Otras consideraciones de la nutrición del gato cardiópata

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La dieta es una parte importante de la terapia médica para el tratamiento de ciertas enfermedades y los problemas de corazón no son una excepción. Una buena nutrición puede mejorar la calidad de vida del paciente con dichas patologías.

La importancia de la sal

Los animales con enfermedad cardiaca grave deben reducir el consumo de sal, mientras que para los pacientes con enfermedad car­diaca moderada la restricción también debe ser moderada (50-80 mg/100 kcal).

Es decir, la restricción de sal no puede ser la misma para todos los pacientes cardiópatas por una razón: las dietas con baja cantidad de sodio suelen ser poco palatables y todos sabemos lo que una pizca de sal aporta a nuestras comidas.

Tanto si necesitan reducir mucho como poco el consumo de sal, lo que está claro es que deben ingerir la cantidad apropiada de calorías, vita­minas y otros nutrientes. Por lo tanto, es nece­sario escoger una marca de alimentos que dé información nutricional de sus productos para evitar desequilibrios nutricionales.

Recuérdale al propietario que la restricción de sal afecta no solo a la comida, sino también a las golosinas, medicamentos y demás sustancias que se le ofrezcan al animal.

Peso ideal

Para el manejo nutricional de las enfermedades del corazón es importante mantener un peso corporal óptimo, ya que tanto la pérdida de peso como la obesidad pueden ser perjudiciales para la mascota.

Por lo que respecta a la obesidad el exceso de peso hace que el corazón se resienta en muchos aspectos: además del trabajo adicional que ha de hacer para el desplazamiento habitual del cuerpo, afecta al metabolismo normal e impide la correcta expansión de las cavidades cardiacas y la liberación de nutrientes de una manera nor­mal. Mantener al paciente con problemas car­diacos en el peso ideal mejora el gasto cardiaco, la capacidad respiratoria y la hipertensión.

Para saber si el animal ha perdido peso debes pedir a los propietarios que pesen a sus mas­cotas con regularidad ya que dicha condición, como hemos dicho antes, se observa en animales con enfermedades del corazón. Es probable que la pérdida de peso vaya ligada a la falta de ape­tito, así que si es necesario que el animal coma más puedes sugerirle al propietario que caliente ligeramente la comida (en algunos pacientes da resultado) o bien que cambie de forma gradual el alimento habitual por otro diferente.

La implicación del propietario en todo el tra­tamiento del paciente es fundamental. Es posi­ble que se sienta solo frente a la ardua tarea de hacer perder peso a su mascota y es ahí donde debes estar a su lado y llevarle de la mano.

Deberás comenzar con la estimación del peso ideal del paciente, elegir una dieta de adelgaza­miento y pautar una ración diaria (incluyendo los premios). Al inicio de la dieta los controles serán semanales, el propietario puede pesar al gato en la báscula de casa sin necesidad de acudir a la consulta para controlar que el paciente pierde peso de forma segura (no más de un 2 % a la semana) y tolera bien el alimento nuevo. Después los controles se podrán espaciar, pero debemos revisar físicamente al paciente en la consulta cada tres meses al menos para controlar que no haya pérdida de masa muscular y aprovechar para resolver todas las dudas del propietario.

Muestra interés por cómo se está realizando todo el proceso y dile al propietario que estás a su disposición por si necesita cualquier ayuda.

Restricción de sal en todos los casos

A menos que exista una condición médica que exija lo contrario, es reco­mendable reducir la cantidad de sodio en los gatos sénior y de mediana edad, (más de 100 mg/100 kcal en pacientes asintomáticos). Un exceso de sal puede predisponer al organismo a la hipertensión lo que puede dañar seriamente corazón, hígado y ojos. La presión alta, además, hace que el corazón tenga que trabajar con más intensidad.

Puedes comentarles a los propietarios que, a diferencia de lo que sucede en las personas, las mascotas no comparten la predisposición humana a padecer la enfermedad coronaria que puede provocar la hipertensión.

Extraído de María Villagrasa, La nutrición del gato cardiópata, Ateuves 71, pág. 14-16.

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