A pesar de ser una mascota cada vez más popular, muchos propietarios desconocen sus requerimientos nutricionales básicos.
Cada vez son más los cobayas (también llamados conejillos de indias) que se adquieren como animales de compañía en nuestro país, y en la actualidad es la cuarta población de mascotas que acuden a las consultas veterinarias (García, 2018). Aun así, todavía hay muchas lagunas en lo que respecta a su hábitat, manejo y lo que es más importante, necesidades nutricionales, ya que su aparato digestivo tiene unas peculiaridades que les diferencian de otras mascotas como el perro o el gato.
El objetivo de este artículo es pues doble: por un lado conocer cómo comen y digieren los cobayas y seguidamente evaluar cuáles son sus necesidades nutricionales.
El aparato digestivo de los cobayas y enfermedades más frecuentes
Los cobayas son animales roedores, herbívoros monogástricos. La hendidura bucal es muy pequeña, por lo que la capacidad para abrir la boca está muy limitada. La cavidad abdominal ocupa una gran parte de su cuerpo, como ocurre en todos los roedores. Esta posee un estómago voluminoso, al igual que el ciego. Como dato curioso, todo el tracto alimentario (desde la faringe hasta el ano) mide aproximadamente 2,3 metros, lo que da idea de la magnitud del sistema digestivo. En el ciego, al igual que en el conejo, se realiza la digestión y fermentación de los alimentos vegetales, y al no ser capaces de asimilar el alimento consumido también producen cecotrofos, que les permiten cubrir las necesidades de vitaminas del grupo B y sobre todo C (que no sintetizan). El tiempo normal de vaciado gástrico en cobayas es de 2 horas. El tiempo total de tránsito gastrointestinal es de aproximadamente 20 horas (rango 8-30 horas); sin embargo, si se tiene en cuenta la coprofagia, el tiempo total de tránsito gastrointestinal es de 66 horas (Quesenberry y Carpenter, 2012).
Precisamente las enfermedades gastrointestinales son la causa más frecuente de consulta veterinaria;
en ocasiones por situaciones estresantes, cambios bruscos en la dieta, presencia de tricobezoares o cuerpos extraños, lo que les conduce al síndrome de hipomotilidad gástrica, que a su vez se traduce en un acúmulo de gas en el estómago y la distensión del mismo (Bargalló et al., 2015). La malaoclusión de los incisivos es la causa subyacente de la mayoría de los problemas gastrointestinales de estos animales, asociada a un manejo dietario inapropiado. En los cobayas, tanto los incisivos como los molares son hipsodontes (tienen raíces abiertas), lo que significa que siguen creciendo de forma continua a lo largo
de toda la vida. Cuando mastican, los dientes se desgastan por oclusión con los dientes opuestos, por lo que cualquier problema que impida esta oclusión, como traumatismo o debilidad del hueso dental, resultará en sobrecrecimiento de los dientes y malaoclusión (Legendre, 2016). Las diarreas pueden tener múltiples orígenes, desde el consumo de comida contaminada por Salmonella spp., Clostridium piliforme (enfermedad de Tyzzer) o parásitos (Cryptosporidium wrairi, Eimeria caviae o Balantidium caviae) y se producen, básicamente en animales inmunodeprimidos (Aguilar et al., 2010; Jepson, 2011).
Qué ha de comer un cobaya en el ambiente doméstico
Los cobayas en estado salvaje comen muchos tipos diferentes de vegetación. Los conejillos de indias domésticos también son completamente herbívoros (con la excepción de la placentofagia). Digieren la fibra más eficientemente que los conejos y su saciedad se rige más por la distensión del tracto gastrointestinal que por la necesidad de energía metabólica. Un nivel de proteína cruda de 18 % a 20 % es adecuado para el crecimiento y la lactancia (Carpenter, 2005) y el nivel mínimo recomendado de fibra cruda es del 10-16 % (García, 2018). Lo ideal es que el alimento se distribuya tal y como aparece en la figura.
Los cobayas desarrollan preferencias alimenticias desde edades muy tempranas y no se adaptan fácilmente a los cambios en el tipo, apariencia o presentación del alimento o agua. Incluso un cambio en la marca de los piensos peletizados puede dar lugar a rechazo. Una buena idea es exponer a las mascotas, cuando aún son jóvenes, a pequeñas cantidades de diferentes verduras para que se acostumbren a la variedad. Es importante enseñar a los dueños de la mascota acerca de este hecho para prevenir un ayuno potencialmente peligroso ante una comida nueva (Quesenberry y Carpenter, 2012).
¿Qué puede y no puede comer?
La dieta recomendada para los cobayas de compañía consiste en pienso comercial y heno de hierba, complementados con verduras frescas. Por lo general, los gránulos se ofertan libremente, aunque algunos los clínicos creen que, al igual que con los conejos, si el animal es sedentario debería ofrecerse una cantidad tasada. Lo que sí debe estar siempre disponible es el heno de buena calidad.
Estos animales disfrutan de una variedad de hojas verdes, aunque algunas, como muestra la tabla, estarían prohibidas o deberían ofrecerse de manera ocasional. Todos los alimentos frescos deben lavarse y
prepararse como si fueran para el consumo humano, y deberían ser retirados de la jaula después de unas horas si no se han consumido. Los cereales secos pueden ofrecerse solo en cantidades muy pequeñas, como si fueran golosinas. Y por supuesto, no debe olvidarse que cualquier adición o cambio en la dieta debe hacerse gradualmente (Quesenberry y Carpenter, 2012). Los piensos comerciales ya vienen suplementados con las dosis requeridas de vitamina C; la suplementación en el agua es menos efectiva pues pierde más del 50 % de su contenido de vitamina C en 24 horas. Los piensos han de estar conservados a una temperatura estable (sobre 22 °C) y protegidos de la condensación y la humedad.
Conclusión
En conclusión, si bien el cobaya es un animal fácilmente adaptable a las condiciones domésticas, en ningún caso ha de ser considerado similar a un conejo: requiere cuidados y condiciones de manejo específicas, sobre todo en lo que respecta a la dieta, y bajo asesoramiento veterinario.
Extraído de Mario García, José Miguel Chapel y Cristina Castillo, ¿Qué necesita comer un cobaya?, Ateuves 82, págs. 12-14.