de abscesos se deben administrar antibióticos orales y locales. Debemos recomendar al propietario que aplique compresas calientes en la zona dos veces al día.

En casos especialmente complicados, o cuando el animal presenta la enfermedad en repetidas ocasiones, se puede recurrir a la cirugía para extirpar las glándulas anales.

La higiene en casa

Es aconsejable que nuestros clientes estén informados de los problemas que pueden acarrear las glándulas anales de sus mascotas, para que sepan cómo se manifiestan los síntomas y acudan rápidamente al veterinario cuando los observen.

Lo normal es que no se atrevan a limpiarlas o vaciarlas en casa y que prefieran que lo hagamos nosotros pero, si les damos las pautas para hacerlo, posiblemente lo intenten.

La frecuencia ideal con la que deberían limpiarse es variable dada la predisposición racial de la enfermedad. Cada animal es distinto y su historial de afecciones en la zona, así como los factores predisponentes que se han mencionado, es determinante en el momento de valorar cuánto tiempo debe transcurrir entre una limpieza y otra.

Extraído de: Ateuves, Qué son las glándulas anales y cómo se limpian, Ateuves 4, pps. 32-34.