Continuamos con la segunda parte del artículo “Protocolos para el procedimiento anestésico”, en este caso con la planificación de todo lo que necesitaremos para conseguir una adecuada anestesia adaptada al paciente.
El veterinario realizará la anamnesis y exploración completa, así como la analítica y otras pruebas si son necesarias. Con todos estos datos clasificará al paciente en ASA I-V, según la Sociedad Americana de Anestesiología (tabla 2).
Los animales clasificados como ASA I y II pueden ser anestesiados con las técnicas y procedimientos habituales. Los ASA III se deben estabilizar antes de ser anestesiados y la mayoría de veces necesitan técnicas anestésicas más especializadas. Los ASA IV y V necesitan técnicas específicas y monitorización avanzada. El protocolo anestésico lo pauta el veterinario en la ficha de anestesia y debe incluir los fármacos que se van a utilizar durante todo el procedimiento (sedación, inducción, mantenimiento y posoperatorio).
Sedación
La sedación es un periodo fundamental porque reduce la ansiedad, facilita el manejo, disminuye la dosis de fármacos inductores e inhalatorios, proporciona analgesia perioperatoria y produce relajación muscular.
Los sedantes más utilizados son la acepromacina y los agonistas α2, y generalmente van asociados a un analgésico (metadona, morfina, buprenorfina, etc.).
El auxiliar debe saber calcular la dosis en mililitros según el peso del animal y la concentración de los fármacos.
Una vez sedado, se cateteriza una vía periférica, se rasura y se limpia la zona quirúrgica.
Inducción
La inducción es un periodo crítico durante el proceso anestésico porque el animal pierde la consciencia y los reflejos de deglución y tusígeno para poderlo intubar, y puede entrar en apnea. Por este motivo, es importante preoxigenar al paciente durante 5 minutos para aumentar la reserva de oxígeno, de modo que si surgen problemas durante la intubación haya más tiempo para actuar antes de que el animal presente hipoxia.
Los fármacos más utilizados son propofol, alfaxalona, ketamina, diazepam, etc.
Una vez intubado, se conecta al equipo anestésico.
Mantenimiento
El mantenimiento anestésico se puede realizar con gases, TIVA (anestesia intravenosa) o PIVA (anestesia parcial intravenosa).
Los gases anestésicos más utilizados son el isoflurano y el sevoflurano.
Cada gas anestésico tiene su CAM (concentración alveolar mínima de un anestésico inhalatorio necesaria para producir inmovilidad en el 50 % de los animales expuestos a un estímulo doloroso supramáximo).
Para mantener una anestesia quirúrgica se requiere 1,2 – 1,5 veces la CAM, por lo que durante el mantenimiento anestésico el vaporizador se mantiene entre estos valores (siempre en función del plano anestésico que se verá más adelante) (tabla 3).
Monitorización anestésica
La monitorización anestésica es el control de forma continua del animal durante la anestesia. Es muy importante para evaluar objetivamente al paciente, detectar posibles complicaciones y poderlas tratar de forma rápida.
Durante la anestesia el ATV puede rellenar la ficha del registro anestésico y detectar las variaciones. Igualmente, debe conocer los parámetros fisiológicos para poder evaluar las posibles complicaciones que aparezcan e indicárselas al veterinario para que las pueda tratar (tabla 4).
Aunque se disponga de monitores que registren muchos parámetros, nunca hay que olvidarse de la monitorización básica:
- Respiración: movimiento del tórax o de la bolsa reservorio.
- Frecuencia cardiaca: auscultación y pulso arterial.
- Mucosas: color, TRC.
- Temperatura (tabla 5).
- Posición del globo ocular, reflejo palpebral y corneal.
- Tono mandibular.
Es fundamental durante la anestesia ir controlando el plano anestésico del animal. Si el plano es superficial, el animal se puede despertar cuando sienta un estímulo doloroso. Si está en plano demasiado profundo, puede llegar a tener una parada cardiorrespiratoria. Por eso, durante la anestesia se ha de mantener en plano medio y que no tenga dolor (tabla 6).
Evaluación del dolor
El dolor es un mecanismo de protección del organismo cuya reacción consiste en alejarse del estímulo doloroso para prevenir un daño mayor. El animal anestesiado no puede huir, por lo tanto hay que saber interpretar cuándo un animal tiene dolor intraoperatorio.
Cuando un animal tiene dolor aumenta la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria y la presión arterial. Siempre que aparezcan estos signos hay que comprobar el plano anestésico, ya que el animal puede estar sintiendo dolor a pesar de encontrarse en buen plano anestésico, o debido a que se está despertando. Se debe actuar de diferente manera según el caso.
Para tratar de hacer lo más objetiva posible la evaluación del dolor en las mascotas se han creado escalas o sistemas de valoración de los elementos asociados a la presencia de dolor.
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