Las altas temperaturas unidas a una elevada humedad son las mejores condiciones para que se desarrollen ciertos mosquitos, como el que transmite la Dirofilaria. Es importante conocer su distribución geográfica para poder aplicar las medidas preventivas necesarias.
La distribución de Dirofilaria immitis es variable. Dado que la dirofilariosis se transmite mediante la picadura del mosquito que previamente se ha alimentado de un animal infectado y se ha desarrollado hasta L3 (larva infectiva), su distribución está determinada por la existencia de unas condiciones climáticas adecuadas de alta temperatura y humedad para el desarrollo del mismo. Así, D. immitis se distribuye principalmente por zonas del sur de la península Ibérica (Extremadura, Andalucía, Murcia, etc.) y periferias de ríos y zonas de regadío como la ribera del Tormes o el delta del Ebro, teniendo la mayor incidencia en las Islas Canarias. Fuera de nuestras fronteras la distribución de D. immitis se considera mundial y se da en aquellas zonas en las que las condiciones climatológicas favorezcan el desarrollo de los mosquitos de los géneros Aedex, Culex, Culiseta, etc. En cuanto a D. repens, en España se distribuye por la cuenca mediterránea e Islas Baleares, y se han detectado casos en el sureste, centro y oeste de Europa, siendo más prevalente en zonas cercanas al Mediterráneo, Asia y África. La prevención es muy importante como ya comentamos en un artículo anterior.
Ciclo biológico
Dirofilaria immitis es un nematodo largo y delgado, cuyos adultos residen en arterias pulmonares y ventrículo derecho del corazón del hospedador. La hembra (13 a 30 cm) es mayor que el macho (9 a 20 cm). Desde la inoculación de la larva L3 por parte del mosquito hasta el estadio adulto en su localización final dentro del hospedador pueden pasar entre 4 y 9 meses. Los adultos pueden llegar a vivir unos 5-7 años y las microfilarias hasta unos dos años en la circulación sanguínea. Además, las filarias albergan la bacteria simbionte Wolbachia pipientis, que se encuentra en todos los estadios del ciclo del parásito y desempeña un papel determinante en la patogenia. Dirofilaria repens es más pequeña; la hembra mide 10-17 cm y el macho, 5-7 cm. Los adultos se encuentran en el tejido subcutáneo formando nódulos que son indoloros y provocan escasa sintomatología (dermatitis generalizada, alopecia localizada, rascado, frotamiento…) o, en casos graves, puede llegar a afectar a órganos internos, lo que dificulta el diagnóstico y favorece la diseminación de la enfermedad.
Signos clínicos
En general debemos estar atentos a cada animal susceptible que entre en la consulta y presente síntomas generales de esta enfermedad: tos, disnea y taquipnea, intolerancia al ejercicio, pérdida de peso, síncope, hemoptisis o epistaxis y ascitis. Sin embargo, es una enfermedad cuyo cuadro clínico tarda en aparecer, de modo que se presenta a partir del primer año de edad y no se hace evidente hasta pasados varios años posinfección.
Diagnóstico
Para el diagnóstico de D. immitis existen tests rápidos que detectan antígenos específicos de hembras adultas. Se debe tener en cuenta que estos tests no detectan machos ni filarias juveniles (menores de seis meses). La detección de microfilarias se puede realizar mediante la técnica denominada “gota gruesa” (se pone una gota de sangre entre un porta y un cubre y se busca la presencia de microfilarias al micros-copio con el objetivo x10) o métodos de concentración (como el test de Knott, el método de filtración o el test de Woo). En el caso de D. repens, solo se puede diagnosticar mediante la detección de microfilarias.
En la dirofilariosis cardiopulmonar, una vez diagnosticada la patología se recomienda realizar radiografías de tórax (en las dos proyecciones LL y VD/DV) y una para establecer la gravedad de la enfermedad y poder emitir un pronóstico (ver figura). Para establecer la gravedad de la dirofilariosis cardiopulmonar se ha desarrollado una clasificación según el grado de afección de la patología. La clasificación va desde la fase I, en la que el perro es asintomático, hasta la fase IV, la más grave, caracterizada por el síndrome de vena cava, en el que la invasión de los parásitos adultos se extiende al lado derecho del corazón y la vena cava, presentándose ascitis, insuficiencia cardiaca aguda, shock y la muerte del animal.
Extraído de: Enrique Parejo Monago y Cristina Ruiz Perdomo. Dirofilariosis: una enfermedad en expansión. Ateuves 50, pp. 24-28.
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