En este artículo te ayudamos a comprender por qué es tan frecuente este síndrome en nuestra profesión, a identificar los síntomas más característicos que puedes detectar tanto en ti mismo como en tus compañeros y los pasos más importantes que hay que seguir para superarlo.
Desde hace unos años han surgido por diferentes canales del sector datos alarmantes sobre el síndrome del quemado (burnout), la fatiga por compasión y el suicidio en veterinarios. Es verdad que poco se ha hablado del estrés y burnout que sufren también otros miembros del equipo como son los ATV, que de forma más silenciosa están sufriendo estas enfermedades psicosociales ligadas al mundo laboral en el que se encuentran. Ciertamente los datos citan cifras alarmantes, un 30 % de veterinarios están predispuestos a padecer burnout y del 12 al 15 % están sufriéndolo en estos momentos. El riesgo de suicidio es cuatro veces superior al resto de la población en general. Estos datos nos están informando de que la profesión veterinaria está enferma y arrastra una lastra estadística que todos debemos combatir. Y, por supuesto, con esta información nos estamos refiriendo a todos los profesionales vinculados a los centros veterinarios.
Diferencia entre burnout y fatiga por compasión
Aunque el burnout y la fatiga por compasión comparten algunas coincidencias, hay una diferencia importante, ya que el síndrome del quemado depende mucho de su entorno, y al hacer un cambio, por ejemplo, cambiar de clínica o cambiar de equipo, pueden disminuir o desaparecer todos los síntomas. En cambio, la fatiga por compasión no depende tanto del entorno, sino de tu gestión emocional al trabajar con pacientes paliativos o la eutanasia y el vínculo emocional incluso de amistad que se tiene con clientes de toda la vida. Un desencadenante del burnout o síndrome del quemado es una exposición prolongada en el tiempo a situaciones que nos producen estrés.
¿Cuáles son los factores que generan estrés en los ATV?
Aunque no se han realizado tantos estudios como los enfocados a los veterinarios, podemos trasladar datos que nos ayuden a entender las causas.
- Largas horas de trabajo
Una de las causas que más se citan son las largas horas de trabajo. Es verdad que nunca sabes cuándo te va a venir una urgencia o una visita que requiere pruebas diagnósticas justo antes del cierre y como ATV tenemos que dar soporte al veterinario.
- Trabajar de cara al público
Una segunda causa es la atención al cliente, muchas veces se genera un cansancio en caso de clientes exigentes o clientes difíciles que pueden no facilitar nuestro trabajo.
- Seguir un presupuesto
Una tercera causa es que no somos una seguridad social, a muchos nos gustaría que no tuviésemos que estar pendientes de la aceptación del presupuesto para poder curar a nuestros pacientes, por ejemplo, cuando nos llega el caso de un paciente que se podría curar, pero el cliente, no por un tema de falta de dinero, sino por falta de vínculo emocional con su animal, no quiere hacer más pruebas o solicita la eutanasia.
- Falta de coordinación y comunicación en el equipo
Podemos hablar de otras causas más internas del equipo, como por ejemplo la falta de protocolos o que estos no sean respetados, lo que provoca que los materiales no estén en su sitio, que la clínica no mantenga la higiene adecuada, que se generen más conflictos con los clientes y con los compañeros, incongruencias entre varios gerentes o comunicación inadecuada o insuficiente, etc. Los equipos de las clínicas españolas son pequeños o de empresas medianas, lo que hace que durante toda la jornada laboral se creen vínculos de amistad y casi de familia, lo que puede llevar a errores en los roles que como miembros del equipo debe tener cada uno.
- Salario insuficiente
Por último, una causa muy expresada en el sector es el salario bajo, que no permite tener una realización personal completa (pagar el piso, coche, estudios y ocio).
¿Cómo podemos curarnos de un burnout?
Hablar de curación, en mi opinión, es hablar de fracaso como sector al no haber puesto medios de control y de gestión del estrés. En todas las clínicas se deberían trabajar competencias vitales como la gestión del tiempo, el trabajo bajo presión, la comunicación efectiva, la negociación y la gestión de conflictos. Crear reuniones y formaciones sobre estos temas debería ser imprescindible para bajar las estadísticas citadas anteriormente. En realidad, todas las escuelas de formación de ATV deberían empezar a integrar en sus programas de formación estas materias, porque la solución no es considerar a las personas que lo sufren como compañeros tóxicos e irascibles, o que la gente abandone la profesión que tanto ha amado, la solución es prevenir.
Ser conscientes del problema y poner medidas correctoras
¿Pero qué podemos hacer si los controles de prevención no han funcionado y estamos entrando en el síndrome del quemado? Lo más importante y difícil es darse cuenta de qué te está pasando, y la aceptación es el principio del afrontamiento de la enfermedad. Lo segundo es poner medidas correctoras dentro de tu trabajo y fuera de él. Ser consciente de tu horario y de cuáles son tus funciones y tareas y programarte el tiempo que vas a dedicar a ellas para poder salir puntual ayuda, aunque no lo parezca, a disminuir el estrés y a que fuera del trabajo puedas mantener relaciones familiares y con los amigos más saludables al no tener que estar siempre excusándote porque llegas tarde a los sitios y eventos. Parte del tratamiento del burnout pasa en algunos casos por dejar de ejercer la profesión un tiempo para poder bajar el nivel de estrés y darse tiempo a curarse.
Cuidar la salud mental y física
Tenemos que cuidar la salud mental y el cuerpo, por ello, también es necesario seguir una dieta equilibrada y saludable, como reducir la ingestión de azúcar blanco. También sabemos que el ejercicio nos ayuda a segregar sustancias químicas como las endorfinas que reducen la sensación de dolor, o también las llamadas hormonas de la felicidad como la dopamina y la serotonina.
Realizar actividades enriquecedoras
Claro que cuando estás en el “agujero” y no tienes fuerza es difícil tener ganas de salir de casa, de ir a correr o a nadar, por ello, si ya has reconocido que tienes burnout lo siguiente es trabajar la desgana y la desidia y forzarte al principio a cocinar para ti, hacer ejercicio, no dejar de salir con los amigos, tener contacto con la naturaleza, darte un premio como un viaje, aunque sea cerca, porque se trata de romper la rutina. Puedes además utilizar técnicas de meditación como el mindfulness, baile sufí o yoga que te ayuden a descargar toda la tensión acumulada, tomar el control de tu tiempo, gestionar la ansiedad a través de técnicas de respiración y si lo haces en actividad grupal te permitirá conocer gente de fuera del sector, ya que a veces es difícil dejar de pensar y de hablar de temas relacionados con el trabajo, lo que nos evita desconectar y descansar adecuadamente.
Pedir ayuda
Por último, recuerda que no estás solo o sola, pide ayuda, tanto de tu entorno como de profesionales como psicólogos y psiquiatras. Lo que te ocurre no debe darte vergüenza, ni debes ocultarlo, verás que cuando lo empiezas a hablar descubres que hay más gente que está pasando por lo mismo y encontrarás personas que pueden contarte su experiencia y cómo se curaron. En el burnout el apoyo emocional es imprescindible y todos debemos desde nuestra responsabilidad contribuir en este tema para que no tengamos que decir que es la profesión más precaria y con más altos niveles de suicidios, sino la profesión vocacional más bonita del mundo.