La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) posee unos pelos urticantes que al entrar en contacto con perros, gatos y otros animales, pueden producir lesiones muy graves que pueden provocar incluso la muerte del animal. Los casos se observan más frecuentemente durante el inicio de la primavera, cuando las orugas migran.
Recientemente, algunos colegios oficiales de veterinarios, como el Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres, o en otras provincias como la provincia de Málaga y la Comunidad Valenciana, alertaban sobre la presencia de esta oruga y advertían a todos los propietarios de que contactaran con un veterinario rápidamente si detectaban cualquier signo compatible como babeo excesivo, inflamación de belfos, lengua, párpados, dificultad respiratoria, etc.
Los efectos de la toxina
El contacto se puede producir con la hilera de procesionaria del pino en movimiento, con nidos caídos al suelo que hacen desprender en el entorno los pelos urticantes o, muy ocasionalmente, con pelos llevados por el viento que pueden producir, por ejemplo, afecciones oculares.
Las localizaciones, el pronóstico y las secuelas de las lesiones están estrictamente relacionados con la parte del cuerpo afectada, con la intimidad del contacto y con la precocidad del tratamiento. La localización más frecuente es la oral: primero se observan erosiones y posteriormente úlceras que, dependiendo de la eficacia del tratamiento, evolucionarán hacia la curación o se harán más graves.
Es menos probable, aunque también se ha descrito, la localización ocular: si los pelos son transportados por el viento pueden entrar en contacto con los párpados o con la córnea (donde pueden llegar a causar úlceras). Otra posibilidad es la aspiración durante el olfateo, que causa rinitis aguda. A diferencia de los casos que se pueden dar en personas, las lesiones cutáneas son poco frecuentes.
Medidas preventivas
La mejor medida preventiva es intentar no exponer a los animales a esta oruga evitando los paseos por pinares durante la época de mayor presencia en el suelo de las orugas, entre febrero y abril.
Si a pesar de ello se produce el contacto con orugas de la procesionaria del pino, hay que lavar la zona afectada con agua caliente, ya que el calor desactiva la toxina. Es muy importante recordar que nunca se debe frotar la parte lesionada, ya que así se romperán los pelos de las orugas que se hayan quedado clavados o adheridos y se incrementará la liberación de la toxina y la gravedad del caso. El paso siguiente es acudir de forma urgente al centro veterinario, para comenzar con un tratamiento.