Son muchas las ocasiones en las que la especie canina y felina deben compartir tiempo y espacio físico. Es en estas situaciones cuando la convivencia entre perro y gato puede ser un gran reto y convertirse en un éxito o en una “misión imposible”.
¿De qué va a depender un desenlace u otro? Lo más importante es el comienzo, y es que crear una buena relación desde el principio nos permitirá sentar las bases para una buena convivencia futura. Cuando un tutor introduce un perro o un gato nuevo en su hogar, está totalmente desaconsejado hacerlo de forma brusca y rápida. A veces estas técnicas pueden no parecer tan decisivas, pero muchas veces marcarán negativamente y de por vida a ambos individuos y dificultarán en gran medida la tarea de introducción del nuevo inquilino.
Fases de una correcta introducción
1. Fase olfativa
Una correcta introducción cuenta con una fase olfativa, en la que ambos deben conocer el olor del otro y aprender a aceptarlo, incluso a verlo como algo positivo. El mundo olfativo es muy importante para ambas especies, no solo para el perro, y la comunicación a través de los olores se hace crucial cuando hablamos de compartir espacio y recursos. El refuerzo positivo mediante comida, juegos o interacción social consigue una buena asociación con estímulos novedosos y es una herramienta esencial para el etólogo.
2. Fase de intercambio de territorios
La fase de intercambio de territorios es la siguiente fase sobre la que se avanza en estas presentaciones. Ambos deben conocer el territorio del otro, familiarizarse con recursos, objetos, juguetes, útiles de aseo, etc. y aprender a respetarlos.
Las presentaciones visuales deben realizarse siempre con algún tipo de contención física (mosquitera o división textil) o sujeción (arnés o correa) que nos permita llevarlas a cabo con seguridad y calma para todos los implicados. Progresivamente estas contenciones pueden ser retiradas al final del proceso de introducción, cuando concluimos que la relación es lo suficientemente estable.
Es imprescindible realizar grabaciones durante las sesiones de manera que podamos evaluar objetivamente la evolución y el lenguaje de ambos animales a lo largo del proceso. Esto nos permite adaptar la duración y el tipo de interacciones.
Cubrir las necesidades de ambas especies
Pero el proceso no termina aquí. Para conseguir una convivencia en armonía, debemos conocer perfectamente cuáles son las necesidades de ambas especies, garantizando así el bienestar de ambas y minimizando el estrés diario.
Hablar de perros es hablar de actividad, física y mental. Trabajar el enriquecimiento ambiental a través de juegos de olfato, juguetes interactivos, ejercicio físico, obediencia, trabajo de autocontrol e interacción social nos permitirá tener un perro equilibrado capaz de convivir con la especie felina sin problemas.
Por su parte, los gatos viven en tres dimensiones, siendo especialmente importante para ellos el espacio vertical. Proveerlos de estructuras elevadas, como plataformas, castillos, rascadores, zonas seguras, casitas o hamacas, conseguirá que el gato tenga opciones de escapar o esconderse cuando haya algún componente ambiental que le desagrade o no tenga ganas de interactuar con su compañero canino.
Presentamos aquí dos términos que nos parecen importantes, “gatificar” y “perrificar” el hogar. Ambos hacen referencia al hecho de adecuar el espacio y distribución de la casa a las necesidades de ambas especies. Esto ahorrará la aparición de muchos problemas de conducta.
Los gatos son muy sensibles al estrés, por lo que es importante que sus recursos básicos (comida, agua, zonas de descanso, areneros, etc.) no sean invadidos por otros individuos. De lo contrario, los gatos podrían manifestar problemas de salud derivados de ese estrés sostenido, fruto de una mala convivencia. Para conseguir este objetivo, podemos recomendar al tutor que coloque estos recursos en zonas elevadas donde el perro no pueda llegar o en estancias que no sean de paso y estén alejadas de ruidos y trasiego.
Compatibilizar edades y caracteres
Gatos y perros juegan de forma diferente, los gatos, cazadores natos, rápidos y sigilosos, pueden ser un verdadero tormento para un perro de edad avanzada que busca tranquilidad y rutina. Esto nos permite introducir el siguiente aspecto, la edad de ambos individuos. Cuando el tutor adopta un gato o un perro en un hogar donde ya existía otra mascota, tenemos que procurar que los dos se encuentren en una etapa del desarrollo similar o que los caracteres sean similares.
En cada etapa de su vida, perros y gatos tienen distintos niveles de energía y necesidades diferentes. Introducir un gatito en una casa donde ya existe un perro en etapa geriátrica, no sería lo más adecuado. Lo mismo ocurre al contrario, si tenemos un gato geriátrico, con una actividad reducida o incluso con alguna patología propia de su edad, y adoptamos un cachorro joven y activo, será complicado el entendimiento por parte de los dos y supondrá un trabajo extra para el tutor.
Ayudas para mejorar la convivencia
Los gatos y perros con caracteres reservados o miedosos deben ser tenidos en cuenta de una forma especial, ya que su proceso de adaptación, con casi total seguridad, será más lento y dificultoso que el de sus congéneres con caracteres sociables y abiertos.
Una de las herramientas que puede ayudarnos a mejorar la convivencia perro-gato son las feromonas. Las feromonas son específicas de cada especie y por tanto son señales olfativas que ayudan a los individuos a comunicarse con sus congéneres. Estas señales son percibidas por todos los individuos a través del órgano de Jacobson (órgano vomeronasal) y transmitidas al cerebro para su interpretación.
Actualmente existen en el mercado feromonas felinas en distintos formatos (spray, difusor, etc.) que servirán de ayuda para crear un ambiente más tranquilo y relajado para el gato, pero también existe la feromona apaciguante canina (spray, difusor, collar) que, de la misma forma, tendrá un efecto de calma en
el perro.
Nutracéuticos
Los nutracéuticos son complementos alimenticios que ayudan a regular los niveles de serotonina en sangre. Este neurotransmisor tiene un efecto ansiolítico en la especie canina y felina, por tanto, el aumento de sus niveles en sangre es beneficioso en procesos que puedan cursar con estrés o ansiedad (como viajes, tormentas, mudanzas, cambios ambientales, etc.)
Triptófano, α-casocepina o L-teanina son algunos de los compuestos que, administrados en la dieta, pueden actuar como precursores de la serotonina. Se pueden administrar durante periodos de tiempo prolongados y su rango de seguridad es extremadamente alto.
No obstante, el trabajo diario y el seguimiento de pautas específicas supervisadas por el etólogo son cruciales para un buen desenlace.
Aceptar sus preferencias como individuos
La clave del éxito en la convivencia está en la constancia y en comprender la naturaleza de ambas especies, brindándoles la oportunidad de realizar sus conductas naturales. Algo que hay que tener en cuenta es que no siempre todos los individuos nos llevamos bien con todos. Esto que para nosotros parece algo tan obvio, no lo es tanto si hablamos de mascotas.
Los humanos podemos decidir con quién entablar una relación de amistad, pero muchas veces no tenemos en cuenta esta elección para nuestras mascotas y acabamos exigiendo en la convivencia lo que no conseguimos ni siquiera para nosotros.
No siempre conseguiremos que nuestras mascotas sean amigos inseparables ni tampoco debería ser ese el objetivo; nuestra meta debe ser una convivencia en armonía entre ambas especies, donde las necesidades reales estén cubiertas y los niveles de estrés se mantengan en el mínimo posible o incluso consigamos un hogar totalmente libre de estrés.
