Son aquellos que dejan una huella permanente en el alma de cada profesional, animándolos a dar su mejor versión; a superarse a sí mismos a pesar del dolor y de las dificultades. La autora hace una reflexión sobre el trabajo de los enfermeros veterinarios.
El día a día de los técnicos veterinarios está lleno de desafíos y desgaste tanto físico como mental, algo que no es siempre evidente para los que no pertenecen a este sector. Un secreto a voces es el de “los pacientes invisibles”, aquellos que a pesar de no estar físicamente siguen viviendo en el corazón, memoria y en las lágrimas agridulces que se deslizan por las mejillas de los profesionales al recordarlos.
Son los que a pesar de haber cruzado el arco iris sus ladridos, maullidos, cantos y otras vocalizaciones siguen resonando por los pasillos de las clínicas y hospitales veterinarios. Representan esa sonrisa que ilumina la cara del enfermero cuando un paciente arranca a comer, esa lucha continua cuando empiezan a apagarse; están presente en la impotencia de una RCP que no sale bien y en la cabeza del personal en la que ronda un: “¿Y sí…?”. Pero sobre todo son los responsables de impulsar a los ATVs a que den lo mejor de sí, a sacrificar descansos y tiempo libre en la batalla por mejorar la salud de sus pacientes, movidos por el amor que sienten por ellos y por la profesión.
Gestión del momento final
Hasta ahora lo descrito con estos pacientes era la “parte fácil”. Lo difícil comienza en el mismo momento del adiós; cuando clínicamente no hay nada más que hacer y el equipo se enfrenta al proceso de la eutanasia. Aquí el papel del técnico veterinario entra en juego demostrando una gran capacidad de la gestión emocional y profesionalidad en el proceso de tramitación de los restos del animal, empezando por hacer lo más llevadero posible el duelo de los tutores a la hora de decidir qué tipo de incineración desean y de la misma manera tratar de hacer el momento del pago lo menos frío posible. Es por esa conexión emocional que tienen los enfermeros con este tipo de pacientes lo que hace más difícil aún la posterior preparación y entrega al crematorio.
Reflexión final
Los pacientes invisibles son una representación de la ambivalencia de este oficio, de los desafíos, de los logros y de la enseñanza que ellos mismos nos transmiten. Representan el dolor y la alegría por haberlos conocido, la fuerza y la debilidad del equipo veterinario, las ganas de renunciar y a la vez de continuar con tu mejor versión por el bienestar animal. Están presentes en tus fracasos y logros, en tu evolución, en cada desafío, en cada sonrisa, en cada lágrima y en cada gota de sudor.
Los pacientes invisibles son aquellos que todos conocen y de los que nadie habla. Por eso este artículo es un homenaje a todos ellos, que desde el otro lado del arcoíris influyen en la vida y trabajo de todo el personal veterinario. Gracias, compañeros.
Autora: Elena Ramírez. Auxiliar de clínica veterinaria Extraído de Ateuves 112