Alimentación en el paciente felino hospitalizado

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La nutrición del paciente hospitalizado se considera algo fundamental a la hora de que un paciente enfermo, ya sea gato, perro o cualquier animal, se recupere. Sin embargo, es algo a lo que en ocasiones no se le da la suficiente importancia por parte del personal de la clínica veterinaria.

La alimentación, por definición, es el proceso biológico a través del cual el organismo asimila los nutrientes y la energía necesarios para la vida. Si nuestros pacientes no lo hacen voluntariamente, además de ver el motivo de esa anorexia, nos tenemos que ocupar nosotros de ello.

Existen diversos estudios que indican la importancia del soporte nutricional para disminuir, por un lado, la mortalidad, y también el tiempo de hospitalización. La malnutrición tiene diversas consecuencias negativas como la pérdida acelerada de masa muscular, retraso en la cicatrización, alteraciones del sistema inmunitario, etc. En la anorexia el organismo entra en un estado catabólico, es decir, empieza a descomponer otros tejidos tratando de conseguir energía para seguir funcionando, afectando, por tanto, a su recuperación. Por desgracia, las patologías y la malnutrición van de la mano: pacientes malnutridos son más propensos a enfermar, y pacientes enfermos están en riesgo de malnutrición.

Para poder crear un plan de nutrición adaptado al paciente enfermo hemos de tener claros los conceptos de hiporexia (pérdida parcial de apetito) y anorexia (pérdida total de apetito) y tenerlos en cuenta de cara a su plan de nutrición individualizado. Un aspecto básico en todo momento es llevar a cabo unas adecuadas pruebas diagnósticas para saber qué le ocurre al paciente. Esto nos ayudará a proporcionarle el mejor tratamiento posible, incluyendo un adecuado plan nutricional, consiguiendo así que durante el periodo de recuperación (esté el animal hospitalizado o no) recobre el apetito lo antes posible y sea así capaz de cubrir sus necesidades nutricionales por sí mismo. Otro aspecto que se debe tener en cuenta a la hora de lograr que un animal enfermo recupere el apetito es controlar aquellos síntomas de enfermedad que puedan estar afectando al mismo como el dolor (evaluable en el caso de la especie felina mediante la escala de Grimace o Feline Grimace Scale), las náuseas, deshidratación, etc. Para ello, será conveniente administrar no solo la alimentación adecuada, sino también los fármacos necesarios para controlar dichos síntomas de enfermedad, siempre como es lógico basándonos en las indicaciones del veterinario que esté llevando el caso.

¿Cuándo debemos empezar a alimentar al paciente felino hospitalizado?

En la especie felina es especialmente preocupante la anorexia debido a la posibilidad de que desarrollen una grave complicación metabólica denominada lipidosis hepática. En dicha complicación asociada a la hiporexia/anorexia, lo que ocurre, sobre todo si el gato padece sobrepeso, es que la grasa se moviliza al hígado causando un fallo hepático que puede complicar la enfermedad subyacente que ha causado la falta de apetito.

Por este motivo, debemos ofrecer comida lo antes posible, salvo que esté contraindicado y nos lo comunique el veterinario responsable, aunque no suele ser frecuente. La vía ideal de administración de alimentos es la nutrición enteral oral, es decir, que el paciente coma por sí mismo, esto significa que nunca vamos a forzar al paciente con jeringas o introduciendo alimento en su boca a la fuerza (figura 1).

Hay diferentes maneras de favorecer la ingestión voluntaria en animales hospitalizados. En el caso concreto de los gatos, una de nuestras mayores preocupaciones debe ser el grado de estrés del gato durante su hospitalización, ya que este afecta directamente a la probabilidad de que quieran comer por sí solos. Tenemos que tener en cuenta también el tender loving care (del inglés: “cuidado tierno y cariñoso”). En ocasiones, cuando el paciente es muy sociable, puede darse la situación que solo quiera comer de la mano o en compañía de una persona. No nos limitemos solo a alimentarles y marcharnos; pasar un rato con ellos, acariciarles, hablarles suave y en tono cariñoso puede ser decisivo a la hora de que el gato se decida a comer por sí mismo. También las visitas de sus familiares repercuten en su recuperación y en su estado anímico, sobre todo en aquellos gatos que tienen cierto apego con su dueño. Hay gatos que no se sienten cómodos con nuestra compañía, pero dejarles un rato a solas, en la intimidad con un miembro de su familia, hace que el gato comience a alimentarse de la mano de su dueño, por ejemplo.

