La dieta tiene una importancia fundamental en el estado de salud de los conejos ya que si no es la adecuada puede causar numerosos problemas clínicos.
Gran parte de las patologías observadas en el conejo están directa o indirectamente relacionadas con una mala alimentación. Una mala formulación de la dieta puede provocar la aparición de enfermedades como mala oclusión dental, atonía estomacal, disbacteriosis, excesiva ingestión de pelo, obesidad, cetosis o diarrea así como la aparición de algunos procesos respiratorios causados por el exceso de proteína en la dieta o el consumo de piensos de tipo harinas o que se deshacen mucho.
En estas mascotas, el uso exclusivo de piensos comercializados para animales de producción (figura 1) les aporta un alto contenido proteico (18-20 %) y baja cantidad de fibra (10-15 %), lo que genera diversas enfermedades y hace que se acumule pelo en el tracto gastrointestinal (tricobezoares) de difícil resolución.
Para entender adecuadamente las necesidades nutricionales de esta especie debemos tener en cuenta su actividad coprófaga. La coprofagia maximiza la digestibilidad de la ración porque permite la absorción a nivel intestinal de los aminoácidos y vitaminas producidos por las bacterias en el ciego. Estos contienen una elevada cantidad de aminoácidos (pueden aportar entre el 15 y el 70 % del nitrógeno total ingerido) y con su consumo se cubren las necesidades de las vitaminas C, K y B, a excepción de las vitaminas B1 (tiamina), B6 (piridoxina) y B12 (cobalamina). La producción de estas heces está relacionada positivamente con la cantidad de fibra presente en la dieta.
El objetivo de esta revisión es aportar información relativa al papel de la dieta y la calidad de la misma en el estado de salud de estas mascotas, ya que como veremos, una mala formulación o la administración de un alimento que no satisfaga sus necesidades, será la causa de numerosos problemas clínicos (tabla 1).
Elección del alimento
Entre los tipos de presentación del alimento podemos encontrar los pellets comerciales, que también se usan en producción (figura 1). Sin embargo, como hemos señalado anteriormente contienen una baja concentración de fibra y alta cantidad de proteínas y energía. También existen los piensos tipo mezcla (con semillas o cereales), de los que el conejo comerá aquellos trozos más suculentos que normalmente son bajos en calcio y altos en grasa; esto favorecerá la aparición de osteoporosis.
Por otro lado, se puede alimentar al conejo con heno o hierba que son una fuente útil de fibra (en la tabla 2 podemos ver los henos más empleados). Es recomendable administrarlos ad libitum porque los pueden llegar a consumir hasta 20 veces al día. Se debe tener cuidado de no almacenarlos cerca de fuentes de calor para evitar la degradación de las vitaminas A y E y de sus proteínas.
El concentrado debe representar solo el 20-30 % de la dieta. Se aconseja utilizar piensos con un porcentaje de fibra mayor del 18 % y con una cantidad de proteína inferior al 16 %. Los conejos que ingieren una mayor concentración de pienso o dieta única de pellets tienden a comer en exceso, lo que produce obesidad y diarrea crónica con un perineo sucio y la presencia en la jaula de los cecotrofos que el animal no ha ingerido. Para conejos enanos se recomienda una ración de 20 a 30 g de este tipo de pienso acompañado de algún alimento fresco según las necesidades del conejo. Los animales en fase de crecimiento (hasta los 6 meses de edad) pueden alimentarse con pienso ad libitum. Para los conejos adultos con tendencia a la obesidad (por baja actividad física), se recomienda heno ad libitum, verdura fresca y concentrado de forma restringida con 13 % de proteína bruta (PB), un mínimo de 18-20 % de fibra bruta (FB) y una energía digestible (ED) de 78-96 kcal por kg/PV/día. Y es que el contenido energético influye, en la mayoría de las razas de conejos domésticos (salvo en el Holandés Enano), en la cantidad de alimento que consume, pues a mayor energía se ha observado menor consumo.
Agua
La cantidad de agua necesaria para cualquier ser vivo se encuentra influida por el nivel de ingestión de alimentos, la composición de los mismos y la temperatura ambiental. Además de estos factores, en el conejo debemos tener en cuenta su gran actividad gastrointestinal que provoca una continua secreción y absorción de agua. Este intercambio a través de las paredes del sistema digestivo permite modificaciones en el estado de hidratación del animal sin pérdidas de fluidos evidentes.
La cantidad de agua consumida a diario oscila entre 50 y 200 ml/kg de peso vivo, llegando a alcanzar los 400-600 ml/día en razas de un tamaño medio (Sandford, 1988). Esta cantidad puede ser menor si los animales consumen hierba fresca, rica en agua.
En el caso de las hembras no gestantes y machos adultos las recomendaciones de agua son de 280 ml por día. La privación total de agua provoca que el animal no coma y predispone a la formación de urolitos. Si el conejo tiene alguna enfermedad dental, donde la falta de consumo de alimento aumenta la sensación de sed, puede beber mucha cantidad de agua.
*Extraído de José Miguel Chapel, José Luis Benedito, Ruth Rodríguez, Víctor Pereira y Cristina Castillo, Bases nutricionales del conejo de compañía, Ateuves 70, págs. 12-17.
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