El síndrome vestibular está causado por una alteración del sistema nervioso que se manifiesta por un característico ladeo de la cabeza. Un correcto diagnóstico ayudará a que la enfermedad no progrese y el animal se recupere.
Pasteurella multocida
P. multocida es un cocobacilo gramnegativo y se puede transmitir de forma vertical o a través de ingestión, inhalación o fómites. Lo normal es que entre en el organismo a través del sistema respiratorio y que se quede en la cavidad nasal del conejo sin causar ningún tipo de enfermedad o solo una rinitis leve (figura 1). Sin embargo, la bacteria puede migrar desde allí hasta otros lugares de forma oportunista volviéndose potencialmente mortal. Este patógeno es el principal causante de enfermedades respiratorias en el conejo, aunque no el único, pero puede afectar a muchos otros órganos cuando migra: ojos, oídos o el sistema reproductor, entre otros.
Estamos ante un agente infeccioso de una posible zoonosis, por lo que se deberían utilizar con especial cuidado los equipos de protección individual adecuados para la manipulación de los conejos que puedan estar infectados. Como auxiliares veterinarios, debemos conocer este tipo de patologías para evitar nuestro propio contagio y el de otros pacientes. Como causante del síndrome vestibular, normalmente periférico, es habitual que P. multocida afecte al oído interno o medio del conejo, generando una infección, abscesos y síntomas neurológicos asociados relacionados con el equilibrio.
La elección de antibiótico como tratamiento suele hacerse de forma empírica, ya que el material biológico infectado suele ser inaccesible, y en caso de poder recogerlo, hay que iniciar un tratamiento mientras se está a la espera de recibir los resultados del cultivo. En ocasiones se podría llegar a operar para retirar el pus, permitir el drenaje y facilitar el tratamiento tópico.
El pronóstico es reservado cuando empiezan a manifestarse los signos de la enfermedad y muy grave en cuando el paciente ya deja de comer (figura 2).
Encephalitozoon cuniculi
E. cuniculi es un parásito microsporidial intracelular obligatorio, grampositivo. Para propagarse dentro del cuerpo provoca inflamación en las células hasta que se rompen, liberando las esporas generadas e infectando a las células circundantes; tiene predilección principalmente por el riñón, pero también por el ojo y el sistema nervioso central.
La encefalitozoonosis, provocada por este parásito, sigue siendo una causa importante de enfermedad neurológica en conejos y se considera enzoótica en poblaciones de conejos tanto comerciales como mascotas. La transmisión a otros conejos se realiza por vía oral o por inhalación de las esporas que expulsan los conejos enfermos en la orina, aunque el contagio vertical es posible. Cabe destacar que según algunos autores también estamos ante una posible zoonosis, que aunque no suele tener grandes riesgos en personas sanas, podría llegar a afectar a personas inmunodeprimidas.
Cuando un conejo se enfrenta a la encefalitozoonosis, el patógeno infectante ataca al sistema nervioso central pudiendo provocar un síndrome vestibular central de forma aguda. El animal puede presentar este u otros síntomas neurológicos y, dependiendo de la gravedad de los mismos, existirá la posibilidad de recuperación total o parcial o se tendrá que plantear al propietario la posibilidad de que su mascota no sobreviva.
Algunos estudios recomiendan el tratamiento con corticoides para ayudar a bajar la inflamación y, por lo tanto, reducir los signos, pero nunca habría que llegar a dosis inmunosupresoras por razones obvias. Como tratamiento, parece que E. cuniculi es sensible al fenbendazol y al albendazol.
El pronóstico puede ir desde bueno a reservado, pero si el animal empieza a hacer rolling y no es capaz de comer, el pronóstico empeora mucho. En algunos casos, los conejos que pasan la enfermedad pueden tener secuelas, aunque algunos son capaces de hacer vida normal.
Diferencias entre Pasteurella multocida y Encephalitozoon cuniculi
La principal forma que tiene el veterinario de saber si el conejo está afectado por un microorganismo u otro es la observación y exploración. Existen múltiples opciones en el diagnóstico diferencial del síndrome vestibular que pueden llegar a provocar síntomas similares, entre las que se encuentran infecciones por Pasteurella multocida, Encephalitozoon cuniculi, Toxoplasma gondii y la migración larvaria de Baylisascaris spp., pero P. multocida y E. cuniculi son las más comunes y por lo tanto las que se tienen en cuenta en primer lugar.
- Lo primero que hay que hacer es reconocer si se presenta un síndrome vestibular central (que puede aparecer con ambas infecciones, pero es más típico de E. cuniculi) o periférico (que no se presenta con E. cuniculi pero sí con P. multocida).
- También sería interesante realizar una analítica sanguínea para buscar signos de infección, característicos de P. multocida (normalmente leucocitosis o neutrofilia), o afecciones en el riñón al que puede afectar E. cuniculi.
- Una radiografía enfocada en las bullas timpánicas podría ayudar a diagnosticar una infección por P. multocida debido a la inflamación que provoca la otitis asociada.
- Ambos patógenos pueden generar uveítis, asociada a abscesos cuando está provocada por P. multocida y una uveítis facoclástica, llamada así cuando se produce una ruptura de la cápsula del cristalino, cuando la provoca E. cuniculi.
Conclusión
En la clínica diaria es muy probable que en algún momento acudan conejos con síndrome vestibular. Esta sintomatología nerviosa suele estar causada por uno de los siguientes patógenos: Pasteurella spp. (normalmente Pasteurella multocida) o Encephalitozoon cuniculi. Los dos tienen un cuadro clínico similar, por lo que hay que aprender a diferenciarlos. Sin embargo, el síndrome vestibular puede tener otras causas primarias distintas, como otro tipo de agentes infecciosos, traumatismos o neoplasias.
Recordamos que tanto el diagnóstico como el tratamiento forman parte de las competencias del veterinario aunque eso no quita para que el auxiliar conozca las patologías y sus cuidados.
Extraído de Héctor Vicente Arenas, Síndrome vestibular en conejos, Ateuves 78, pág. 28-30.