¿Sabes cómo funcionan las articulaciones? ¿Cómo están estructuradas y para qué sirven? Las articulaciones son estructuras cuya misión es la de crear puntos de unión entre dos piezas óseas o cartilaginosas y conseguir el grado de movimiento adecuado.
Normalmente, asociamos articulación a movimiento, pero hay articulaciones no móviles cuya función es la de fijación.
Clasificación de las articulaciones
Según el grado de movilidad las articulaciones se diferencian en:
- Sinartrosis: son aquellas articulaciones que carecen de movimiento. Fibrosas.
- Anfiartrosis: son semimóviles. Las vértebras que forman la columna vertebral están dentro de este grupo. Cartilaginosas.
- Diartrosis: estas son las que más movilidad permiten. Las más características son las articulaciones del codo, la rodilla, el hombro, la cadera, etc. Sinoviales.
¿De qué se compone una articulación?
A grandes rasgos las articulaciones se componen de:
- Cartílago: es tejido conectivo. Recubre los huesos en la articulación y limita su desgaste durante el movimiento evitando la fricción.
- Cápsula y membrana sinovial: la cápsula envuelve la articulación y la membrana sinovial que contiene el líquido sinovial encargado de lubricar.
- Ligamentos: tejido conectivo resistente y elástico que rodea la articulación limitando su movimiento a un máximo.
- Tendones: se encuentran a ambos lados de la articulación. Su función es limitar el movimiento, reforzar y proteger. Los tendones son tejido conectivo duro, al igual que los ligamentos.
- Bursas: entre los huesos encontramos estas bolsas llenas de líquido que evitan el rozamiento óseo durante el movimiento. De alta casuística en clínica, su inflamación se denomina bursitis, de la cual hablaremos más adelante.
¿Cómo sé que estoy ante un problema articular?
Los problemas articulares pueden tener diversos orígenes y reflejarse de manera diferente en cada animal. Por lo general, cuando no se trata de traumatismos que generan una cojera inmediata, el problema suele estar avanzado ya que el dueño no consigue identificar los signos de dolor en su mascota por muy diversas razones.
El perro puede empezar a correr menos rato o a estar más tiempo sentado o tumbado, de forma que para el dueño no suponga una señal de alarma y lo asocia al calor, sueño, etc. El dolor, si no es traumático, suele ser gradual e incluso muy prolongado en el tiempo.
Si hablamos de felinos aún es más complicado reconocer que nuestra mascota tiene un problema. Por naturaleza son expertos en ocultar cualquier señal de dolor, es una simple cuestión de supervivencia y además, son animales que duermen una media de 18 horas al día, por lo que es comprensible que al propietario le cueste ver una anomalía en la vida rutinaria de su animal. Por este motivo cuando un gato llega a la clínica por un problema articular, suele estar ya bastante avanzado.
Aun así, hay distintas señales que nos pueden ayudar a ver un poco más allá. Cuando un gato siente dolor puede postrarse durante mucho tiempo, no dejarse coger con facilidad, cambiar su expresión facial arrugando la nariz o incluso puede atacarnos si intentamos acercarnos.
Extraído de: Ana Esteve Orts.Problemas articulares en perros y gatos. Ateuves 46, pp. 20-25.
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