Un factor muy importante que se debe tener en cuenta es que no debemos nunca forzarlos a comer (mediante jeringas, por ejemplo). De hecho, rara vez se alcanza de este modo las necesidades energéticas reales del paciente y suele ser más bien contraproducente. En ocasiones, lo único que vamos a conseguir es aumentar el malestar y estrés del gato y del cuidador. Además, pueden desarrollar aversión hacia el alimento ofrecido, disminuir su ingestión e incluso llegar a rechazarlo. En el peor de los casos podemos incluso llegar a producirles alguna lesión o neumonía por aspiración.

Por este motivo, de unos años a esta parte se ha implantado el uso de sondas de alimentación en pacientes con anorexia, en especial en la especie felina, debiendo el equipo de la clínica ser proactivo a la hora de su colocación y uso.

Cómo aumentar el bienestar del gato hospitalizado

Disponemos de diferentes herramientas para intentar reducir su malestar “emocional” y aumentar la probabilidad de que ingiera alimento:

  • Separación visual y acústica tanto de perros como también de otros gatos hospitalizados.
  • Tapar (con mantas o toallas limpias) la jaula del animal para que no se asuste de cualquier persona que pueda pasar a menudo por delante. Antes de taparles podemos impregnar la manta o toalla con feromonas para así incrementar su bienestar.
  • Ofrecer un escondite dentro de su jaula (caja de cartón, iglú, etc.).
  • Colocar la comida y agua lo más alejadas del arenero posible.
  • Ofrecer varios tipos distintos de comida (pienso y latas de diferentes sabores y texturas). Es esencial preguntar al cuidador acerca de las preferencias del gato, no solo en cuanto al sabor (pollo, pescado, pavo…) sino también a las texturas (seco, húmedo, latitas, trocitos…).
  • Hacer uso de feromonas felinas dentro de la jaula y/o en la sala de hospitalización.
  • Atemperar la comida y removerla para que huela mejor, ya que muchos gatos con procesos infecciosos tienen el sentido del olfato disminuido.
  • Cambiar la comida a menudo. Los gatos rechazan tanto el pienso como la lata que lleva ya tiempo abierta o en el plato.
  • Emplear platos o cuencos amplios de poca profundidad para que no les rocen las vibrisas con los bordes, ya que esto les puede incomodar. El material idóneo es la cerámica, preferible al plástico o metal.
  • El suelo de las jaulas debe de ser estable y no ruidoso, no se recomienda que existan rejillas o sitios donde el gato pueda hacerse daño.
  • Intentar separar el arenero del área de descanso del gato.

Hablemos de sondas

En ocasiones es necesario optar por la alimentación asistida artificial. Se recomienda intervenir con nutrición enteral por sonda en gatos con más de tres días de anorexia (o 3-5 días de hiporexia sin tendencia de mejoría) y, en ocasiones, también de manera preventiva, como por ejemplo en exodoncias dentales extensas. Tenemos que actuar con más urgencia además cuando se trata de animales pediátricos, geriátricos, con patologías con pérdida de albúmina (enfermedad inflamatoria intestinal, linfomas intestinales…), sarcopenia (pérdida de masa muscular), etc.

Hay diversos tipos de sondas de alimentación de las que podemos hacer uso:

  • Sonda nasoenteral: fácil de colocar, no suele precisar sedación y es la más económica; sin embargo, para el paciente es más incómoda, tiene una menor duración (unos pocos días a lo sumo), puede producir reflujo y se obstruye con facilidad. Además, puede ser necesaria la colocación de un collar isabelino lo que aumenta el estrés del paciente y solo permite administrar alimentación totalmente líquida, por lo que las opciones son más limitadas.
  • Sonda de esofagostomía: no requiere collar isabelino por lo que es mucho más cómoda para el gato, puede mantenerse durante más tiempo (semanas o incluso meses), permite una gran cantidad de dietas líquidas o semilíquidas y medicación tanto en clínica como en casa por parte del propietario. Como inconvenientes, requiere anestesia, tiene un mayor coste económico y puede infectarse la herida, aunque si se maneja bien es poco probable (figuras 2 y 3).
  • Gastrostomía y yeyunostomía: se usan menos al ser más invasivas.

