Enfermedades hepáticas en el perro y el gato

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El hígado es el mayor órgano del cuerpo, constituye el 3,4 % del peso corporal en adultos. Participa en la detoxificación del organismo y, por lo tanto, además de sus propias patologías, se ve afectado de forma secundaria por enfermedades de otros órganos.

La superficie convexa del hígado contacta principalmente con el diafragma y la cóncava con estómago, duodeno, páncreas y riñón derecho. Recibe sangre de la arteria hepática en un 20 % y el resto de la vena porta (que lleva sangre des-de estómago, intestinos, páncreas y bazo). El drenaje linfático desemboca en nódulos linfáticos hepáticos, esplénicos y gástricos. También existe una inervación: el nervio vago lleva fibras nerviosas aferentes desde el hígado, y las eferentes son vagales parasimpáticas y simpáticas. La vesícula biliar es un reservorio que almacena y modifica la bilis que segrega el hígado y se continúa con el conducto quístico. Un número de conductos biliares hepáticos lleva bilis al conducto biliar común (colédoco) hasta duodeno, a 2,5-6 cm del píloro. En el gato el conducto biliar termina en el intestino junto con el conducto pancreático, a unos 3 cm del píloro. El esfínter de Oddi controla la liberación de la bilis en el intestino [1] (figuras 1 y 2). El hígado desempeña un papel principal en un conjunto de procesos que comprenden el metabolismo de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas, la desintoxicación de los metabolitos y los xenobióticos, el almacenamiento de vitaminas, oligoelementos metálicos, grasa y glucógeno, la digestión de la grasa y la inmunorregulación [2].

Enfermedades hepáticas

Figuras 1 y 2. Anatomía del hígado.

Enfermedades hepáticas

 

 

 

 

 

 

 

El diagnóstico precoz de la enfermedad hepática con frecuencia se ve dificultado por la falta de signos específicos y la escasez de hallazgos durante el examen físico. A no ser que el paciente presente ictericia o síntomas evidentes de encefalopatía o ascitis, las alteraciones clinico-patológicas suelen ser el primer signo de enfermedad hepática [3].

¿Qué es un xenobiótico?
Actualmente se denominan xenobióticos a los compuestos tanto naturales como sintéticos, a los que estamos expuestos y que nuestro organismo metaboliza y acumula, pudiendo ser sus efectos muy peligrosos para la salud. Se utilizan en química orgánica, generalmente en la industria, en plásticos, pinturas, alimentos, medicamentos, combustibles, cosméticos, cigarrillos, envases, etc.

Enfermedades del parénquima hepático

Las enfermedades del parénquima hepático que necesitan tratamiento específico son la hepatitis aguda y crónica, la asociada al cobre, la cirrosis en los perros, los abcesos hepáticos en los perros y la lipidosis hepática en los gatos [4].

Hepatitis primaria

Poco se sabe sobre la etiología, evolución, resultados de los tratamientos y factores que afectan el pronóstico en perros con esa hepatitis. En un estudio retrospectivo realizado en 101 perros con hepatitis primaria confirmada histológicamente se informó de la aparición de hepatitis aguda en 21 perros y crónica en 67. En 43 perros fue idiopática (64 %) y en 24 (36 %) se asoció a acumulación de cobre. La media de supervivencia fue mayor en la forma aguda. La mayoría de los casos fueron crónicos [5].

Metabólicas que afectan al hígado

Dentro de estas enfermedades destacan la he­patopatía esteroidea y la lipidosis hepática.

La hepatopatía esteroidea es una respuesta úni­ca e idiosincrásica del hígado canino frente a la administración exógena o la sobreproducción endógena de corticoides. La alteración se caracteriza por vacualización hepatocelular, con hepatomegalia y diversos signos clínicos y de laboratorio [6].

Enfermedades del parénquima hepático
Hepatitis primaria (aguda o crónica).
Metabólicas que afectan al hígado.
Enfermedades sistémicas que afectan secundariamente al hígado.
Enfermedades por acumulación de cobre con hepatitis secundaria.
Cirrosis (forma terminal de todas las formas crónicas).

