No hay evidencia de transmisión de viruela del mono de humanos a mascotas, según un estudio

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La Organización Mundial de la Salud declaró una emergencia de salud pública de importancia internacional ante el aumento de casos de la enfermedad, especialmente en países de África. La viruela del mono está en el foco de atención.

 

El pasado mes de mayo la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) publicó en su página web una serie de preguntas y respuestas sobre la viruela del mono y su transmisión, tanto entre personas como entre personas y animales:

  1. La transmisión del virus de la viruela del mono puede producirse cuando una persona o un animal susceptible entra en contacto con el virus a través de un animal, un ser humano o materiales contaminados con el virus. El virus entra en el cuerpo a través de las lesiones cutáneas (aunque no sean visibles a simple vista), las vías respiratorias o las membranas mucosas.
  2. El virus se transmite de los animales infectados a los seres humanos o a otros animales susceptibles por inoculación directa a través de mordeduras, arañazos o por contacto directo con los fluidos corporales y/o la carne de un animal infectado durante la caza y otras actividades con especies animales susceptibles.
  3. La transmisión de una persona a otra ocurre principalmente a través del contacto físico cercano (por ejemplo, cara a cara, piel con piel, boca a boca, contacto boca con piel, incluso durante las relaciones sexuales). Las úlceras, lesiones o llagas presentes en la boca o la garganta pueden ser infecciosas, lo que significa que el virus puede propagarse a través de la saliva y las gotitas respiratorias (y posiblemente aerosoles de corto alcance), en algunos casos.
¿Podemos transmitirla a nuestros animales de compañía?

Como ya sucedió con otras zoonosis, una de las cuestiones que se preguntan últimamente es si los animales de compañía son susceptibles a la infección por virus de la viruela del mono (MPXV) por contagio de los humanos que conviven con ellos en los hogares. Por ello, cobra especial actualidad un estudio cuya primera versión acaba de ser publicada en la revista Emerging infectious diseases. Recoge los resultados de una investigación realizada en los Estados Unidos entre julio de 2022 y marzo de 2023. En ella se recolectaron muestras de hisopos de animales y del entorno en los hogares de pacientes con casos confirmados de viruela del mono, se realizaron pruebas de detección de MPXV y ADN humano mediante PCR, y se utilizó ELISA para la detección de anticuerpos contra el ortopoxvirus.

Mascotas en estudio

En el estudio se examinaron 34 animales (24 perros, 9 gatos y 1 conejo), con edades entre 4 meses y 16 años, de los cuales 22 eran machos y 12 hembras. De los 191 hisopos tomados, 12 % resultaron positivos para MPXV (22 hisopos de perros y 1 de gato). Las lesiones cutáneas fueron observadas en 6 perros y 1 gato. Las pruebas de PCR en sangre no detectaron ADN viral en ninguna muestra de sangre.
Se detectó MPXV en 5 animales (4 perros y 1 gato) de 4 hogares. Las muestras positivas representaron el 12 % de los hisopos tomados de los animales, con valores de Ct que variaron entre 25.2 y 36.7, indicando la presencia de ADN viral. Las áreas más comunes con muestras positivas incluyeron lesiones cutáneas (29 %) y la piel ventral o pelaje (16 %).

El 29 % de los hogares (6/21) mostraron ADN de MPXV en objetos como las camas de mascotas, juguetes y comederos. Además, el 66 % de las muestras ambientales contenían ADN humano, lo que correlaciona con la presencia del virus.

Aunque se intentó cultivar el virus a partir de muestras con Ct <36, todos los cultivos resultaron negativos. Los análisis ELISA no detectaron IgG contra ortopoxvirus (OPXV) en ningún animal.

El 32 % de los animales tenía problemas de salud previos, y 5 ya presentaban lesiones cutáneas antes de la infección de los dueños. Tras la aparición de síntomas en humanos, algunos hogares cambiaron la interacción con sus mascotas, reduciéndola o usando protección. La prevalencia de MPXV y ADN humano en muestras ambientales mostró correlación significativa con el tamaño de la vivienda, donde viviendas más pequeñas presentaron mayor prevalencia.

Los resultados del estudio demuestran una probable contaminación del ADN de los casos humanos de viruela del mono. Sin embargo, a pesar de la alta probabilidad de exposición, no se hallaron indicios de que los animales de compañía estuvieran infectados con el virus. Los investigadores, no obstante, subrayan la necesidad de más investigaciones sobre la transmisión zoonótica de la enfermedad.

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