El nerviosismo en los perros

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El nerviosismo es un estado emocional caracterizado por una hipersensibilidad a los estímulos con respuestas físicas y de comportamiento excesivas. Está frecuentemente relacionado con inquietud, agitación y ansiedad. Los animales con nerviosismo presentan una profunda tensión que conlleva una reacción de furia y vehemencia.

Los perros pueden ponerse nerviosos por multitud de causas. El nerviosismo puede surgir como respuesta a una situación penosa, dolorosa o inquietante, a un estado de tensión y de ansiedad y a problemas orgánicos como hipertiroidismo, hipoglucemia e intoxicaciones. Aunque las causas más frecuentes de aparición de nerviosismo son los trastornos relacionados con la ansiedad. Se manifiesta con trastornos somáticos y cognitivos. Se observa incremento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, temblores musculares, rigidez de movimientos con intentos de escapar y repentinos cambios de posición. También se aprecian gestos automáticos y repetitivos con movimientos oculares rápidos, con reacciones a cualquier estímulo, aunque sea lejano. También pueden aparecer alteraciones de las funciones cognitivas (más frecuentes en animales de avanzada edad) que se traducen en pérdida de concentración y de memoria que, en algunos casos, inducen a reacciones sorprendentes e inesperadas.

Ansiedad

La ansiedad es una respuesta caracterizada por un estado de alerta ante una señal difusa de peligro o amenaza. Se trata de un estado que produce la desorganización de los sistemas de autorregulación. En primer lugar se produce una inquietud con nerviosismo y sensación de inseguridad que se manifiesta en su motricidad. A continuación aparecen los componentes psíquicos y finalmente se produce una sensación de angustia con predominio de los componentes somáticos con sensación de peligro, amenaza o incluso de muerte. El desorden de ansiedad comprende una respuesta anormal a las reglas determinadas por el medio ambiente. La ansiedad impide al animal recoger datos del ambiente físico o social que le capacitan para desarrollar respuestas adaptativas adecuadas. El “nerviosismo” o ansiedad en los perros puede proceder de situaciones de temor, miedo o fobias (personas, animales, lugares…) y también por separación.

Temores y miedos

El temor corresponde a una situación abierta en la cual el animal dispone de algún recurso conductual para emitir una respuesta frente al estímulo intentando librarse del daño (huida, agresiones…). El temor es algo normal y puede ser una respuesta de adaptación. Produce una ligera sensación de ansiedad. El animal con miedo sufre problemas de inhibición al no conseguir nada con la puesta en marcha de estrategias alternativas. Se trata de una situación cerrada en la cual la inoperancia de las actividades de los animales conlleva la realización de actividades sustitutivas como la agresión redirigida. Esta situación produce gran ansiedad.

Fobias

Las fobias corresponden a estados de perturbación emocional (neurosis) que inducen la aparición de miedo y no representan peligro para el individuo. En una primera etapa, el animal frente a un estímulo reconocible (como por ejemplo ruido, luces, objetos de una forma o color) responde evitando el efecto nocivo de dicho estímulo, está activo. En una segunda etapa, el animal presenta signos de miedo (taquicardia, taquipnea, defecaciones y micciones); es decir, está todavía activo pero presenta un descontrol de la situación. Por último puede aparecer un estado de ansiedad caracterizado por la inhibición. Las fobias pueden ser definidas como situaciones de miedo intenso desproporcionadas a la intensidad de la amenaza real del estímulo que lo produce. La situación de pánico que padece el individuo genera mucha ansiedad. En el mantenimiento de las fobias está involucrado el propietario. El cese de la ansiedad que se produce en el animal cuando el propietario le da protección o al consolar con cariño, es suficientemente gratificante y le proporciona un refuerzo. Por el contrario, el castigo genera más miedo y ansiedad al incrementarse la excitación.

Modificación de la conducta miedosa

  • Identificar los estímulos que provocan miedo.
  • Identificar el umbral (cantidad, intensidad o proximidad del estímulo) de la respuesta de miedo, para fijar un punto de partida para la modificación.
  • Controlar el entorno del animal de compañía para evitar la exposición a los estímulos durante el tratamiento.
  • Controlar la respuesta del animal durante el tratamiento (bozal, jaula, correa, si no causan miedo) para evitar daños.
  • Evitar reforzar o castigar la conducta miedosa, teniendo en cuenta que consolar hace que cese la ansiedad y que castigar incrementa la excitación.
  • Cuando el animal se controla correctamente, se inicia la desensibilización. Hay que dar recompensas cuando no manifiesta miedo.
  • Usar recompensas muy motivantes (comida, atención social o juego) al dar una orden (siéntate, quieto…) mientras se expone al estímulo de bajo nivel que produce miedo.
  • Aumentar paulatinamente la intensidad del estímulo.

Extraído de: Miguel Ibáñez Talegón y Bernadette Anzola Delgado, El nerviosismo y los desórdenes de ansiedad en los perros, Ateuves 20, pags. 16-20.

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  1. Pingback: Hay que educar a los niños para no acercarse a los perros que muestran temor - Ateuves, para el auxiliar veterinario

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