Plan de alimentación por sonda

Para comenzar un plan de alimentación por sonda se deben calcular primero los requerimientos energéticos en reposo (RER) en kcal/día que necesita el paciente.

La fórmula más utilizada es: Peso (actual) (kg)^0,75 × 70= X kcal/día

El tipo de comida que podemos administrar a través de la sonda debe ser comida húmeda en forma de papilla o líquida. Hay varias marcas en el mercado que ofrecen dietas de recuperación. Una vez elegido el tipo de dieta, debemos de tener en cuenta siempre las kcal/g o kcal/ml que tiene (solemos encontrar esta información en la etiqueta del producto, pudiendo contactar con la casa comercial en caso contrario).

Si usamos, por ejemplo, una dieta que tiene 1 kcal/g y tenemos un paciente de 4 kg, los cálculos serían los siguientes: 40,75 × 70 = 198 kcal/día; por lo tanto necesitaría 198 g de lata diariamente repartidos en varias tomas. Debemos iniciar la alimentación de inmediato, pero de forma progresiva para evitar el denominado síndrome de realimentación, siguiendo las indicaciones de la tabla en función del grado de anorexia que esté sufriendo nuestro paciente. ¡OJO! No dejaremos de ofrecer al paciente diversos tipos de comida, aunque lleve la sonda. Es importante que empiece a ingerir comida cuanto antes, lleve sonda o no la lleve. La sonda de alimentación no le dificulta de forma sustancial la ingestión de alimento.

Algunos cuidadores pueden reaccionar de manera negativa cuando se les plantea la opción de colocar una sonda. Es fundamental que ayudemos al propietario a entender que se trata de una forma muy cómoda, útil y segura (y muy necesaria en muchas ocasiones) de ayudar a su mascota. Cuando le damos el alta al paciente y el propietario tiene que seguir alimentándolo en casa, tenemos que explicarle muy bien todo el proceso y qué hacer si aparecen complicaciones. Repasaremos todo el proceso junto con el propietario en la consulta y preferiblemente le daremos también instrucciones e información de todo por escrito para que pueda consultarlo las veces que necesite (información general, cómo limpiar la sonda, desinfección del estoma, qué tipo de comida tiene que tomar, qué cantidad y en cuántas tomas, qué hacer si el gato vomita, etc.). Le daremos también siempre la opción de contactar con la clínica y un contacto de urgencias.

¿Cuánto tiene que beber?

Por lo general, los pacientes hospitalizados suelen llevar sueroterapia intravenosa y no hace falta suplementar con agua su plan de nutrición. Además, si les hemos colocado una sonda de alimentación, debemos limpiar el tubo antes y después de cada toma para asegurarnos de que no se obstruya. De esta manera también estamos administrando cantidad suficiente de agua al paciente. También es importante controlar la cantidad de orina que elimina para estimar qué perdidas de líquido está teniendo a través de la orina. Un truco muy útil es pesar los empapadores secos y la bandeja de la orina antes de que orine y  hacerlo cada cierto tiempo. De esta forma podemos así estimar por diferencia de peso qué cantidad de orina está haciendo el gato a lo largo del tiempo.

Conclusión

Tenemos que darle gran importancia a la alimentación de nuestros pacientes, ya que es una pieza fundamental en su recuperación, cuanto antes coman, antes se recuperarán y no hay mayor satisfacción que ver a nuestros pacientes sanos y felices. No debemos de tenerle miedo a las sondas de alimentación, son una gran herramienta para favorecer la rápida recuperación de nuestros pacientes.

Extraído de Alisha Kirsten y Zara Ortega. Alimentación en el paciente felino hospitalizado. Ateuves 98, págs. 8-12.

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