En la primera entrega de este artículo revisamos el abordaje de algunos efectos derivados de la toxicidad de algunos fármacos en los pacientes oncológicos, como la mielosupresión (la alteración más común que podemos ver en la médula ósea tras la administración de quimioterapia) y los efectos adversos gastrointestinales. Veremos ahora otros efectos inducidos por esta terapia oncológica y el papel fundamental que puede desempeñar el ATV en su manejo.
Cardiotoxicidad
La doxorubicina (y potencialmente en menor grado la epirubicina) puede causar daño cardiaco.
Las arritmias pueden ocurrir de forma aguda si se administra la doxorubicina muy rápido, o de manera acumulativa tras repetidas administraciones (generalmente más de 6 sesiones de 30 mg/m2 o 1 mg/kg). La cardiotoxicidad acumulativa puede aparecer hasta en un 10 % de los casos, dando lugar a una disminución irreversible de la contractilidad cardiaca (cardiomiopatía dilatada y eventualmente fallo cardiaco congestivo). Como medida preventiva, previa a la primera administración del fármaco, se realiza una ecocardiografía, especialmente en razas predispuestas a padecer cardiomiopatías dilatadas (p.ej. Doberman, Gran Danés, Pastor Alemán o Bóxer, entre otras). Si se encuentra esta patología en el paciente, se optará por otro fármaco quimioterápico.
En la especie felina no se ha observado esta cardiotoxicidad con la doxorrubicina, pero sí a diferencia del perro puede producir nefrotoxicidad acumulativa, por lo que es importante monitorizar la funcionalidad renal en esta especie.
Hepatotoxicidad
El fallo hepático es un potencial EA de la lomustina en perros y un EA inusual del clorambucilo en gatos. La hepatoxicidad de la lomustina generalmente es acumulativa y se caracteriza por el daño hepático que se suele ver reflejado en la elevación de las enzimas hepáticas (p.ej. la alanina aminotransferasa, ALT), siendo normalmente reversible en estadios iniciales. Sin embargo, si el tratamiento se continúa a pesar de la elevación de las enzimas hepáticas, potencialmente se puede desarrollar un fallo hepático irreversible. Algunas medidas preventivas incluyen el uso de silibina/silimarina o S-adenosilmetionina, aunque existe controversia sobre su uso de forma preventiva o esperar hasta que se produzca la elevación de las transaminasas.
Por ello, es importante monitorizar las enzimas hepáticas (especialmente la ALT) antes de cada administración de lomustina, ya que cuando la elevación de la ALT es mayor a 4 veces el límite de referencia superior, es necesario reducir la dosis de lomustina o incluso interrumpir el tratamiento de forma permanente si los niveles no se normalizan con el tiempo.
Cistitis hemorrágica estéril
Esta toxicidad es específica de la ciclofosfamida y está causada por la acroleína, que es un metabolito irritante que desencadena una inflamación de la vejiga. El riesgo en protocolos quimioterápicos de alta intensidad de dosis en perros es de un 10-15 %, llegando a un 35 % en terapias metronómicas por su administración crónica. Las medidas preventivas incluyen dar el fármaco por la mañana y aumentar la frecuencia de los paseos. El consenso clínico incluye administrar furosemida a 1 mg/kg con la ciclofosfamida y repetir la dosis 3 horas después para favorecer la diuresis. Con esto se ha demostrado que el riesgo se reduce a un 2 %.
Cuando detectemos signos como hematuria, disuria o polaquiuria deberemos realizar urianálisis y cultivo de orina para descartar una cistitis bacteriana.
El tratamiento de la cistitis hemorrágica estéril incluye el uso de antiinflamatorios y oxibutinina, resolviéndose en la mayoría de los casos, aunque puede tardar de semanas a meses. Si esta ocurre, el paciente ya no deberá recibir más ciclofosfamida y se sustituirá por otros fármacos como el clorambucilo.
Conclusiones
Los EA inducidos por quimioterapia ocurren en un 30 % de nuestros pacientes oncológicos y pueden llegar a ser graves en un 5 %, por lo que como ATV debemos conocer cómo abordarlos, saber instruir y guiar a los tutores en su manejo y estar en constante comunicación con ellos. Hay una gran variabilidad en el grado de tolerancia de los tutores frente a los EA, por lo que estas medidas ayudarán a afianzar su adhesión al tratamiento y nos permitirán poder continuar mejorando la calidad de vida de nuestros animales.
Extraído de Ateuves 105. Elisa Cebrián Pinar1 y Sergio Vázquez Martínez2
1Auxiliar Servicio Oncología AÚNA Especialidades Veterinarias-IVC Evidensia
2Veterinario Senior Servicio Oncología AÚNA Especialidades Veterinarias-IVC Evidensia