Desmontando mitos: PPP y minis

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Odyn, mestizo de Pitbull de tres años que nació con una etiqueta impuesta como perro potencialmente peligroso, fue abandonado junto a sus hermanos al mes de nacer. Rescatado por una protectora llegó a nuestras vidas con apenas dos meses.

Al cumplir el año y medio aproximadamente entró en lo que denominamos coloquialmente “la edad del pavo”. Odyn se volvió un poco rebelde, protegía mucho al resto de su manada y estableció una obsesión poco sana con su mejor amiga la pelota.

Con mucho trabajo, continuidad, paciencia y mucho amor, Odyn se ha convertido en un perro muy equilibrado. En casa, no te enteras de su existencia, en la calle juega con todos los perros. Su obsesión con la pelota se controló, ahora deja que cualquier otro perro juegue con ella. Adora a los niños y los cuida con una delicadeza asombrosa a pesar de su gran tamaño.

Sacha, Pinscher miniatura de 12 años, nació en casa, nunca ha conocido lo que es el abandono y convive con otros cinco perros de diferentes tamaños. Sacha no pasó por “la edad del pavo”, ella vive en un “pavo continuo”.

Con sus apenas 5 kg nunca le han gustado los perros, puede convivir sin problemas con ellos, pero ella es más de gatos y ratitas. Los de su especie, si no viven con ella, son el enemigo. En la calle ladra a personas desconocidas, no se deja acariciar e incluso ha llegado a marcar a niños pequeños que han intentado acariciarla. En casa cuando suena el timbre ladra como loca. Ella es muy familiar, quiere muchísimo a los suyos, es obediente tanto en casa como en la calle, pero tiene un carácter muy especial.

Cuando decidimos adoptar a Odyn pensamos muchísimo cómo sería la convivencia de Sacha y él. Como era de esperar, Sacha no le aguantaba. El carácter de cachorro de Odyn ponía nerviosa a Sacha, pero Odyn, como el buen perro que es, comprendió que había que respetar su espacio.

Pasó el tiempo y, a día de hoy, conviven sin ningún problema y se quieren a su manera, respetando distancias el uno del otro, pero comiendo, jugando y durmiendo juntos.

Con todo ello aprendimos y entendimos mejor aún que no es la raza lo que determina si un perro tendrá un carácter mejor que otro, y que en el caso de Odyn, es de todo menos peligroso.

Aun así, todavía nos paran por la calle y nos preguntan que cómo hacemos para que “el Pitbull” conviva con un perro de tamaño pequeño.

Con paciencia y con el poco tiempo que pasan con ambos perros, se dan cuenta de cuál de ellos es el “fácil” y cuál es el “especial”.

Extraído de Selene Montero Martínez, Ateuves 98, pág. 33

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