Cuando se detecta alguna anomalía en la piel de la mascota, el auxiliar debe ayudar al veterinario durante todo el proceso de diagnóstico y tratamiento del tumor cutáneo.
La detección de un bulto en la mascota produce una gran desazón en el propietario. Frente a esta circunstancia el auxiliar, además de ayudar al veterinario, ha de ser capaz de convencer al propietario de que no tire la toalla y unirse a él durante todo el tiempo que dure la lucha.
Anamnesis e historia
La raza y la edad son datos fundamentales a la hora de pensar en una neoplasia.
Sabemos que ciertas razas como el Boxer, el Stafford Shire Terrier y el Bull Terrier, así como los gatos blancos, suelen ser candidatos a sufrir una incidencia mayor de diferentes tipos de cáncer cutáneo. Esta incidencia aumenta al superar los 8 años de edad (figura 1).
La anamnesis también le servirá al veterinario para saber si el crecimiento fue rápido, si el tumor es pruriginoso y si ya ha habido alguna actuación veterinaria.
Examen general y dermatológico
El veterinario inspeccionará las constantes vitales y palpará principalmente los ganglios para intentar comprobar si el tumor se ha propagado. Las radiografías y la ecografía suelen ser métodos de estudio fundamentales a la hora de evaluar al paciente para ver en qué estadio puede encontrarse la neoplasia y ver el grado de metástasis.
Métodos complementarios
El veterinario necesitará muestras citológicas para poder diferenciar el tipo de tejido y si es neoplásico (es decir, la estirpe celular que pueda constituir el tumor). Las formas clásicas de extraer muestras citológicas son:
- La aspiración con aguja fina evitando extraer sangre y evitando zonas infectadas.
- La aspiración o punción con aguja ultrafina.
- La impronta por aposición del portaobjetos.
- La extracción de muestras por rotación con bastoncillo húmedo.
El papel del auxiliar en este acto clínico es muy importante. Tiene que preparar el campo para la extracción afeitando y desinfectando con alcohol y posteriormente ha de teñir la muestra, generalmente con Diff Quick. Debemos recordar que las muestras lipídicas no se pueden fijar con el fijador clásico alcohólico sino con llama (figura 2).
La biopsia
La citología decidirá los pasos que hay que seguir a continuación y si estos son la extirpación quirúrgica. Una vez extraído todo tumor debe ser biopsiado. Muchos propietarios insisten en que por la edad avanzada de su mascota y por haber quitado ya el tumor, no tiene mucho sentido hacer el estudio histopatológico. El auxiliar debe hacer entender al propietario que toda extracción de tejidos se debe analizar no solo para su diagnóstico sino para su pronóstico, principalmente en el caso de que haya recidivas. No debe admitir el argumento del animal viejo ya que muchas veces este paciente de doce años luego vivirá hasta los dieciséis.
La muestra obtenida en la biopsia se tendrá que conservar en formol al 10 % en una relación de 4 partes del conservante por 1 de muestra. La muestra se debe tratar con delicadeza, secarle la sangre y luego introducirla en el líquido.
Siempre debemos recordar que la zona a biopsiar debe prepararse como un campo quirúrgico normal con la diferencia de que la zona que hay que extraer no podrá desinfectarse con iodados ni con clorhexidina sino solo con alcohol.
Diagnósticos diferenciales
Tras extraer el tumor y hacer la citología, el veterinario puede tener una idea aproximada del tipo de tumor de que se trata. Igualmente hasta no tener los datos exactos de la histopatología y de los estudios de imagen, no podemos detallar con exactitud el grado ni el estadio de la neoplasia.
Es muy importante el papel del auxiliar en este punto ya que la ansiedad del propietario producirá cierta presión para saber qué futuro deparará a su mascota.
En esta situación debemos ser conscientes de que la palabra cáncer no es sinónimo de muerte ni de sufrimiento en los animales de compañía.
Tratamiento de las neoplasias
En algunas circunstancias la extirpación puede ser curativa aunque siempre debe ser con pronóstico reservado. Se requieren revisiones frecuentes para controlar las posibles recidivas del tumor.
Actualmente los tratamientos han evolucionado y nos permiten prolongar la vida de la mascota superando en muchos casos los dos años. Es muy importante que el auxiliar intente concienciar al propietario de la equivalencia de un año de vida más para un animal que vivirá un promedio de 12 años. Un año de buena calidad de vida es mucho tiempo y el auxiliar debe darlo a entender con claridad al propietario.
Los tratamientos actuales de las neoplasias se podrían clasificar en:
- Quirúrgicos
- Quimioterapia
- Antiangiogénico y metronómico
Estos tres tratamientos en algunas ocasiones se pueden combinar para lograr más efectividad.
La quimioterapia suele ser una forma agresiva de eliminar las células tumorales aunque muchas veces afecta a células normales. Por esto su uso debe estar muy bien monitorizado.
Existe una tendencia actual a tratar algunos tumores de difícil extracción o de mala respuesta a la quimioterapia convencional con tratamientos específicos que intenten detener el crecimiento del tumor y mantenerlo en esa situación el mayor tiempo posible (metronómica). Al mismo tiempo los combinan con otras moléculas que frenen y hasta reduzcan el desarrollo de nuevos vasos con los que se nutra de sangre el tumor y así detener su progresión (antiangiogenia).
Si conocemos las condiciones de vida del paciente y sabemos que existen factores de riesgo, debemos aconsejar evitarlos. El claro ejemplo son los gatos blancos que se exponen mucho a la radiación solar, en los que existe una mayor incidencia de queratosis actínica y carcinoma de células escamosas (figura 3).
Conclusiones
El papel del auxiliar en el manejo de los tumores cutáneos es clave no solo por su labor técnica al lado del veterinario sino en el trato con el propietario.
Es muy importante saber controlar y hasta moderar la ansiedad y angustia del propietario ante estas patologías y en esto la palabra tranquilizadora y esperanzadora del auxiliar es fundamental. Además, no debemos olvidar el otro tipo de propietario que no desea hacer nada debido generalmente a una mala información o, en algunos casos, por negación sistemática dado el miedo que tiene a enfrentarse a este problema.
Extraído de Gustavo Machicote Goth, Los tumores cutáneos, Ateuves 67, págs. 20-24.