Reconocimiento del estrés en gatos

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El estrés en gatos puede provocar diferentes trastornos. La solución pasa por identificar los agentes estresantes y aplicar una terapia adecuada.

La conducta es el resultado de la interacción or­ganismo/ambiente para producir una respuesta. Esto quiere decir que la conducta que desarro­lla un animal en un momento concreto estará determinada en parte por su genotipo y en otra parte variable por el ambiente en el que se ha desarrollado su vida. Determinados estímulos inciden en el SNC para producir una respuesta en cada momento. Estos estímulos pueden ser externos (ambiente) o internos (hormonales). La respuesta producida (conducta) puede ser innata (estereotipada) o aprendida (experiencia).

Modelo clásico del estrés

En este modelo se reconocen tres fases que ac­túan correlativamente:

  • Alarma: el animal percibe un agente estresan­te externo o estresor y pone en marcha meca­nismos orgánicos y de conducta.
  • Adaptación: el organismo reacciona de dife­rentes maneras para solucionar el desafío.
  • Agotamiento: si el estresor persiste, el organis­mo puede agotarse y mostrar enfermedades.

Estrés en gatosLos mecanismos del estrés consisten en una ac­tivación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenales, aumento de glucocorticoides en el torrente cir­culatorio y de la liberación de catecolaminas, y activación del componente simpático. En la con­ducta esos cambios se reflejan en la comunicación agonística de lucha o de huida o en el efecto to­talmente contrario, la inhibición de todo compor­tamiento. El control se efectúa sobre todo en el hipotálamo, con la liberación de la hormona libe­radora de corticotropina (CRH). Otras sustancias intervienen también desencadenando la conduc­ta, por ejemplo, la vasopresina, que induce al marcaje. Otras conductas relacionadas son la de acicalamiento, la actividad general, la coprofagia, la agresividad, las conductas compulsivas, etc.

El estrés es la causa principal de muchos pro­blemas de comportamiento, entre los que se encuentran la agresividad, la ansiedad, la hipe­ractividad, las estereotipias o conductas com­pulsivas, las fobias y la eliminación inadecuada. La corteza cerebral (que regula las áreas del pensamiento) y el sistema límbico (que regula las emociones) actúan de forma opues­ta: si un animal está sometido a una emoción fuerte dejará de pensar y viceversa.

Ante una situación de estrés (miedo, ham­bre, daño físico, etc.) el hipotálamo hace que la hipófisis anterior libere hormona adrenocor­ticotropa (ACTH), la cual actúa sobre la corteza de las glándulas adrenales para que éstas a su vez liberen glucocorticoides. Éstos tienen un efecto inmunosupresor (inhiben a los linfocitos T cola­boradores de clase 1 y a los macrófagos).

Debido a su complejidad, la interrelación de la inmunidad con la neurología y la endocrinolo­gía aún no se comprende en su totalidad, pero existen sólidas evidencias de la comunicación tridireccional entre los sistemas inmune, ner­vioso y endocrino. Algunas de ellas pueden ser:

  • Ratones que han sido sometidos a confina­miento diario, durante 1 h en una caja pe­queña, resultan incapaces de recuperarse de inoculaciones virales subletales para ratones normales.
  • Monos separados de sus familias o compañe­ros experimentan una severa disminución de las respuestas de activación linfocitaria ante estímulos antigénicos.
  • Esas mismas respuestas se observan merma­das en la mayoría de las especies, incluyendo el hombre, durante periodos de estrés (emociona­les, ambientales, fisiológicos, de relación, etc.).

¿Qué es el euestrés?

El euestrés es un término utilizado para definir el estrés beneficioso, ya que no todo es perju­dicial. Existe un nivel de estrés que se utiliza normalmente como reacción vital en todos los animales, que lleva al mismo a un estado de equilibrio interno u homeostasis necesario para la adaptación al medio. Este proceso se conoce como síndrome general de adaptación.

Sin embargo, si el estrés conduce a deshacer el equilibrio, es entonces cuando lo consideramos un factor perjudicial que puede alterar las res­puestas naturales y conducir a un estado patológi­co con afectaciones psicosomáticas y psicológicas.

El euestrés favorece el estado inmunitario, psi­cológico y emocional; sin embargo el estrés tie­ne como consecuencia enfermedades orgánicas y de conducta. En el gato las más frecuentes son la colitis crónica y la cistitis intersticial, como enfermedades orgánicas; y la agresividad, los fenómenos de marcaje (con orina, heces y uñas) y las estereotipias, en las de conducta.

