La leishmaniosis canina: puntos clave para su diagnóstico, tratamiento y prevención

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Siendo tan frecuente y grave esta enfermedad para nuestras mascotas, la labor de información de los ATV es muy importante para poder mejorar la comprensión de esta enfermedad por parte del propietario del perro.

La leishmaniosis canina es una enfermedad de tipo parasitario y está producida por el protozoo Leishmania infantum. Es una enfermedad endémica en todo el área mediterránea, es decir, hay una gran cantidad de casos diagnosticados por esta zona.

Se transmite a través de la picadura de moscas de la arena o flebotomos, una especie de insectos parecidos a los mosquitos comunes. Los síntomas son muy variados y su gravedad dependerá de la capacidad de la respuesta inmunitaria del perro. Es una enfermedad
crónica que actualmente no tiene tratamiento eficaz para eliminar de forma total al parásito, por lo que la prevención desempeña un papel muy importante.

Además, se trata de una zoonosis, es decir, las personas pueden verse afectadas por esta enfermedad, sobre todo en zonas con alta prevalencia de perros infectados, que actúan como reservorio.

Ciclo de vida

El protozoo Leishmania infantum completa su ciclo de vida biológico utilizando dos hospedadores
distintos: un flebotomo que actúa como vector, y las células de un vertebrado, principalmente
el perro, que sería el reservorio.

El flebotomo se infecta al picar a un perro infectado y alimentarse de su sangre que contiene el parásito. Este evoluciona en el interior del intestino del insecto hasta su forma alargada y con flagelo (promastigotes) multiplicándose. Después viajan a la boca, y cuando se alimentan de otro perro transmiten estos parásitos.
Una vez en el perro, estas formas parasitarias invaden los macrófagos y se transforman en su forma ovoide (amastigotes) dispersándose por todo el organismo.

Entendiendo este ciclo, cuando dos perros viven juntos y uno de los dos está infectado no implica que el otro también lo vaya a estar, ya que el contacto directo entre ellos no es una vía de infección.

Cómo se contagia

Los perros sanos adquieren la parasitación mediante la picadura de un flebotomo hembra que porta los protozoos del género Leishmania en su interior tras haberse alimentado de la sangre de otro animal infectado. Como se comentaba en el párrafo anterior, no es posible el contagio por contacto directo entre animales o personas, ya que tiene que existir un vector intermediario. Además, una vez que un perro comienza a ser tratado y empieza a controlarse la enfermedad, deja de ser un posible foco de contagio.

Estos flebotomos tienen actividad nocturna, habitando zonas rurales o arboledas donde encuentran huecos y oquedades en las que ocultarse, alta humedad relativa, temperaturas moderadas y poca luz. Esto es importante porque si intentamos que nuestros perros no estén al exterior a partir de media tarde, el riesgo de que le pique el flebotomo será menor. Además, estos pequeños flebotomos no suelen volar cuando hay aire, por lo que esos días el riesgo es todavía menor.

Síntomas

La leishmaniosis es una enfermedad sistémica que puede afectar a cualquier órgano o tejido produciendo una sintomatología muy variable. Podemos encontrar desde perros infectados asintomáticos o con sintomatología, hasta animales con afectación sistémica grave. Los más importante de esta enfermedad es que no es el parásito en sí el que produce el daño en el perro, sino que es el propio sistema inmunitario
del animal el que lo ocasiona.

Lesiones cutáneas

Aproximadamente el 80 % de los perros enfermos presentan síntomas cutáneos. Lo más habitual son las alopecias, dermatitis exfoliativas (descamación), heridas que no curan y uñas largas o frágiles.

Síntomas generales inespecíficos

Algunos síntomas generales inespecíficos que se pueden detectar en los pacientes afectados son pérdida de peso, atrofia muscular, anemia, vómitos, diarrea y sangrado nasal.

Lesiones menos frecuentes

Otras afectaciones menos frecuentes incluyen problemas renales (principal causa de muerte en un perro con leishmaniosis), enfermedades de los ojos y los párpados, alteraciones vasculares como vasculitis y síntomas neurológicos.

Diagnóstico

En los casos de leishmaniosis cutánea, es bastante habitual que el perro aparente tener la enfermedad por presentar los síntomas más frecuentes como son alopecia y descamación alrededor de los ojos y puntas de las orejas, descamación por la zona dorsolumbar, heridas que no curan o uñas largas, pero esto no debe hacernos cometer el error de diagnosticar la enfermedad sin pruebas de laboratorio. De hecho, con la sintomatología tan diversa e inespecífica que presenta esta enfermedad, el diagnóstico de la leishmaniosis puede ser complicado. En zonas endémicas, a todo perro que llega enfermo y no ha sido de forma aguda (que haya pasado de un día para otro), se recomienda hacerle la prueba rápida en la clínica para descartar lo más habitual y poder seguir avanzando en el diagnóstico. Por desgracia, al ser una enfermedad tan compleja, no siempre es tan fácil llegar al diagnóstico y a veces tenemos que usar distintos métodos de diagnóstico para conseguir confirmar o descartar la infección.

