El juego es una conducta fundamental en el desarrollo del cachorro, ya que le permite tener una buena relación social con sus congéneres y, también, con el ser humano. Además, favorece la comunicación entre el grupo y es una fuente de aprendizaje continua.

La conducta lúdica o juego es un comportamiento propio de los mamíferos y también de algunas aves, pero es extremadamente raro en otras especies animales (es difícil imaginarse a una cría de cocodrilo retozando con sus hermanos). Es una conducta que se da típicamente entre las crías.

A primera vista da la impresión de que carece de una función determinada, sin embargo y según la definición de K. Groos, el juego es “un ejercicio preparatorio que constituye en la primera edad de los humanos y animales un procedimiento instintivo de adquisición de comportamientos adaptados a las situaciones que el adulto tendrá que afrontar posteriormente”. Es decir, el juego es como un ensayo, una preparación para afrontar todas las situaciones y dificultades con las que se encontrará el animal en su edad adulta.

A continuación, explicaremos brevemente algunas de las características del juego y ofreceremos algunos consejos para que el propietario aprenda a jugar con su mascota.

Ventajas del juego

Ejercita los músculos.
Libera la tensión acumulada.
Refuerza la relación propietario-perro.
Refuerza el papel del propietario como “jefe de la manada” ya que es él el que empieza y acaba las sesiones de juego.
Evita el aburrimiento.
Desarrolla sus sentidos.

Diferentes tipos de juego

El cachorro no juega siempre igual y cada tipo de juego tiene un papel diferente en el desarrollo del cachorro.

El juego social

El objetivo de este tipo de juego es el de aprender a “comportarse en sociedad”. A diferencia de los gatos, los perros son animales sociales que necesitan estar integrados dentro de un grupo para desarrollar todas sus habilidades. En el juego social con sus congéneres los cachorros se persiguen, se pelean y miden sus fuerzas ante un objetivo.

En el caso de las mascotas, la familia humana pasa a convertirse en su “manada” y el animal tiene que aprender a establecer relaciones con las personas. Esto se puede conseguir con el juego, pero el propietario se lo debe tomar en serio, es decir, debe ratificar su posición de líder. Para ello debe iniciar y finalizar las sesiones de juego, y siempre debe “ganar” en las persecuciones o peleas.

El juego solitario

El perro juega con algún objeto o simplemente pega brincos o se persigue la cola. En este caso, el propietario no debe intervenir ya que el perro también necesita jugar solo.

El juego de exploración

Los niños pequeños tocan todo aquello que está al alcance de sus manos. Por eso conviene ofrecerles muchos objetos diferentes para que a través del tacto y la manipulación descubran su entorno. Con los cachorros de perro sucede algo similar: hay que dejarles tocar, manipular y mordisquear diferentes elementos y tener presente que en algunas ocasiones nuestras pertenencias quedarán dañadas.

El juego de las peleas

El cachorro debe aprender que las peleas con sus congéneres no son reales, están jugando. Si esto no le queda claro puede que de mayor tenga problemas conductuales relacionados sobre todo con los mordiscos. El objetivo de estas peleas es precisamente inhibir los mordiscos, por lo que hay que dejar que los cachorros aprendan por sí solos hasta dónde pueden morder. En este sentido, es fundamental el papel del propietario: una persona que incite y estimule al animal a morder lo único que conseguirá es un perro adulto peligroso.

Así pues, vemos la importancia que tiene la educación del perro a edades tempranas y la importante responsabilidad del dueño para convertir a su animal en una mascota alegre, sana y equilibrada.

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La invitación al juego

El perro puede expresar de diferentes maneras su deseo de iniciar una sesión de juego. Una de las posturas más típicas consiste en flexionar las patas delanteras y mantener la parte trasera levantada. Otras veces, el cachorro puede coger una pelota y sentarse frente al propietario; en cuanto éste intenta cogerla el perro la muerde y se escapa, volviendo a adoptar la postura hasta que consigue que la persona le siga el juego. Cuando quiere jugar con otros perros el animal se acerca y se aleja saltando con rapidez.

¿Qué problemas provoca la falta de juego en el desarrollo del cachorro?

Si al cachorro no se le permite jugar cuando sea adulto puede presentar alteraciones en su comportamiento. Un perro que no juega tiene un exceso de energía y no sabe qué hacer con ella, por eso se vuelve hiperactivo, aburrido, triste o malhumorado y pone todo su interés en realizar conductas inapropiadas como arañar paredes, morder muebles o destrozar objetos. Las estadísticas indican que la mayor parte de los abandonos de perros se deben al mal comportamiento del animal en el hogar, por lo tanto hay que enseñar al cachorro desde el primer día a morder sus juguetes, de modo que pierda interés por las patas de las mesas, cortinas, alfombras o puertas. Si se consigue este objetivo la convivencia con el animal será completamente satisfactoria.

La falta de juego también reduce de forma notable su capacidad de aprendizaje, ya que debemos recordar que mediante el juego el cachorro aprende, ensaya y perfecciona el comportamiento que tendrá cuando sea adulto. Gracias al juego, el cachorro recibe infinidad de estímulos y hace frente a situaciones desconocidas.

Otro de los inconvenientes de la falta de juego es la incapacidad para relacionarse con los demás en la edad adulta.

Características del juego en cachorros