Problemas de comportamiento en cachorros

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La llegada de un cachorro a una casa supone casi siempre juegos y distracción, pero también preocupación por su salud en este periodo vital particularmente delicado.

En este artículo nos centraremos en los principales problemas de comportamiento en cachorros.

¿Qué es un cachorro?

En primer lugar, cabe definir el periodo durante el cual llamaremos “cachorro” al perro. No hay una edad universalmente aceptada como final de la etapa de cachorro, pero generalmente se considera como tal al perro en fase de crecimiento.

Conviene matizar que este periodo en la especie canina varía mucho entre unas razas y otras. Las razas pequeñas son mucho más precoces que las razas grandes. Así, consideraremos ya adulto a un Yorkshire Terrier de seis meses, mientras que un cachorro de Dogo Alemán, con esa misma edad, todavía tiene por delante un periodo de crecimiento de más de un año.

Independientemente de su raza, la alimentación de todos los perros al nacer depende de sus madres. Los cachorros nacen sin dientes, y durante las tres primeras semanas de vida, como mínimo, se van a alimentar exclusivamente de leche. Con la aparición de los primeros dientes,  a las tres semanas de edad, empiezan a masticar papillas y comida semisólida, aunque generalmente seguirán ingiriendo leche hasta las 6-10 semanas si siguen al lado de su madre.

Además de la función nutritiva, la leche producida durante los 2-4 primeros días después del parto, llamada calostro, cumple una importante función defensiva ya que contiene anticuerpos (defensas) de la madre, que van a empezar a proteger al cachorro contra infecciones.

Problemas relacionados con el comportamiento

No se trata tanto de las dificultades que puede originar el aprendizaje de los “hábitos sociales” necesarios para convivir con el hombre, como de la existencia en el cachorro de verdaderas enfermedades, del tipo de las fobias o ansiedades. Lo cierto es que los propietarios del animal acostumbran a ser los causantes de estos trastornos, o al menos contribuyen a ellos, aunque de manera involuntaria.

Esto es así, básicamente por dos motivos:

Importancia de la socialización del cachorro

Durante los 3-4 primeros meses de vida un cachorro aprende a vivir con otros congéneres y con el mundo que le rodea: es el proceso de socialización.

1 En primer lugar, el ánimo protector hacia el cachorro lleva a veces a recluirlo en casa y a evitar todo contacto con el exterior “hasta que no terminen las vacunas”. O sea, en muchos casos, hasta las 13-15 semanas de edad. Es muy discutible que esa práctica sea útil, o que aumente la eficacia (ya alta) de las vacunas, en la medida en que una casa no es una burbuja estéril, impermeable a la entrada de gérmenes.

Los propietarios del cachorro pueden perfectamente vehicular gérmenes dentro de casa con el calzado o la ropa. En cualquier caso, ningún estudio epidemiológico hasta la fecha ha relacionado la salida (controlada) al exterior de cachorros con una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. En cambio, sí hay estudios que relacionan ese aislamiento durante el periodo de socialización del cachorro (hasta los 3-4 meses de edad) con una mayor probabilidad de que el animal desarrolle fobias a estímulos con los que no habrá entrado en contacto hasta demasiado tarde (motos, bicicletas, otros perros, etc.).

2 En segundo lugar, el que se establezca un vínculo afectivo muy importante entre el perro y el dueño, precisamente a la edad en la que en la naturaleza el perro sería rechazado por su madre, y que ese vínculo se vea reforzado constantemente por el suministro de comida, premios, protección y caricias, parece predisponer a algunos cachorros a tolerar mal la ausencia del dueño, y a desarrollar un comportamiento ansioso. El hecho de que el animal pase encerrado en un apartamento 23 horas al día, y prácticamente no tenga ocasión de realizar actividad física, no contribuye a mejorar el problema.

Como tampoco lo mejora el hecho de que en muchos casos el abanico social del perro se reduzca a muy pocos individuos, o incluso a uno solo (generalmente humano). En estas condiciones vemos aparecer con cierta frecuencia cuadros de ansiedad por separación, caracterizados por un comportamiento desequilibrado del perro en ausencia de su dueño, que se manifiesta con aullidos, destrozo de ropa y/o mobiliario, y micciones y defecaciones en casa. La prevención de estos problemas, evidentemente, pasa por corregir las causas citadas anteriormente.

Una vez instaurado el problema, la terapia de comportamiento y el uso de algunos fármacos específicos, siempre bajo estricto control veterinario, son las únicas soluciones posibles.

Extraído de: Franco Ricart López, Los problemas de salud más frecuentes en el cachorro Ateuves 5, pps. 24-29.
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