Ayudar al veterinario durante el diagnóstico y tranquilizar al propietario frente a la patología son las funciones básicas del auxiliar en el tratamiento de los tumores cutáneos.
Antes de comenzar a hablar de los tumores cutáneos, vamos a dejar claros algunos términos que a veces pueden llevar a confusión. No todos los abultamientos de la piel son iguales, existen diferentes variantes que los diferencian y que podríamos encuadrar en:
Inflamatorios: habones, pápulas o placas que son elevaciones de la piel de origen inflamatorio y que suelen ir acompañadas muchas veces de enrojecimiento (eritema) y en algunas ocasiones de prurito.
Neoplásicos: son abultamientos producidos en la piel por células atípicas que no corresponden al tejido donde se encuentran. Cuando tienen menos de un centímetro se denominan nódulos y al si tienen un mayor tamaño suelen denominarse tumores.
No inflamatorios, no neoplásicos: son los abultamientos, generalmente de forma irregular, producidos por la exudación de ciertas sustancias como minerales o producciones celulares.
Teniendo en cuenta esta diferenciación, nuestro primer contacto con el paciente será para comunicar al propietario la importancia de la consulta veterinaria para que se realice una revisión exhaustiva y, posiblemente, una citología para poder diferenciar de cuál de las tres posibilidades se trata.
En este artículo hablaremos principalmente de los nódulos y tumores de origen neoplásico.
Algunas definiciones
Puede ser interesante repasar el significado de algunos conceptos para entender mejor el tema del que estamos hablando.
1 Estadios. Las neoplasias pueden variar de estadios desde 0 a 4 en general según se mantengan en el tejido original sin invadir localmente, pasando a tejidos adyacentes, invadiendo ganglios o bien llegando a órganos lejanos. 2 Estirpe celular. Los histopatólogos veterinarios podrán clasificar las neoplasias según el origen genético y morfológico de las células que las componen. En general, las estirpes más comunes son las epiteliales, las redondas y las mesenquimatosas. Existen situaciones donde es muy difícil clasificar a las células dentro de estas estirpes por no ser reconocibles. En este caso se habla de células indiferenciadas o anaplasia y pueden ser necesarios estudios complementarios, como la inmunohistoquímica u otros estudios, para clasificarlas buscando características de diferenciación. 3 Ganglio satélite o centinela. Los ganglios son pequeños órganos del sistema linfático que se encargan de la defensa de determinadas regiones corporales que les corresponden, filtrando y reteniendo células y sustancias que puedan resultar anómalas. Se habla de ganglio centinela o satélite al que corresponde a la zona afectada a la que nos referimos. Es decir, sería el encargado de intentar detener las células tumorales que tratan de diseminarse. 4 Grado tumoral. El histopatólogo, de acuerdo a ciertas características celulares como las formas, la homogeneidad en tamaños, la cantidad de mitosis, etc., puede clasificar los tumores en grado bajo y alto, lo que significa menor o mayor agresividad neoplásica, respectivamente. 5 Linfoadenopatía. A los ganglios se les denomina también ganglios linfáticos, y cuando estos están activos o inflamados por estar actuando como defensa de una zona o cuando están afectados por metástasis propias de la zona neoplásica, se pueden ver agrandados, calientes y ser dolorosos. En estas situaciones se habla de linfoadenopatía. 6 Metástasis. Capacidad de las células neoplásicas de separarse de su grupo y desplazarse a otros tejidos atravesando los ganglios para producir tumores secundarios. 7 Prurito y eritema. Algunas neoplasias cutáneas pueden expresarse no como tumores sino en algunos casos con eritema (enrojecimiento) y prurito (picor); muchas veces producen descamación y escaras (escamas tipo caspa y costras). 8 Tumor ulcerado. En ciertas situaciones los tumores, por sus irregularidades y friabilidad, su consistencia, su necrosis o su infección, se pueden ulcerar y dar un aspecto si cabe todavía más desagradable de lo que son. El mal olor puede ser una característica muy habitual en estas úlceras.Malignidad del tumor
El papel del auxiliar en la detección del bulto es fundamental ya que será muy importante concienciar al propietario de que no debe resignarse ante la presencia de dicho bulto aunque no crezca o no moleste, y también de la importancia de su diagnóstico y su extracción para ser analizado histopatológicamente.
El veterinario procederá a realizar todo el protocolo dermatológico y gracias a una buena anamnesis, una inspección general que incluya principalmente ganglios satélites y una citología posiblemente por aspiración con aguja fina o por impronta, podrá llegar a un diagnóstico y un pronóstico correcto.
Existen características macroscópicas que pueden ayudarnos a determinar si un tumor puede ser maligno o benigno. En la tabla podemos ver las principales diferencias.
Como vemos en esta tabla, son diferencias bastante intuitivas o lógicas. Debemos recordar que al hablar de medicina siempre existirán excepciones y que es fundamental ser precavido a la hora de hablar con los propietarios sobre malignidad, evitando ser categóricos a la hora de definirla sin estar al 100 % seguro hasta que se haga el diagnóstico (figura 1).
Así mismo la malignidad de un tumor, que se podría definir por su grado de invasión, proliferación y formación de nuevos vasos sanguíneos, puede variar en diferentes grados, característica que sirve para definir su agresividad. Se suele denominar de bajo grado al menos agresivo y de alto grado a los más agresivos.
Las neoplasias pueden caracterizarse a nivel cutáneo por presentarse como un tumor abultado, o como una úlcera, como una descamación con eritema o como formaciones verrugosas (figura 2). Así mismo se pueden caracterizar por ser poco agresivas y estables, por ser agresivas o recidivantes en el lugar, sin propagarse o, por ser agresivas y extenderse a otras partes del cuerpo, empezando por los ganglios regionales hasta terminar en otros órganos lejanos o cercanos (figura 3).
Qué piensa el propietario
Es muy importante tener en cuenta cuál suele ser la postura de un propietario ante esta situación:
Propietarios conservadores: prefieren esperar a ver si crece el tumor o le molesta al animal. Frecuentemente esta postura ha sido apoyada por algunos veterinarios aunque por suerte los conocimientos han evolucionado y actualmente la recomendación es la realización del diagnóstico y quitar y hacer biopsia del tumor siempre que esté indicado.
Propietarios ansiosos: necesitan actuar con urgencia y hacen todo lo que se les sugiere.
Propietarios asustados: no soportan hablar de la palabra cáncer y a veces esto puede ser la causa de la pérdida del cliente debido a la negación de esta situación.
Pero vayamos por partes y repasemos el protocolo que realizará el veterinario con ayuda del auxiliar.
Extraído de Gustavo Machicote Goth, Los tumores cutáneos, Ateuves 67, págs. 20-24.
1 comentario
Pingback: Diagnóstico y tratamiento de los tumores cutáneos