La displasia de cadera es una enfermedad degenerativa que consiste en un mal ajuste de la cabeza del fémur o hueso del muslo en la cavidad de la cadera (acetábulo).
Como consecuencia, la articulación de la cadera se deforma y provoca inflamación y debilidad de la misma. Se asocia normalmente con razas de gran tamaño (las que de adulto pesarán más de 25 kg) y rápido crecimiento y también con dietas de alto valor calórico aunque su origen es congénito.
¿Cuáles son las razas afectadas?
Los perros con mayor predisposición genética a padecer esta enfermedad son Rottweiler, Pastor Alemán, Labrador Retriever, Golden Retriever, Pastor Inglés, Terranova y San Bernardo. En los últimos años estas razas han sido seleccionadas para su crianza de modo que se ha conseguido reducir notoriamente el porcentaje de perros con displasia.
¿Cómo se diagnostica?
Por lo general, los perros con displasia de cadera presentan cojera en una o ambas extremidades posteriores, tienen dificultades para saltar, correr o tumbarse y manifestarán dolor al extender completamente las articulaciones. Los cachorros suelen ser anormalmente tranquilos y permanecen mucho tiempo echados. El diagnóstico definitivo se obtiene por radiografía de la zona, con el animal anestesiado para que relaje los músculos.
Tratamiento
La displasia de cadera es una enfermedad grave pero no mortal, por lo tanto todos los tratamientos están destinados a mejorar la calidad de vida del animal aliviando el dolor, regenerando las superficies articulares, reparando el cartílago y recuperando, aunque sea parcialmente, la función articular.
Una vez realizado el diagnóstico adecuado se pueden aplicar dos tipos de tratamientos: conservadores no invasivos y quirúrgicos. Los tratamientos quirúrgicos varían según el grado de displasia: escisión de la cabeza y cuello femoral (alivia el dolor y mejora el paso), osteotomía triple de cadera (se corta el hueso en tres lugares y se gira el acetábulo para que la cabeza del fémur se asiente en él) y prótesis o sustitución completa de la cadera.
¿Cómo se previene?
Como es una enfermedad genética se recomienda evitar la reproducción de los perros afectados. También es importante el diagnóstico precoz de la enfermedad para controlar su evolución, por ello conviene hacer revisiones periódicas al cachorro desde los 3-4 meses de edad.
Hay que evitar el sobrepeso y la administración incontrolada de suplementos de calcio en las razas con predisposición a la displasia. Últimamente se está extendiendo el uso de nutrientes medicinales en la dieta elaborados con aminoácidos y precursores de glicosaminoglicanos que estimulan la recuperación del cartílago afectado y mejoran así la calidad de vida del animal.
Tratamiento no quirúrgico
- evitar que el animal realice tareas que conlleven mucho esfuerzo.
- vigilar la alimentación para evitar la obesidad.
- administrar fármacos antiinflamatorios para controlar el dolor, aunque siempre de forma controlada ya que pueden tener efectos secundarios.
- el masaje terapéutico consigue distender la zona muscular afectada, aliviando el dolor.
- aplicar una bolsa de agua caliente en la zona afectada.
- la natación favorece el desarrollo de los músculos que rodean las articulaciones sin desgastarlos.
Extraído de La displasia de cadera, Ateuves nº 13, pag. 48.