Soy ATV, adoro mi profesión y adoro los animales. Ese amor a mi profesión me lleva a ayudar a animales que no tienen un dueño que los lleve a una clínica, animales que languidecen en un refugio esperando tener la suerte de ser adoptados por una familia. Con esos animales creo un vínculo muy especial. He de admitir que siento debilidad por aquellos que llegan al refugio con miedo, y año tras año me he ido especializando en su manejo.
Al llegar dejo que se aclimaten a su nuevo entorno durante unos días, cuando veo que están aclimatados empiezo a trabajar con ellos. No hay días ni tiempos establecidos con estos animales, cada uno de ellos irá marcando su ritmo y somos nosotros los que tenemos que respetar esos tiempos. Siempre empiezo dejando que me conozcan, sin forzar el acercamiento, simplemente estando cerca de ellos y hablándoles para que conozcan mi voz. Algunos tardan días e incluso semanas en mostrar interés, otros tal vez unos minutos. Recompenso el interés con chuches, aunque algunos prefieren las caricias como premios.
Si el animal es glotón será más fácil hacer que nos siga y quiera nuestra compañía, pero muchas veces el propio miedo hace que no quieran comer nada que les ofrezcamos. En estos casos el simple hecho de que no se esconda o se olvide de nuestra presencia es una batalla ganada.
Al ver que el animal muestra interés en nosotros e incluso muestra señales de calma podemos avanzar con el acercamiento y presentar la correa, el aceptar la correa será otra “batalla” que puede tardar con cada uno de ellos un tiempo diferente.
Es increíble ver el avance de estos animales y la confianza que van ganando poco a poco. Es importante trabajar con este tipo de animales en los refugios para facilitar su adaptación en el hogar una vez que son adoptados y acostumbrarles a la manipulación, pues de ello dependerá su comportamiento en clínica y lo fácil o difícil que nos lo harán pasar tanto a ATV como a veterinarios en su exploración y posibles tratamientos.
En la clínica debemos de tener cuidado con estos animales, debemos evitar hacer movimientos bruscos a su alrededor, evitar levantar la voz más de lo necesario y si es posible hacer la exploración en el suelo para que se sientan más cómodos. Siempre estarán más calmados si notan la presencia de sus dueños, pero debemos de establecer antes con ellos que deben evitar transmitir sus miedos o preocupaciones al animal, pues si nota que su dueño está nervioso inevitablemente nos encontraremos con un animal con miedo, nervioso y de difícil manejo. Contamos con la ayuda de la comida, por lo que sería ideal ofrecer al animal un alimento que le llame mucho la atención, y de esa forma podemos distraerlos para la administración de vacunas y exploraciones y ganamos además que el animal se vaya a su casa con una experiencia positiva en la clínica.
Si los miedos persisten y se hace difícil su manejo en clínica, deberíamos enseñar a los dueños a presentar de forma positiva el bozal para evitar posibles percances y garantizar un correcto diagnóstico y tratamiento del animal.
Extraído de Selene Moreno, socia de Anavet. Manejo de perros miedosos. Ateuves 103, pág. 26.