Tratamiento nutricional en la insuficiencia renal

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La insuficiencia renal (IR) es la condición en la que los riñones dejan de funcionar correctamente, debido a que en ellos se produce una disminución en la filtración de sangre o tasa de filtración glomerular (TFG). A nivel terapéutico, el aporte nutricional es tanto o más importante que un buen tratamiento farmacológico.

La enfermedad renal es un síndrome en el que multitud de procesos patológicos pueden des­encadenar la pérdida de nefronas. Además, esta alteración cuenta con una preva­lencia relativamente elevada, sobre todo entre los gatos de edad avanzada.

Posibles causas de insuficiencia renal
1. Trastornos inmunológicos
• Lupus eritematoso sistémico
• Glomerulonefritis
• Vasculitis (peritonitis infecciosa felina)
2. Amiloidosis
3. Neoplasia primaria o secundaria
4. Nefrotóxicos
5. Isquemia renal
6. Causas infecciosas o inflamatorias
• Pielonefritis
• Leptospirosis
• Cálculos renales
7. Trastornos hereditarios o congénitos
• Hipoplasia o displasia renal
• Riñones poliquísticos
• Nefropatías familiares
8. Obstrucción del flujo urinario
9. Idiopático

Una vez se ha realizado el diagnóstico, los objetivos terapéuticos pasan por los siguientes propósitos:

1 Por una parte, se trata de identificar los fac­tores que afectan a la calidad de vida del paciente para así poder seleccionar los trata­mientos médico-nutricionales más adecuados que incrementen su calidad de vida.

2 Además, se pretende determinar los factores que incrementan el riesgo de progresión de la enfermedad renal para intentar minimizarlos con un tratamiento (farmacológico y/o nutri­cional) adecuado.

Estos tratamientos tienen que adaptarse a cada caso en particular en función del paciente, de la gravedad del proceso y de la etiología que con­duce a esa IR.

A nivel terapéutico, el aporte nutricional es tanto o más importante que un buen tratamiento far­macológico. Gracias a dicho control nutricional se pretende, en un primer momento, actuar sobre los factores que influyen en la progresión de la pérdida funcional del riñón, y posteriormente, una vez esta­bilizado el paciente, el objetivo nutricional consis­tirá en mejorar su calidad de vida, relegando a un segundo plano la progresión de la afección.

La gravedad de la enfermedad, el estado del paciente y la sintomatología manifestada suelen condicionar el tipo y el modo de nutrición que se debe aplicar.

En relación con el tipo, existe una gran variedad de dietas terapéuticas comerciales que están en distintas presentaciones (seco, húmedo, etc.) e indicadas en el control de la IR. Además, para dueños escépticos de las dietas comerciales tam­bién existe algún modelo de dieta casera, aunque esta tiene que estar controlada por un facultati­vo, debido a que en estos animales serán necesa­rio ajustes, y para ello es recomendable la reali­zación de reevaluaciones seriadas del paciente.

La composición de estas dietas tan específicas es distinta a la alimentación de mantenimiento de los pacientes considerados como sanos, independien­temente de las necesidades en función de la raza y la edad. Dicha modificación es debida a que los requerimientos nutricionales de los pacientes con IR son diferentes. Este hecho es un factor que el veterinario ha de tener en cuenta a la hora de se­leccionar el tipo de dieta y, en estos casos, el auxi­liar se considera un elemento importante porque es un buen nexo de unión entre el propietario y el facultativo, que puede ayudar a que los dueños comprendan mejor la importancia del cambio rea­lizado en este tipo de alimentación.

En toda dieta comercial aparece una informa­ción anexa aparte de los ingredientes que la componen (arroz, pescado, etc.), que nos indi­ca el análisis de los ingredientes incluidos en di­cha dieta (porcentaje de proteínas, grasa, etc.).

Por todo ello, hay que tener en cuenta que los pacientes con IR tienen unos requerimientos nutricionales especiales y necesarios en la pre­vención del deterioro de la función renal que se detallan a continuación.

