El páncreas es un órgano muy delicado que se ve afectado principalmente por patologías inflamatorias, como la pancreatitis, y que requiere una monitorización continua en los pacientes que permanecen ingresados.
Pancreatitis
Los signos clínicos que acompañan a un paciente tanto canino como felino con pancreatitis son variables dependiendo de la gravedad o la intensidad del proceso, de modo que los casos más leves pueden llegar a ser incluso subclínicos mientras que los animales con procesos más graves pueden llegar a morir.
Los signos clínicos pueden ser anorexia, vómitos, debilidad, dolor abdominal, diarrea, deshidratación, afectación renal, fiebre, coagulación intravascular diseminada y fallo multiorgánico y todo ello debido a la propia inflamación del páncreas.
En gatos, los signos clínicos más comunes son, por este orden, letargo, anorexia, deshidratación, hipotermia, vómitos (en el 35 % de los casos), dolor abdominal, disnea, ataxia y diarrea, polifagia, estreñimiento, fiebre, poliuria y polidipsia.
La pancreatitis puede clasificarse en aguda, es decir, es una inflamación del páncreas que se resuelve tras la eliminación del daño existente, y en crónica, en la que un alto porcentaje de cambios histopatológicos son irreversibles, con fibrosis y atrofia, y que afecta fundamentalmente a la porción exocrina. Ambos tipos de pancreatitis pueden ser leves o más graves.
Pancreatitis felina
En el caso de los gatos, se relaciona la presencia de pancreatitis con:
- Procesos traumáticos, posiblemente debido a una isquemia pancreática e hipoperfusión.
- Agentes infecciosos como Toxoplasma o parásitos intestinales, virus como el Parvovirus, herpesvirus y el virus de la peritonitis infecciosa felina.
- Medicaciones como la azatioprina, clorotiazida, las tetraciclinas sulfamidas y algunos quimioterápicos.
- Presencia de neoplasias.
Existe un alto porcentaje de casos, que se consideran idiopáticos, en los que no se encuentra una causa desencadenante concreta, y suelen asociarse a procesos complejos como las colangiohepatitis.
Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas necesarias para la confirmación del diagnóstico incluyen analítica general con un hemograma y un perfil bioquímico completo que muestran alteraciones que en muchos casos son leves e inespecíficas.
La amilasa y la lipasa pancreática tienen una especificidad muy baja, por lo que en muchos casos no son la herramienta diagnóstica de base.
Las pruebas de diagnóstico por imagen como la radiografía demuestran una disminución del contraste en el abdomen craneal con desplazamiento de las vísceras, aunque de nuevo es una prueba muy inespecífica. La ecografía abdominal tiene una sensibilidad más alta según algunos estudios, dando resultados positivos en el 68 % o más de los casos de pancreatitis. Sin embargo, este valor depende en gran medida del ecografista, así como de la maquinaria utilizada, de modo que la ecogenicidad del páncreas puede estar aumentada o disminuida.
La TLI inmunorreactiva similar a la tripsina sérica, es un análisis que evalúa la funcionalidad del páncreas exocrino y tiene una sensibilidad que según los estudios clínicos oscila entre el 30 y el 60 % en los pacientes.
La biopsia pancreática se considera el gold standard para el diagnóstico de la pancreatitis, y para ello se debe realizar una laparotomía exploratoria.
Tratamiento de la pancreatitis
Analgesia
Con independencia de que estos pacientes muestren o no dolor abdominal es importante hacer un correcto control del dolor, incluyendo opiáceos o lidocaína administrada mediante la inyección a nivel intraperitoneal local junto al páncreas.
Antibioterapia
El uso de antibióticos en esta patología es controvertido aunque se considera que el 50 % de todos los pacientes con procesos fatales fallecen como consecuencia de complicaciones infecciosas. Además de esto, en el caso de los gatos el conducto colédoco del hígado drena junto con el conducto pancreático por el mismo punto a través del esfínter de Oddí al intestino, por lo que pueden producirse complicaciones como el desarrollo de una triaditis con afectación de hígado, páncreas e intestino, lo que hace necesario una terapia con antibióticos en estos casos.
Antiinflamatorios
El uso de corticoesteroides es controvertido y debería limitarse a las situaciones en las que se produzca un shock hipovolémico grave. Los AINE se utilizan como control del dolor y de la inflamación.
Antieméticos
Se usan antieméticos como el citrato de maropitant, ya que el vómito es un signo clínico fundamental en el desarrollo de la pancreatitis.
Plasma
La α-2 macroglobulina es una proteína antioxidante que disminuye rápidamente en casos de pancreatitis graves y es la responsable de la eliminación de productos tóxicos relacionados con la actividad proteolítica del páncreas, lo que favorece el desarrollo de procesos sistémicos. El plasma fresco congelado puede ayudar a aumentar la concentración de albúmina y factores de la coagulación, además de reponer la α-2 macroglobulina.
El pronóstico es variable dependiendo de la gravedad del proceso y de la proporción de páncreas que se encuentre afectada, así como de la existencia de otras patologías concomitantes. Algunos de estos pacientes, a largo plazo pueden acabar desarrollando procesos como insuficiencia pancreática exocrina o diabetes mellitus.
Extraído de: Beatriz Unzeta Conde, Principales patologías del páncreas, Ateuves 72, pags. 12-16.