Los conejos son una especie cada vez más habitual en consulta, por lo que es esencial conocer bien esta enfermedad tan frecuente y que tanto afecta a la calidad de vida de estas mascotas.
Cada vez hay más gente que opta por tener un conejo como animal de compañía y no en todas las clínicas disponen de veterinarios especializados y auxiliares que tengan conocimientos sobre el cuidado, manejo y principales enfermedades de estos animales.
La mayoría de casos que se presentan en la clínica se deben a una mala información o un desconocimiento
sobre los cuidados, alimentación, higiene, planes vacunales, etc. La causa suele ser que en el lugar donde los propietarios han adquirido a su animal no les han proporcionado una buena información.
El objetivo de este artículo es ampliar la información necesaria que debe saber un auxiliar veterinario para evitar algunos casos de pododermatitis, y advertir y aconsejar en consecuencia a los clientes. Igualmente se hace un repaso de los procedimientos más habituales en esta especie en consulta.
¿Qué es la pododermatitis?
La pododermatitis o úlcera plantar es más frecuente en los conejos y en las cobayas debido a una mala higiene del fondo de la jaula, así como a la utilización de material no apropiado, de tipo duro y abrasivo, como por ejemplo plásticos, rejillas metálicas, arena de gato, etc. De esta manera, con el paso del tiempo se produce un aumento de la presión en la zona metatarsal, que provocará inflamación, isquemia y necrosis de los tejidos blandos circundantes, dando lugar a la aparición de hiperqueratosis, erosiones
y úlceras.
A menudo, si no se trata a tiempo puede contaminarse por bacterias como Staphylococcus aureus, Steptococcus y Pasteurella. Esta infección puede profundizar en los tejidos circundantes y causar problemas en articulaciones, huesos y tendones; también puede causar lesiones vasculares que pueden llegar a producir hemorragias y anemia.
La enfermedad se puede manifestar de cuatro maneras distintas:
- Forma abscedativa: se caracteriza por la presencia de tumefacción, ulceración y necrosis en la porción plantar de las extremidades posteriores. Si no se trata con rapidez, desemboca en una linfadenopatía con fistulación y septicemia.
- Forma eritematosa: es la más frecuente; produce una inflamación muy dolorosa de la superficie plantar de las extremidades, que las hace hipersensibles.
- Forma eccematosa: la más benigna; aparece un eccema plantar que si no se trata degenera en la aparición de formas más complejas.
- Forma necrobacilar: es rara; aparece una gangrena incurable a no ser que se detecte de forma muy temprana.
Signos clínicos
Los signos son difíciles de detectar, por eso hay que revisar esta zona con frecuencia. Al principio suelen aparecer pequeñas heridas o costras, cierta inactividad en el animal y anorexia; seguidamente alopecia, inflamación, úlceras, sangrado, etc.
Los signos clínicos de la pododermatitis suelen clasificarse desde el grado I al grado VI (figuras 1 y 2), dependiendo de la gravedad de la enfermedad1 (ver tabla).
Extraído de Ana María Martín Rosell, Pododermatitis en conejos, Ateuves 87, págs. 14-17.