Neotrombicula autumnalis: un parásito a tener en cuenta en otoño

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Cada vez son más frecuentes las citas sobre trombicúlidos, como Neotrombicula autumnalis, a la hora de hablar de las ectoparasitosis animales y humanas, especies poco conocidas y poco estudiadas, quizá por su carácter estacional o geográfico y también por la dificultad de visualizarlos. Provocan una tremenda reacción con las picaduras, no exenta de riesgo patológico.

Los trombicúlidos son unos ácaros con una gran importancia tanto en veterinaria como en medicina humana. La mayoría son parásitos cutáneos, aunque otras especies se han adaptado a diferentes lugares como fosas nasales de murciélagos y roedores o incluso a los pulmones de iguanas marinas y serpientes; otros incluso son parásitos intradérmicos de unas ranas de San Antonio.

Se han descrito más de 1.200 especies de ácaros trombicúlidos. Se sabe que más de 20 de éstas atacan al hombre y otras tantas o más a los animales domésticos.

Trombicula adulto

Trombiculo adulto (CC BY-SA 3.0. Alan R Walker)

A diferencia del resto de los parásitos a los que estamos acostumbrados, es la larva la responsable del ataque a los animales y al hombre. Son conocidas como ninguas, ácaros otoñales, bicho colorado o trombículas entre otros. Ésta, apenas visible a simple vista, con un tamaño de unos 0,2 mm y con tres pares de patas podría confundirse con larvas de garrapata. Su cuerpo está parcialmente cubierto de pelos “pluma” largos y lo más característico es su color rojo bermellón, lo que les ha ganado la denominación de “colorines” en algunas zonas. Su tamaño puede duplicarse al ingerir alimento, acentuando aún más la coloración. Posee unas fuertes herramientas bucales (quelíceros) semejantes a una daga, dorsalmente lleva un pequeño escudo casi pentagonal con las esquinas redondeadas con seis a ocho sedas, dos de las cuales, son órganos sensiles o seudostigmáticos; hacia los laterales del escudo se encuentran los ojos. Los palpos presentan un “pulgar” yuxtapuesto característico, además de una fuerte uña.

Neotrombicula autumnalis es un habitante del suelo y subsuelo, pudiendo alcanzar profundidades de hasta un metro cuando las condiciones adversas así lo requieren, como puede ser durante las sequías de verano, frío intenso e incluso con fuertes lluvias. Tras el verano eclosionan las larvas, las cuales debido a un efecto fotopositivo suben a las hierbas y pequeños arbustos aguardando agrupadas el paso de un huésped adecuado. El desplazamiento lo realizan con una facilidad tremenda a pesar de su pequeño tamaño. Esta actividad aumenta con el tiempo cálido y soleado (precisamente cuando más apetece pasear por estas zonas en otoño). Atacan tanto a serpientes, lagartos y lagartijas como a animales de sangre caliente, preferiblemente de pequeño tamaño como topillos, ratones, erizos, jinetas, pájaros, zorros e incluso también a perros, gatos y por supuesto, al hombre.

Para alimentarse, la larva busca zonas claramente definidas. En los animales: los interdígitos, axilas, ingles, orejas (interior de las orejuelas), párpados y comisuras de los ojos. En el hombre: en la rodilla y codos, ingles, axilas, genitales y cintura, entre otros. Ataca zonas del cuerpo donde la piel es más fina y permite una mejor fijación del parásito, que a diferencia de las garrapatas, es muy leve por lo que pueden desprenderse con facilidad con el rascado, lo que dificulta en ocasiones el diagnóstico, especialmente en el hombre.

Repercusiones de Neotrombicula autumnalis

Las larvas inyectan un líquido (saliva y jugos digestivos) altamente irritante y pruriginoso originando la sarna, picadura o mordedura de la cosecha siendo las denominaciones más correctas, trombidiosis o trombiculiasis.

Aspecto de la picadura de Trombicula.

Aspecto de la picadura de Trombicula (CDC/ M. A. Parsons).

