El picaje puede interpretarse como una señal de alarma que indica que algo no está bien en el ambiente del ave.
El picaje es una alteración del comportamiento importante, compleja y, en general, difícil de tratar. No es una enfermedad en sí misma sino la manifestación externa de una serie de alteraciones de origen diverso.
La prioridad radica en determinar la causa que provoca el picaje, aunque no siempre es posible. Es importante realizar un diagnóstico adecuado y descartar cualquier causa orgánica, que deberá tratarse de forma apropiada. Solo tras descartar las posibles causas orgánicas se puede dar por sentado que el picaje es de origen psicológico (aburrimiento, miedo, ansiedad, frustración o estrés).
Este problema no se presenta jamás en aves en libertad, y no es casualidad, pues su origen se encuentra casi invariablemente en las condiciones deficientes de mantenimiento.
Entre el propietario y el veterinario se deberá investigar minuciosamente la historia del caso para determinar qué falla en el cuidado del animal. El éxito del tratamiento está directamente relacionado con el nivel de colaboración del propietario, que deberá invertir tiempo, esfuerzo y paciencia. Esto es así porque cada caso puede requerir diferentes tratamientos, con frecuencia a largo plazo o con resultados parciales puesto que, una vez iniciado el problema, puede convertirse en un hábito y persistir tras la desaparición de las causas que lo originaron.
Como auxiliar veterinario es importante que enseñes a los propietarios cómo cuidar correctamente del loro. Deben ser conscientes de que no basta con dejar salir al animal de la jaula un rato cada día. Por este motivo, a lo largo del artículo se explicarán los puntos clave que debes recordar al propietario para evitar los problemas de conducta de su mascota.
Posible origen psicológico del picaje
Las principales aves afectadas pertenecen al grupo de las psitácidas más conocidas comúnmente como loros, ya que son las que se utilizan como mascotas. Los loros son animales de gran inteligencia, curiosos e inquietos por naturaleza. Hay que proporcionarles, no solo una correcta alimentación e higiene, sino también medios para desarrollar y mostrar sus complejas aptitudes psíquicas. La falta de estímulos y el aburrimiento pueden producir trastornos psíquicos como ansiedad y frustración.
Para explicar el posible origen psicológico del picaje hay que conocer el comportamiento en la naturaleza de estas aves. En estado silvestre los loros dedican la mayor parte del tiempo a tareas diarias como la búsqueda de alimento, las interacciones sociales y el acicalamiento. Estas tres tareas básicas constituyen comportamientos esenciales para la salud mental y el bienestar del animal. La búsqueda de alimento y el acicalamiento son comportamientos instintivos, es decir, el loro nace con ellos. Las interacciones sociales, sin embargo, al igual que en los humanos, se aprenden a lo largo de la vida, especialmente durante el periodo de infancia y juventud. El equilibrio entre estos tres comportamientos es fundamental para la salud mental del ave.
Uno de los problemas asociados al estado de cautividad es la supresión del comportamiento de búsqueda de alimento. El loro siempre lo tiene disponible en abundancia, tan solo tiene que ir al comedero. En lugar de las 6-18 horas diarias, la alimentación tan solo le ocupa 15-20 minutos al día. Las interacciones sociales se ven alteradas debido a que el ave vive en una “bandada” de humanos. Esta última alteración es aún mayor cuando los propietarios están fuera de casa durante horas y el loro se queda solo, lo que es totalmente antinatural. Todo esto altera el equilibrio entre los tres comportamientos básicos: como el loro ya no gasta tiempo en buscar comida y queda privado de la posibilidad de las interacciones sociales, exacerba el comportamiento de acicalamiento llevándolo al extremo de cortarse o arrancarse las plumas o, en casos más graves, incluso hacerse heridas.
El objetivo es proporcionar a la mascota herramientas para que pueda desarrollar sus comportamientos instintivos de una forma más natural y enseñarle un comportamiento social saludable que fomente su seguridad y autoestima.
Extraído de Silvia Ugalde Bilbao, El comportamiento de picaje en psitácidas, Ateuves 69, págs. 20-23.
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