Diagnóstico y tratamiento del dolor articular en perros y gatos

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¿Sabías que el dolor articular o artralgia es un problema muy frecuente en animales de compañía de cualquier edad? ¿Sabías que en muchos casos puede pasar desapercibido, tanto para nosotros como para sus propietarios? ¿Qué podemos hacer para detectarlo y aliviarlo?

Anamnesis y exploración física

  • Anamnesis: es fundamental realizar una correcta anamnesis y enseñar a los propieta­rios a detectar signos de dolor.
  • Exploración: no hay que buscar únicamente signos de dolor, sino además inflamación, engrosamiento y aumento del líquido articu­lar, que dan lugar a alteraciones en el rango de movimiento de las articulaciones (ROM, range of movement). El estudio del ROM y el dato que obtenemos en extensión y flexión en las diferentes articulaciones es un método senci­llo, barato y no invasivo, muy útil para valorar el estado de una articulación y su respuesta al tratamiento. Para ello solamente necesitamos un goniómetro como el que se muestra en la figura. Es una exploración que pueden reali­zar fácilmente los ATV instruidos en la clínica, como parte de una recopilación de datos clí­nicos del paciente. Las tablas de valores nor­males pueden variar entre razas, pero no de manera muy significativa (ver tabla). Además, nos sirve para monitorizar el seguimiento de una articulación durante el tratamiento, por ejemplo tras una intervención quirúrgica.

Cálculo del ROM con goniómetro en la rodilla de un Labrador.

  • Es frecuente que en algunos pacientes que acuden a consulta por una cojera unilateral se detecten en la exploración alteraciones en el miembro contralateral, aparentemente sano, como por ejemplo inflamación, rigidez o dis­minución del ROM. En estos casos, el trabajo diagnóstico y terapéutico debe incluir ambos miembros, aunque la cojera se presente sola­mente en una extremidad.
  • En el caso de los gatos, las cojeras son mucho menos frecuentes. La exploración de las arti­culaciones suele mostrar menos inflamación e incluso menos dolor, aunque sí disminución del ROM. En ellos, la disminución de la acti­vidad puede ser el único signo detectable.

Pruebas diagnósticas

  • Diagnóstico por imagen: la radiología es el método diagnóstico más utilizado en medicina veterinaria para estudiar la enfermedad articu­lar. Permite detectar aumento del líquido arti­cular, osteofitos, esclerosis, remodelación ósea y signos de la enfermedad subyacente como osteocondritis disecante, displasia de cadera o codo, etc. En los últimos años se ha populari­zado la tomografía computarizada, que permite obtener una información mucho más detallada.
  • Citología del líquido sinovial: se obtiene mediante artrocentesis y es cada vez más fre­cuente en las clínicas. Debería ser una prueba rutinaria en estos pacientes.

¿Cómo podemos tratarlo?

Para enfocar el tratamiento hay que diferenciar claramente entre lesiones crónicas y agudas y verificar la existencia o no de osteoartrosis. Básicamente, las lesiones agudas requieren reposo, frío local y tratamiento con antiinflama­torios no esteroideos (AINE). A medida que se cronifican el tratamiento debe pasar a ser más multimodal. Debemos recordar que la apari­ción brusca de sintomatología no indica que la lesión sea aguda, ya que en muchas ocasiones las lesiones crónicas pasan desapercibidas hasta que aparece el dolor evidente, la cojera, etc.

en el cartílago son beneficiosas, la carga excesiva es muy perjudicial. La obesidad es responsable de la aparición de artrosis también a nivel meta­bólico, lo que explica por qué en humanos la artrosis de manos (que no reciben sobrecarga) es más frecuente en pacientes obesos. La leptina, una hormona secretada en el tejido graso, tiene un efecto proinflamatorio y catabólico en el car­tílago, lo que predispone a la artrosis. Todos los pacientes con enfermedad articular de cualquier origen deberían seguir un plan de control y/o disminución de peso con una dieta específica.

Ejercicio diario de bajo impacto

Ejercicios de bajo impacto como pasear y, en la medida de lo posible, nadar son actividades muy adecuadas, al contrario que los ejercicios explosivos de carreras y frenadas. La ausencia de ejercicio favorece la rigidez de la articulación y consecuentemente el dolor.

Control del dolor

  • AINE: constituyen el pilar principal del tra­tamiento analgésico en la enfermedad articu­lar. Hoy en día contamos con una amplísima gama de AINE que nos permiten elegir el más adecuado para cada paciente. En el caso de los gatos, la oferta es mucho más reducida, pero también existen muy buenas opciones. En los casos crónicos, los AINE se deben adminis­trar en protocolos prolongados y en algunos casos incluso de manera constante. Los ensa­yos terapéuticos consisten en administrar un ciclo de AINE en animales que no cojean pero que sospechamos que padecen dolor articular. Si se observan cambios de actitud se confir­maría la presencia de dolor articular.
  • Otros fármacos: el tramadol, la gabapentina y la amantadina son también eficaces como coadyuvantes en el control analgésico de la enfermedad articular.

Nutracéuticos

  • Condroprotectores: ayudan a preservar el cartílago y pueden tener efecto antiinflama­torio. Algunos aportan componentes propios del cartílago y contribuyen a su reparación y otros promueven la secreción de líquido sino­vial, disminuyendo la inflamación. Si tenemos en cuenta la estructura del cartílago articular, formado por células llamadas condrocitos que generan una matriz compuesta por colágeno y proteoglucanos como el ácido hialurónico, el sulfato de condroitina, dermatan sulfato etc., podremos comprender la composición de estos condroprotectores, cuyos componentes principales son precisamente los glucosamino­glucanos, gluscosamina y sulfato de condroi­tina, así como el ácido hialurónico, colágeno tipo II y últimamente también ácidos grasos omega-3, metilsulfonilmetano (MSM) y vita­mina E, entre otros. Hay estudios que apoyan su eficacia en el tratamiento de la artrosis y otros que la cuestionan y su utilidad es controvertida, pero está claro es que su efectividad depende de diferentes variables como la presencia o no de cartílago viable en la articulación, inflama­ción grave o alteración de la biodisponibilidad por interacción con otros fármacos. Se debe­rían utilizar de manera precoz en la enferme­dad articular y en protocolos prolongados.
  • Ácidos grasos omega-3: ayudan a reducir la inflamación y mejoran los signos clínicos, lo que permite reducir la dosis de los antiinflamatorios.

Fisioterapia y rehabilitación

La fisioterapia y la rehabilitación es primordial en el tratamiento de la enfermedad articular crónica, a través de movilizaciones pasivas, activas, así como masajes y la utilización de diferentes técnicas (electroestimulación, láser terapéutico, ultrasonidos, hidroterapia, etc.). Su aplicación debe sustentarse en un diagnós­tico clínico previo. La participación activa del propietario en casa es también muy importante para la recuperación del paciente.

Terapias alternativas

Las terapias regenerativas (infiltración de fac­tores de crecimiento y células madre) y alterna­tivas como la acupuntura, entre otras, pueden ser muy eficaces en opinión del autor como medidas de apoyo al tratamiento convencional, partiendo de un diagnóstico previo y teniendo en cuenta que se debe seleccionar al paciente adecuado, ya que no todas estas terapias son igualmente efectivas para todos los pacientes y todas las enfermedades articulares.

Extraído de Alejandro Bañares, Dolor articular en perros y gatos, Ateuves 86, págs. 18-21.

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