El estudio hematológico es una práctica de rutina fundamental para el diagnóstico de las patologías. Todo empieza con una correcta toma de muestras sanguíneas.
Toma de muestras
La venipunción se ha de realizar de la forma más cómoda y menos estresante para el animal, lo cual, además de evitar accidentes, impedirá alteraciones secundarias al estrés. Si es posible, es preferible obtener la muestra de una vena central (yugular) con un dispositivo con tubo de vacío (Vacutainer), pues se evita en gran medida la hemolisis y agregación plaquetaria que aparece en venas periféricas como la cefálica. Respecto al anticoagulante, siempre será aconsejable el uso de EDTA, que permite una mejor conservación de la morfología celular. La heparina, si bien permite realizar adecuadamente los contajes, altera la morfología celular y conduce a errores en el estudio del frotis sanguíneo.
Técnicas utilizadas para el estudio hematológico
Vamos a citar las más frecuentes.
Microhematocrito
La técnica del microhematocrito nos permite obtener el hematocrito o volumen que ocupan en el plasma los elementos formes, básicamente los eritrocitos. Para ello, introducimos en la muestra sanguínea un pequeño tubo de vidrio y dejamos que se llene por capilaridad un 75% del mismo. A continuación revestimos uno de los extremos con un material inerte (por ejemplo, plastilina) y centrifugamos durante 5 minutos (normalmente en una centrífuga adaptada que alcanza velocidades de 11.000-15.000 rpm). En el tubo aparecerán varias capas: una correspondiente a los glóbulos rojos, otra intermedia con el resto de elementos formes y una última capa de plasma. El hematocrito se calcula entonces como el porcentaje de la muestra que se corresponde a los eritrocitos, para lo cual existen tablas y aparatos que ayudan a realizar la conversión (figura 1).
Contajes manuales
Para realizar los contajes manuales necesitamos una cámara de Neubauer, un cubreobjetos y pipetas con bulbo para realizar diluciones de la muestra. La cámara de Neubauer (figura 2) muestra una cuadrícula de 9 espacios. El central aparece subdividido en 25 cuadrados que a su vez se dividen en 16 espacios, en los cuales realizaremos el contaje celular, partiendo de una dilución adecuada (1:200 para eritrocitos; 1:20 para leucocitos y 1:100 para plaquetas). En una cámara de Neubauer prototipo, el número de células por mililitro se obtiene multiplicando el contaje total por un factor de conversión según la dilución. En la figura 2 aparece la metodología de contaje de forma más detallada. Los contajes manuales muestran errores significativos respecto a los automáticos, sobre todo en los leucocitos.
Contadores automáticos
La mayoría de los analizadores hematológicos en el mercado nos permiten obtener el número de eritrocitos totales, hemoglobina, hematocrito y el contaje de leucocitos, así como distintos índices eritrocitarios: volumen corpuscular medio (VCM), que representa el tamaño medio de los glóbulos rojos; hemoglobina corpuscular media (HCM) y concentración de hemoglobina corpuscular media (CHCM).
A pesar de la rapidez y facilidad a la hora de obtener estos valores, hemos de tener presentes una serie de limitaciones. Por ejemplo, en el caso de veterinaria, la mayoría de estos analizadores no reconocen de forma exacta las distintas poblaciones leucocitarias, por lo que siempre será necesario realizar un contaje diferencial en el frotis sanguíneo. De igual forma, los contajes plaquetarios automáticos han de valorarse con suma cautela, dada la tendencia a la formación de agregados plaquetarios. Por último, la presencia de glóbulos rojos nucleados o macroplaquetas puede también producir errores de lectura.
Determinados analizadores, como los contadores de detección por láser, facilitan una gráfica con la distribución del tamaño y contenido en hemoglobina de las células medidas
Frotis sanguíneo
El estudio citológico sanguíneo no requiere aparataje especial, y es una técnica fácil y barata que permite identificar anomalías morfológicas en las células sanguíneas.
Para efectuar un frotis sanguíneo depositaremos una gota de sangre sobre un porta limpio y realizaremos la extensión según los pasos de la figura 3. Para evitar artefactos, el porta superior nunca ha de avanzar sobre la gota, sino que ha de acercarse de forma retrógrada permitiendo que la sangre se expanda por capilaridad en su parte trasera para, a continuación, realizar un movimiento rápido y decidido sin separar ambos portas.
Ya desde este punto inicial podemos adaptar la técnica a nuestras necesidades. Por ejemplo, un ángulo más agudo entre ambos portas da lugar a una extensión más fina (ideal si existe deshidratación o hemoconcentración), mientras que un ángulo mayor provoca una muestra más gruesa (conveniente en cuadros de anemia muy grave, véase figura 3).
El objetivo último de la extensión es obtener una amplia zona de monocapa (donde las células se disponen independientes en un solo plano), que permite una evaluación correcta del frotis.
De forma rutinaria, las extensiones sanguíneas se tiñen con tinciones rápidas de tipo Romanowsky (por ejemplo, los métodos Diff-Quick o Dip-Stat), que permiten diferenciar correctamente los eritrocitos (células anucleadas), plaquetas (elementos de menor tamaño) y leucocitos (que presentan un núcleo púrpura y un citoplasma azulado). En algunos leucocitos aparecen granulaciones típicas que distinguen neutrófilos de eosinófilos y basófilos.
Extraído de R. Alejandro Pérez-Écija, José Carlos Estepa Nieto, Francisco J. Mendoza García, Interpretación de los parámetros sanguíneos, Ateuves 34, págs. 22-28.
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