Las infecciones del tracto urinario son muy frecuentes en perros y gatos y pueden considerarse una consecuencia del problema de las resistencias a los antibióticos, un problema que se debe tener muy en cuenta en la práctica clínica.
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una invasión o colonización por parte de microorganismos del tracto urinario inferior (cistitis, uretritis), que dan lugar a signos clínicos como disuria, polaquiuria y/o hematuria; o de tracto superior (nefritis), que cursa con una sintomatología más inespecífica como fiebre o dolor. El diagnóstico clínico se obtiene tras la realización del urianálisis, en el cual se puede evidenciar piuria o bacteriuria, y a partir del cual se procederá a la realización de un urocultivo cuando el caso lo requiera.
Las ITU son una consecuencia frecuente del mal uso de antibióticos. En un estudio (Sørensen et al., 2018) realizado con 151 perros que mostraban signos de infección del tracto urinario, el 51 % de los casos resultaron positivos según el urocultivo, de los cuales se trató adecuadamente al 62 % de los pacientes, mientras que en el 36 % se prescribió en exceso y el 2 % fue tratado de forma insuficiente.
Cistitis
En las cistitis esporádicas en perros podría estar justificada la terapia antibiótica empírica si se trata de animales que no han sido expuestos con anterioridad a antibióticos o en los que se conozcan patrones zonales de susceptibilidad de patógenos. En los gatos, sin embargo, el cultivo es de obligada realización, ya que los procesos inflamatorios estériles, como la cistitis inflamatoria idiopática o las urolitiasis, son muy frecuentes.
Se debe iniciar el tratamiento mediante la administración de analgésicos y antiinflamatorios. Si en 3 o 4 días los signos persisten, se debe realizar urocultivo y, en base al mismo, administrar antibióticos durante 3 a 5 días. Si el paciente requiere tratamiento antes de la obtención de los resultados del cultivo, el tratamiento empírico más utilizado en España es la amoxicilina (sin ácido clavulánico). Si no existe respuesta al tratamiento, se debe esperar al resultado del antibiograma antes de realizar el cambio de antibiótico. En cambio, si el antibiótico escogido inicialmente muestra una respuesta favorable, pero presenta resistencia, no se debe cambiar este por otro sensible.
En el caso de las cistitis recurrentes siempre se debe iniciar la terapia con un cultivo y un antibiograma. Si se trata de una reinfección, es decir, cada infección se resuelve antes de que aparezca la siguiente, el tratamiento durará de 3 a 5 días y no será necesario un cultivo de orina posterior. En el caso de las infecciones persistentes, causadas por el mismo germen y que pueden persistir durante el tratamiento o aparecer en las dos semanas siguientes a su finalización, se recomienda la realización de cultivos de control una vez terminado el tratamiento antibiótico, que puede durar entre 7 a 14 días. Se recomienda realizar un cultivo una semana después de finalizar el tratamiento antibiótico en animales que han tenido una mejoría, aunque un cultivo positivo no indica la necesidad de prolongar el tratamiento, pues podría tratarse de bacteriuria subclínica. En las cistitis recurrentes siempre se debe buscar la causa primaria de la recurrencia de la cistitis, así como tener como objetivo la curación de los signos clínicos, y no tanto la curación bacteriológica.
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