Transfusión sanguínea felina

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La transfusión sanguínea es un recurso muy valioso que puede salvar vidas y ser una opción más de los servicios de la clínica, pero debemos ser responsables y efectuarla con el máximo rigor y conocimiento posible para que resulte segura y efectiva.

Actualmente, es habitual hacer transfusio­nes sanguíneas en veterinaria, aunque por el momento sigue siendo mucho más fre­cuente en perros que en gatos. La diferen­cia más importante entre estas dos especies a la hora de llevar a la práctica una trans­fusión sanguínea es que, al contrario que los perros, los gatos sí que tienen aloanti­cuerpos naturales contra otros grupos san­guíneos, incluso los pacientes que no han recibido nunca una transfusión sanguínea. Con menos de 1 ml de sangre incompatible transfundida se pueden producir reacciones fatales e incluso la muerte del receptor. Por este motivo, siempre hay que comprobar los grupos sanguíneos tanto del donante como del receptor. Estas pruebas se pueden rea­lizar en el centro veterinario. Actualmente existen unos kits diagnósticos para tipificar el grupo sanguíneo de forma fácil, rápida y segura (figura 1).

Grupos sanguíneos felinos

En la especie felina existen tres grupos sanguí­neos principales: A, B, AB y un grupo llamado Mik, descubierto en el 2007.

  • El grupo A es el mayoritario y puede ser tanto donante como receptor solo de su mismo grupo. No obstante, si un gato tipo A recibe sangre del tipo B puede llegar a sobrevivir, aun­que creando tal cantidad de anticuerpos frente a las células B que si volviera a recibir la misma sangre del tipo B, le causaría la muerte.
  • El grupo B es menos frecuente, pero hay algu­nas razas como el British Shorthair, el Ragdoll o el Exótico que pueden tener este grupo con más frecuencia. El grupo B también puede ser donante y receptor únicamente de su grupo, aun­que, al contrario de lo que sucede en el grupo anterior, si a un receptor del grupo B se le trans­funde sangre del grupo A se le puede provocar una crisis hemolítica muy grave, que puede des­embocar rápidamente en la muerte del paciente.
  • El grupo AB es con diferencia el menos común. Este grupo puede ser receptor de los tres grupos, pero solo puede ser donante del suyo propio.

Por último, está el antígeno eritrocítico Mik. Este antígeno podría provocar una fuerte reacción hemolítica incluso cuando donante y receptor comparten el mismo grupo sanguíneo. Es por esto que para tener la seguridad de que la sangre del donante y la del receptor son total­mente compatibles, hay que realizar, además de las pruebas mencionadas anteriormente, una segunda prueba llamada cross matching (o prueba cruzada). Esta prueba se puede realizar en el centro veterinario de forma manual y para ello se necesita (figura 2):

  • Dos tubos de heparina, edta o citrato.
  • Suero fisiológico (SSF 0,9 %).
  • Tubos secos o sin anticoagulante.
  • Portaobjetos y cubreobjetos.
  • 1 ml de sangre del donante y del receptor.
  • Centrífuga.

 

¿Cómo se hace el cross matching?

Se deposita el mililitro de sangre del donante y el del receptor (por separado) en el tubo con el anticoagulante elegido. A continuación se centri­fuga la sangre (tres minutos a 2.500 rpm). Una vez centrifugado se deben separar los plasmas del donante (PD) y receptor (PR) de los eritrocitos del donante (ED) y receptor (ER). A los eritroci­tos se les añade 2 ml de SSF y se vuelven a cen­trifugar (tres minutos a 2.500 rpm); este paso se repite tres veces y se retira cada vez el SSF sepa­rado. Una vez estén los eritrocitos centrifugados y libres del SSF, se mezcla en un nuevo tubo una gota del ED con tres gotas del PR. En otro tubo, una gota del ER con tres gotas del PD. Por último, en un tercer tubo, una gota del ER esta vez con tres gotas del PR. Cada muestra se mezclará e incubará durante 10 min a 37 °C para finalmente depositar una gota en el portaobjetos y compro­bar el resultado en el microscopio.

¿Cómo se interpretan los resultados?

En esta prueba se busca la presencia/ausencia de aglutinación de hematíes (“pilas de mone­das”). Así pues, hay que observar y tener en cuenta los tres resultados:

  • Compatibilidad mayor (ED+PR).
  • Compatibilidad menor (ER+PD).
  • Muestra control (ER+PR).

Si hay ausencia de aglutinación en los tres signi­fica que las sangres son compatibles y se puede llevar a cabo la transfusión. Por el contrario, si se detecta aglutinación en la compatibilidad mayor o menor, se confirmará que las sangres no son compatibles, en cuyo caso no se podrá realizar la transfusión. Otro posible resultado es que se detecte aglutinación en la muestra de control. Si así fuera, la prueba se invalida y se deberá repetir todo el proceso desde el princi­pio (figura 3).

Figura 3. Posibles resultados de la prueba cruzada una vez realizada.

¿Quién puede ser donante?

Conocer el tipo de sangre es vital para una transfusión pero también hay que tener en cuenta que, aunque sería fantástico, no todos los pequeños felinos pueden ser donantes. Para que puedan ejercer este importante papel deben cumplir las siguientes características:

  • Tener entre 1 y 8 años.
  • Pesar >4,5 kg.
  • Hematocrito (Hto.) entre 30 y 45 %.
  • Tener las vacunas al día.
  • Estar clínicamente sanos.

Para estar seguros del último punto, antes de cada donación se debe realizar una analítica de control y descartar cualquier enfermedad infec­ciosa importante que se pueda transmitir por la sangre (FIV/FeLV). También sería adecuado asegurar que el donante no es portador de otras enfermedades hematoinfectocontagiosas (p. ej.: micoplasmas hemotrópicos, aunque debido a la distribución geográficas estas pueden variar).

¿Cómo conseguimos los donantes?

La confianza, la disponibilidad y la rapidez son claves para que la donación se lleve a cabo con la máxima eficacia posible. Disponer de una cartera de donantes puede facilitar y optimizar muchísimo este proceso.

Desde nuestro centro veterinario podemos poner en marcha una campaña de captación, tener formularios donde puedan inscribirse en nuestra sala de espera o incluso comentarlo directamente con el propietario si conocemos algún paciente que disponga de las característi­cas necesarias para ser donante.

En cualquiera de las opciones anteriores, lo más importante es facilitar al propietario el máximo de información posible sobre la donación: bene­ficios, posibles inconvenientes, el proceso de la extracción y las ventajas que pueden obtener en nuestro centro (p. ej.: analíticas gratuitas, ali­mentación, descuentos, etc.).

Esta cartera de donantes deberá estar muy bien clasificada para que llegado el momento sea fácil localizar al donante perfecto, no solo por su grupo sanguíneo, también debemos

tener en cuenta otras cosas como la distancia entre su domicilio y la clínica, la disponibili­dad que ofrece o que hayamos acordado, o la última vez que donó sangre, ya que nuestros pequeños pacientes tienen que dejar pasar un mínimo de cuatro semanas entre cada dona­ción y siempre con un máximo de cuatro dona­ciones anuales.

Extraído de Raquel Bernabé del Águila, Transfusión sanguínea felina. Ateuves 75, págs. 20-24.

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