La lipidosis hepática es un síndrome causado por la acumulación de triglicéridos en los hepatocitos debido a trastornos en el metabolismo lipídico y se asocia a una grave disfunción hepá­tica. En algunos casos se asocia a pancreatitis, enfermedad inflamatoria intestinal y colangio­hepatitis, pero la mayoría de las veces es idiopá­tica. Normalmente se produce en gatos obesos que pasan un tiempo con anorexia. Se puede presentar después de una situación de estrés o cambio de dieta, o puede no haber una causa conocida. Los síntomas suelen ser inapetencia, pérdida de peso, vómitos e ictericia [7].

Enfermedades sistémicas que afectan secundariamente al hígado

Entre éstas destacan las intoxicaciones xeno­bióticas intrínsecas (fármacos como el paracetamol, carprofeno, etc.) y las lesiones idiosin­crásicas (mecanismos inmunológicos) [8].

Enfermedades por acumulación de cobre con hepatitis secundaria

Es éste un defecto metabólico hereditario en la excreción del cobre y que causa hepatitis crónica en Bedlington Terrier y West Higland White Terrier. El diagnóstico requiere biopsia hepática [9].

Cirrosis

La cirrosis es el resultado final de la lesión he­pática crónica. En un estudio se pudo deter­minar que representaba el 15% de todas las biopsias [10]. Por lo general se considera irre­versible: la erradicación de la causa subyacente en ese momento podría retrasar la progresión del proceso, pero los mecanismos perpetuan­tes impiden la recuperación completa [11,12].

Toma de muestras

Para el diagnóstico definitivo es frecuente que el veterinario tome muestras para su estudio citológico o histopatológico. Para ello puede hacer uso del ecógrafo, torre de laparoscopia o directamente proceder a una laparotomía ex­ploratoria y toma de muestras. Para citología se usan unas agujas largas y finas (aspiración con aguja fina) y para un estudio de tejidos se usa un Tru-cut (figura 3) que podrá ser manual o automático. En ambos casos las células o el tejido, respectivamente, quedarán englobados dentro de un cilindro para su posterior conservación y envío a un centro de histopatología. Un aumento de las enzimas hepáticas, ácidos biliares o anomalías ecográficas hepáticas son indicaciones propias para justificar una citolo­gía o biopsia hepática.

Figura 3. Tru-cut para el estudio de tejidos.

Figura 3. Tru-cut para el estudio de tejidos.

Cuando se usa el ecógrafo se puede aplicar un dispositivo especial en la sonda que permite el paso de la aguja o Tru-cut en un ángulo que co­incide con el que da el ecógrafo y que se refleja mediante una línea de puntos. Al introducir la aguja se irá viendo en el ecógrafo cómo en­tra en el cuerpo a través de la línea de puntos, incluso se verá la profundidad a la que va en­trando la aguja.

Si se utiliza la torre de laparoscopia la toma de muestras se hace con fórceps de biopsia de 5 mm en cuatro áreas diferentes, se mantiene 30 segundos cerrada y después se coloca un algodón quirúrgico de hemostasia (espongostán…), o bien se usa un lazo de polopectomía, ligasure o sutura manual.

Si el veterinario hace la toma de muestras mediante laparotomía usaría fórceps de biop­sia, punch, método de guillotina, lobectomía parcial con sistema convencional, método Sta­ppler (figura 4), que permite aplicar un con­junto de grapas de una sola vez o mediante el uso de ligasure.

Figura 4. Método Stappler para aplicar grapas.

Figura 4. Método Stappler para aplicar grapas.

Enfermedades del sistema biliar

Podemos clasificarlas como obstructivas, no obstructivas y rotura de vesícula biliar o conductos biliares extrahepáticos.

Obstructivas

La enfermedad pancreática es la causa más co­mún de la obstrucción del sistema biliar extrahepático (OBEH) en el perro, en tanto que los tumores y las enfermedades inflamatorias de las vías biliares, el páncreas o ambos son las causas más frecuentes en los gatos [13]. Los cálculos pueden causar OBEH pero son poco comunes [14].