Trastornos en los que se manifiesta el estrés en gatos

¿Podríamos llamarlos psicosomáticos? Según la definición de ese término sí, ya que son trastor­nos, tanto físicos como de conducta, que se ma­nifiestan debido a una situación de estrés crónico. Es curioso ver cómo la mayoría de los propieta­rios no reconocen casi nunca que haya existido o exista una situación estresante para su gato. Ésta se ha podido manifestar en un trastorno de agresividad hacia personas o entre gatos, una estereotipia o un trastorno alimentario como anorexia, bulimia o pica.

En la mayoría de las ocasiones no es posible encontrar la causa inicial que provocó ese cam­bio. Pero a veces son cosas tan simples como haber llevado al gato al veterinario, un viaje, la hospitalización del animal, un olor extraño, la visita de alguien desconocido; o más graves, como problemas de socialización temprana, se­paración prematura de la madre, no respetar el etograma propio de la especie o la introducción de un gato tras otro en una casa con el consi­guiente problema de territorio.

Un ejemplo de patología orgánica asociada a es­trés y ansiedad es la conocida cistitis intersticial idiopática felina. Se produce una inflamación de las paredes vesicales sin poder encontrar un causante infeccioso o físico real (ver cuadro).

Podríamos pensar que tras identificar y tratar las causas estresantes subyacentes el problema desaparece. Sin embargo, en muchas ocasiones no ocurre así, bien porque además del estrés es­taban implicados otros factores o bien porque el animal ha desarrollado una tendencia o patrón de comportamiento ritualizado o estereotipado.

El tratamiento pasa por terapias en las que se reduzca el ambiente estresante (enriqueci­miento ambiental), se introduzcan fármacos psicotrópicos y feromonoterapia y se modifi­que conductualmente a los animales y perso­nas que conviven.

Las feromonas

Las feromonas son sustancias químicas volátiles producidas por glándulas que se encuentran en diversas zonas corporales: periorales (alrededor de la boca), temporales (lateral de la cabeza), caudales (cola), anales, almohadillas plantares, orina, heces y saliva. La comunicación química se percibe mediante el olfato y el órgano vome­ronasal a través de la conducta de Flehmen (el animal alza la cabeza, retrae el labio superior y abre la boca, inhalando aire). Según la infor­mación que transmiten pueden ser de alarma, sexuales, maternales, sociales y territoriales.

Las de alarma las emiten en situaciones de es­trés, con los sacos anales y principalmente con las almohadillas plantares. También pueden emitir heces y orina.

Las sexuales se emiten en el periodo de celo me­diante la orina. Son detectadas a kilómetros de distancia. También existen las que sincronizan el celo de las gatas de un grupo.

Las sociales y territoriales son las que utilizan para marcar otros miembros de su grupo, ya sean objetos, otros gatos, humanos u otras es­pecies. Éstas son las que se han aislado y están disponibles comercialmente. Las utilizan fro­tando la cara, el cuerpo y la cola. También las territoriales están en las almohadillas plantares al rascar verticalmente con las uñas.

Las feromonas que se utilizan en el alomarcaje (marcaje mutuo entre gatos realizado por frota­miento) se han analizado y sintetizado para poder obtener un producto comercial, concretamente los compuestos responsables del marcaje social y territorial. En esto se basa la feromonoterapia. Estas feromonas, aplicadas a los gatos y en el am­biente, tienen un efecto apaciguador y reductor del estrés en la convivencia y el transporte.

El concepto de bienestar animal y el etograma

Para que un gato esté bien, entendido este con­cepto como que pueda desarrollar su etograma en unas condiciones mínimas y disfrute de un equilibrio homeostático que le permita adaptar­se a los cambios del ambiente (euestrés), nece­sita unas condiciones ambientales mínimas que le permitan cumplir con sus comportamientos naturales: jugar, cazar, dormir, comer y hacer sus necesidades en un sitio tranquilo, disponer de territorios separados según actividades y de­más animales existentes, acicalarse, etc.

Estrés en el gatoLa noción de bienestar es subjetiva, porque un gato no nos dice si está bien. Por eso es tan im­portante estudiar su comportamiento normal, la forma en que éste se distribuye en el día (eto­grama) y sus pautas y posturas de comunica­ción, para poder identificar el momento en el que el euestrés se convierte en estrés crónico y en el que ya lleva asociada una u otra patología.

El problema a veces, como ya se ha comentado, es reconocer la causa o causas que están pro­vocando esa enfermedad psicosomática. Ojalá fuera siempre una sola causa y el problema fue­ra simple. Desgraciadamente no suele ser así. Pero siempre es fundamental intentar hacer desaparecer los estresores que sean identifica­bles y devolver al gato a la homeostasis propia de una condición de bienestar.

Extraído de: Rosana Álvarez, Reconocimiento del estrés en gatos, Ateuves 27, pp. 28-31.
 

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