Agua

El riñón que tiene IR no es capaz de concentrar la orina, y por ello a los pacientes con IR se les recomienda que dispongan de agua potable ad líbitum. Es importante evitar los factores que estimulan el proceso de concentración urinaria por parte del riñón, como son la deshidratación e ingestión de sal, entre otros. Al evitar estos facto­res se reduce el trabajo realizado por este órgano y se le protege en la medida de lo posible.

Proteínas

Si disminuye la función renal se produce una acumulación de los productos del metabolismo proteico. Por ello, las dietas de prescripción para problemas renales tienen una menor cantidad de proteínas que las dietas comerciales tradicio­nales, con proteínas de alto valor biológico que cubren las necesidades nutricionales del pacien­te, logrando un equilibrio del nitrógeno y limi­tando la acumulación de desechos. No obstante, hay que tener una cierta precaución, debido a que si dicha restricción es demasiado acusada, el organismo utilizará proteínas endógenas para mantener su metabolismo y causará pérdida de peso, desgaste muscular y aumento de las con­centraciones de nitrógeno úrico sérico.

Ácidos grasos poliinsaturados

En el perro, la modificación dietética mejor estudiada es la que afecta al cociente entre los ácidos grasos poliinsaturados omega 6 (aceites vegetales) y omega 3 (aceites de pescado).

Existe la hipótesis de que la modificación del cociente omega 6/omega 3 podría modificar la hemodinámica renal y proteger a los riñones. Por lo tanto, ateniéndonos a los resultados obtenidos por distintos estudios, se determina que es aconsejable la modificación de la com­posición lipídica de los alimentos destinados a los animales con IR con un incremento en el contenido de los ácidos grasos omega 3 en detrimento de los omega 6.

Potasio

Los gatos con insuficiencia renal crónica (IRC) se adaptan a la pérdida de nefronas incrementando la excreción de potasio. En ciertos casos, las pér­didas urinarias de potasio pueden ser excesivas y, como consecuencia, aparece una hipopotasemia.

La prevención de la enfermedad renal hipopo­tasémica en gatos con IRC se basa en evitar dietas acidificantes y verificar un adecuado aporte de potasio, lo que implica que una vez conocida la kalemia o potasemia (nivel de po­tasio en sangre) mediante una analítica bioquí­mica sanguínea, el aporte podrá ser superior en caso de hipopotasemia, o bien un aporte de mantenimiento si los niveles se encuentran dentro de los rangos considerados como fi­siológicos. A pesar de ello, la administración debe establecerse dentro a las necesidades derivadas de las deficiencias del animal. En la mayoría de los casos, la prescripción sistemá­tica de suplementos de potasio (junto a una dieta renal) no parece ser necesaria.

Fibra

Se recomienda el uso de fibras fermentables que puedan contribuir a regular los trastornos digestivos que acompañan a una IRC.

Relación calcio/fósforo en pacientes con insuficiencia renal

En este tipo de procesos se suele hallar hiper­fosfatemia e hipocalcemia. Esto es debido a que la principal ruta de excreción del fósforo son los riñones, y al estar alterada la eliminación se produce una acumulación de dicho electrolito.

El mantenimiento de esta relación está asociado a la prevención de otras enfermedades secunda­rias como son el hiperparatiroidismo secunda­rio renal y la osteodistrofia renal. Por ello, se recomienda limitar el aporte de fós­foro en este tipo de dietas comerciales.

Sodio

En la IR se limita la excreción renal de sodio to­tal a medida que disminuye la tasa de filtración glomerular. Por lo tanto, los pacientes no tole­ran grandes variaciones en el consumo de sodio.

Un aumento de sodio provoca alteraciones como incrementos en el líquido extracelular que deriva en hipertensiones que acentúan las alteraciones renales. Por ello, se recomiendan alimentos con cantidades limitadas de sodio.

Extraído de: Tratamiento nutricional en la insuficiencia renal, Iván Prada Areán, Fidel San Román Llorens, Blanca María Blanco Mañanes, Óscar Blázquez, Ateuves 35, págs. 16-22.

3 comentarios

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