Inicialmente se produce una elevación rojiza, diminuta, acompañada de un intenso prurito doloroso, posteriormente se va agrandando alcanzando hasta 2 cm eritematoso sensible y total o parcialmente alopécico, a veces acompañado con extravasación de sangre. Puede encontrarse excoriación por el rascado o mordido de la zona. Todo esto produce una exudación importante que conduce al desarrollo de una pústula.

Los primeros síntomas aparecen a las pocas horas de exposición, alcanzando su máxima expresión al segundo o tercer día pudiendo durar, según el individuo y el grado de infestación, hasta una semana si no hay complicaciones secundarias derivadas de una infección estafilocócica, generalmente con linfangitis y linfoadenopatía.

Clásicamente se describía a N. autumnalis como carente de efecto vector de patógenos, pero una reciente publicación denuncia la detección de Organismos del Genogrupo de Ehrlichia phagocytophilla, por lo que habrá que estar pendientes de futuras investigaciones que se hagan en este campo.

El hombre no es el hospedador ideal, por lo que duran muy poco tiempo fijados, se dejan caer y se pueden localizar en el polvo de la vivienda.

Epidemiología

Personalmente he observado la presencia del Neotrombicula autumnalis en razas dispares y en todas las edades. En humanos, al contrario, existe una cierta predilección por el sexo femenino y por los niños, por poseer una piel más fina.

En la provincia de Soria, donde desarrollo mi trabajo, he comprobado la presencia de larvas desde octubre hasta bien entrado el invierno, precisamente cuando las temperaturas o más exactamente, la nieve, impide su actividad. Siempre por encima de los 1.100 m de altura, en zonas boscosas con abundante vegetación, preferiblemente hierbas altas y matorral bajo.

La incorporación al ciclo sinantrópico del parásito por parte de los animales de compañía es difícil puesto que las larvas portadas por el perro o persona que se desprenden dentro de una casa o incluso en un jardín (donde las condiciones de vegetación, humedad, temperatura, etc. no son las adecuadas) no pueden continuar con el desarrollo, cerrándose el ciclo.

Tratamiento y prevención

Las larvas, que suelen agruparse en las zonas elegidas para alimentarse, no ofrecen ninguna resistencia a la extracción, puesto que como dije, la fijación es muy débil. Es suficiente con frotar con una gasa impregnada en una solución antiparasitaria como puede ser amitraz o piretroides (cuidado con los ojos) y se arrastrarán perfectamente con una leve presión, quedando adheridos a la gasa.

Con el objeto de aliviar el intenso prurito, lo ideal es la aplicación de corticoides localmente así como pomadas homeopáticas a base de Ledum palustre o vinagre y limón como clásico remedio natural. A veces es necesaria la aplicación sistémica de corticoides o antihistamínicos e incluso antibióticos, debido a la infección secundaria a las lesiones provocadas por la automutilación, que en algunos casos es exagerada.

Pero como todo en medicina, lo ideal es la prevención: en primer lugar, conocer las zonas y por supuesto, tener en cuenta la época del año, así como evitar las zonas infestadas.

Para finalizar, me gustaría hacer un pequeño resumen, concretando las diferencias buenas y malas que presentan con respecto a los ectoparásitos con los que estamos más familiarizados en cuanto a su actividad y consecuencias.

Lo bueno

– Estacionalidad.
– Delimitación geográfica.
– Las larvas introducidas en una casa no son viables, cerrándose el ciclo.
– No pasan de un hospedador a otro.
– Se desprenden fácilmente sin provocar granulomas u otras reacciones a largo plazo debidas a la presencia de cuerpos extraños (hipostoma) alojados en la dermis del hospedador.

Lo malo

– Difícil prevenirlos, al no funcionar el efecto residual de los productos más habituales.
– Gran voracidad de las larvas, atacando generalmente de una forma masiva.
– Difícil diagnosticarlos con seguridad al desprenderse con facilidad (y producir el pico de los síntomas pasados un par de días)
– Gran reacción de hipersensibilidad con sus consecuencias.
– Posibilidad de actuar como vector de patógenos en humanos, aunque hasta la fecha no han sido identificados como vectores de ninguna enfermedad microbiana canina o felina (queda mucho por investigar).

Extraído de: José Luis Serrano Barrón, Neotrombícula autumnalis: un parásito a tener en cuenta, Argos PV

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