Si el paciente hospitalizado permanece tumbado y es incapaz de levantarse, debe recibir los cuidados necesarios para mantenerse en buen estado. Entre ellos, la hidratación y fluidoterapia.
Hidratación y fluidoterapia
El grado de hidratación y el plan de fluidoterapia ajustado es otro pilar fundamental en estos pacientes. Deben ser revaluados de 3 a 4 veces al día para ajustar el plan de fluidoterapia a las necesidades específicas de cada uno, en cada momento y según los efectos deseados.
El examen físico debe comprender pruebas de hidratación y perfusión así como complicaciones asociadas como edema, flebitis y extravasaciones.
- Hidratación: humedad de mucosas, turgencia cutánea, retracción del globo ocular.
- Peso corporal: cambios agudos en el peso corporal suelen relacionarse con cambios en el estado hídrico. Cuando rehidratamos el peso podría variar, por lo que hay que monitorizarlo.
- Output urinario: control de la producción de orina mediante pesado de los animales previamente y después de orinar, con recolección por micción natural o sondaje en casos de sondas urinarias permanentes. El objetivo de producción urinaria en animales hipoperfundidos es de 0,5 a 2 ml/kg/h.
- Presión venosa central: se mide a través de un catéter central en la vena cava craneal e informa de la precarga cardiaca. Es el mejor valor a la hora de evaluar la volemia del paciente.
- Analíticas sanguíneas: la monitorización básica de UCI consta de hemograma, proteínas totales y electrolitos cada 12 o 24 h, y puede ser variable según la naturaleza de su hospitalización.
Esta información ayuda al clínico a revaluar al paciente diariamente con mayor sensibilidad. Un correcto balance en fluidoterapia se consigue estableciendo un objetivo de hidratación. Hay que tener en cuenta las pérdidas diarias como vómitos, diarreas, producción de orina, heridas y exudados y por último, hasta un 10 % de evaporación a través del sistema respiratorio. Estas pérdidas se deben reponer diariamente.
Los signos de sobrehidratación son: edemas periféricos en extremidades, axilas y cara; quemosis; edema pulmonar y cerebral.
Manejo urinario
La retención urinaria prolongada provoca daños en el músculo detrusor y aumenta la morbilidad de infecciones del tracto urinario inferior. En hospitalización se pueden encontrar tres tipos de pacientes al respecto: los que orinan voluntariamente, los sondados y los que requieren de vaciados manuales (ver figura).
Los pacientes sondados se tendrán que conectar obligatoriamente a un sistema de recolección cerrado. La producción y el estado de la vejiga se han de examinar diariamente. Los sistemas de recogida en sondados permitirán evaluar la producción con mayor sensibilidad. Estos sistemas requieren estar en declive respecto al paciente evitando el suelo para prevenir contaminación. La limpieza de estos sistemas es obligatoria, igual que su monitorización por lo menos cada 6 horas.
Algunos sistemas comerciales aportan principalmente tres ventajas frente a los caseros: contienen un sistema de medición directa, una válvula de vaciado independiente del sistema de entrada y algunos, válvulas antirreflujo.
Extraído de Manuel Jiménez Peláez, Gabriel Carbonell Rosselló y Alejandro Luján Feliu-Pascual, Manejo del paciente en recumbencia, Ateuves 66, págs. 22-25.
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