La pancreatitis puede causar la formación de cicatrices en o alrededor del conducto, o comprimir el conducto por tejido inflamado, abce­sos o quistes. El tratamiento en este caso sería tratar la pancreatitis y si no hay éxito habría que resolverlo con cirugía.

Las neoplasias, sobre todo los adenocarcinomas pancreáticos o de vías biliares, pueden producir OBEH. La cirugía no da buenos resultados en estos casos. La quimioterapia es beneficiosa en algunos animales con linfosarcomas.

Los coletitos pueden llegar a obstruir el con­ducto colédoco. La colecistectomía es el tratamiento de elección cuando se presentan signos clínicos secundarios a la colelitiasis [15].

Un mucocele de la vesícula es una acumulación anormal de mucosidad espesa que distiende la vesícula y suele producir un cierto grado de OBEH [16] (es habitual en Cocker Spaniel). Si no se trata puede producirse una necrosis de vesícula biliar con posterior rotura.

Otras causas de OBEH son hernia diafragmáti­ca y pseudoquistes biliares [17].

No obstructivas

Entre las no obstructivas destacan las colecisti­tis, que suelen ser debidas a una infección bacteriana ascendente desde el intestino delgado a través del conducto colédoco, o por disemi­nación hematógena. Se tratan con antibióticos pero si son recurrentes la colecistectomía suele ser curativa. Pueden evolucionar a colangitis bacteriana y colangiohepatitis si la infección asciende hacia el hígado. Es más frecuente en gatos y, en perros, en el Pastor de Shetland.

La colecistitis necrosante aparece cuando la infección bacteriana afecta gravemente a la pa­red de la vesícula biliar, que a veces se rompe y derrama bilis en abdomen [18] llegando a pro­ducir una peritonitis localizada o generalizada.

La colecistitis enfisematosa aparece cuando bac­terias formadoras de gas infectan la vesícula y el gas rellena la luz o invade la pared (colecistitis timpánica y enfisematosa respectivamente) [19].

En algunos países se pueden encontrar parási­tos en la vesícula, conductos biliares o ambos [20,21].

Las neoplasias de vesícula o vías biliares extrahe­páticas son raras. Los carcinomas del conducto biliar se han observado en perros y gatos [19].

Hepatopatías vasculares

Los shunts portosistémicos pueden ser extra e intrahepáticos. Los primeros son más frecuentes en perros de razas miniatura y toys y en gatos, en Himalaya y Persa. Los intrahepáticos son más frecuentes en perros de razas grandes como retrievers, Pastor Alemán, Pastor Austra­liano y Lobo Irlandés.

También se pueden dar otras anomalías vascu­lares como fístulas arteriovenosas, hipertensión portal no cirrótica idiopática o displasia micro­vascular.

Diagnóstico

Figura 6. Ecografía Doppler color de shunt portosistémico extrahepático. Turbulencia en vaso anómalo y vena cava caudal.

Figura 6. Ecografía Doppler color de shunt portosistémico extrahepático. Turbulencia en
vaso anómalo y vena cava caudal.

Hoy en día el diagnóstico se basa en la analítica y la ecografía Doppler color fundamentalmente (figura 5). Para el diagnóstico se han usado desde siempre radiografías de contraste. Para ello se utiliza un vaso yeyunal o esplénico a tra­vés del cual se introduce el contraste que debe pasar directamente al hígado, si el animal está normal, o puede ir a la vena cava caudal o vena ázigos sin pasar por el hígado, si el animal tie­ne un shunt extrahepático. Hay otros accesos diagnósticos como el uso de gammagrafía, TAC y resonancia magnética pero son pruebas más sofisticadas y caras cuyo uso se limita a aquellos casos en los que no se puede concluir un diag­nóstico con el Doppler color.

El tratamiento puede ser médico o quirúrgico.

Extraído de: Alfredo Pérez, Enfermedades hepáticas en el perro y el gato, Ateuves 26, pág. 28-33.

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