Hace años, teníamos que mandar la sangre al laboratorio para poder detectar la infección. Por suerte, hoy en día contamos con la gran ventaja de poder realizar test rápidos (basados en inmunocromatografía)
en la clínica con tan solo una pequeña muestra de sangre que utilizamos para detectar anticuerpos frente a Leishmania, es decir, podemos saber si el perro ha tenido contacto o no con el parásito. Este test no nos sirve para determinar la cantidad de protozoos que hay o el estado de la infección, pero es la forma de diagnóstico más rápida (15-20 minutos en obtener el resultado), sencilla y económica.

Otros formas de diagnosticar la leishmaniosis sería realizar una citología a partir de una muestra de médula ósea o de ganglios linfáticos, también puede servir para detectar el parásito, con la desventaja de ser más laborioso y difícil en algunos casos de diagnosticar mediante su observación al microscopio. Si el resultado del test es positivo, el siguiente paso sería realizar una serología para conocer el título de anticuerpos frente a Leishmania de forma cuantitativa mediante una prueba de inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) que debe realizarse en el laboratorio. Un elevado nivel de anticuerpos confirmaría de forma definitiva el diagnóstico y nos daría información útil para el tratamiento. Por último, existen otras pruebas laboratoriales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en tiempo real, que también permite cuantificar la cantidad de parásitos en los tejidos de perros infectados.

Si confirmamos la enfermedad con una prueba diagnóstica, se recomienda realizar un proteinograma
con la misma muestra de sangre. Esta prueba no nos dice la gravedad ni el pronóstico como tal, pero sí que es útil para el seguimiento y valoración de la respuesta al tratamiento posterior.

En el caso de que tras realizar el test rápido el resultado sea negativo, lo ideal es pasar a aplicar medidas de prevención como la vacunación o el uso de antiparasitarios externos que se explicarán más adelante.

Tratamiento

El tratamiento suele ser bastante efectivo, mejora los síntomas en pocas semanas y reduce el riesgo de transmisión a otros perros. Sin embargo, no existe ningún fármaco que elimine el parásito del cuerpo del perro por completo.

En la mayoría de los casos, se recomienda un tratamiento combinado que incluye un fármaco leishmanicida (antimoniato de meglumina o miltefosina) y un fármaco leishmaniostático (alopurinol); el primer grupo para destruir el parásito y el segundo para impedir que se multiplique. Estos tratamientos suelen ser bastante seguros, pero pueden tener efectos secundarios indeseados. Por eso, el seguimiento de los pacientes es fundamental una vez iniciado el tratamiento.

Prevención

Esta parte es muy importante para el ATV, ya que puede reforzar la información del veterinario y mejorar el servicio al cliente en cuanto a asesoramiento sobre esta enfermedad.

La prevención se basa en dos aspectos importantes, por un lado, evitar la picadura del flebotomo reduciendo así el riesgo de infección y, por otro, vacunar a los perros para favorecer una respuesta inmunitaria eficaz y, en caso de infectarse, no desarrollar síntomas o hacerlo de forma menos agresiva.

1. Control del flebotomo

• Uso de insecticidas tópicos en forma de collares antiparasitarios (deltametrina) o pipetas (permetrina o imidacloprid).

• Otras medidas de manejo útiles para prevenir la picadura de estos insectos:

• Mantener a los perros en el interior de casa o evitar los paseos durante el amanecer o el atardecer (momentos de mayor actividad del flebotomo).
• No dejarlos dormir en el exterior en las temporadas calurosas de riesgo (de abril a noviembre).
• Evitar acumular materia orgánica, leña o piedras con oquedades donde se desarrollan las larvas.
• Utilizar insecticidas en formato pulverizador dentro de casa.
• Poner mosquiteras en ventanas y puertas.

2. Vacunación

Desde el 2016 disponemos de una vacuna frente a la leishmaniosis. Se puede administrar en perros de más de 6 meses de edad en una única dosis y con revacunación anual. Tiene una eficacia bastante alta, aunque no del 100 %, y sin apenas efectos secundarios incluso en perros de tamaño muy pequeño.

3. Diagnóstico precoz

Aunque no se puede considerar un método de prevención como tal, ya que los insecticidas, el manejo o incluso la vacunación no aseguran una prevención al 100 %, lo ideal es realizar como mínimo una prueba al año para intentar detectar la enfermedad lo antes posible.

Conclusión

Nos encontramos ante una de las enfermedades más importantes y que más sufrimiento causa en los perros y en los propietarios. Aunque hace muchos años incluso los veterinarios recomendaban la eutanasia de los perros enfermos por leishmaniosis, está más que demostrado que la enfermedad se puede controlar con el tratamiento adecuado y que el riesgo para el ser humano que convive con ellos es prácticamente nulo. La prevención o un diagnóstico precoz con un tratamiento adecuado pueden hacer que tanto nuestros pacientes como sus propietarios disfruten de una larga y feliz vida juntos, pero nunca hay que bajar la guardia.

Extraído de Alfredo Molina Leiva. La leishmaniosis canina: puntos clave para su diagnóstico, tratamiento y prevención. Ateuves 104, págs. 10-12.

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