Enfermedades de las mascotas: somos lo que comemos

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Algunas de las enfermedades de las mascotas podrían haberse evitado con una alimentación adecuada. A lo largo de este artículo veremos por qué es tan importante darles una nutrición correcta y equilibrada.

Comenzaremos este artículo con una “simple” frase célebre que lo encierra todo en muy po­cas palabras y es que Hipócrates dijo una vez, hace ya algunos años, antes de toda tecnolo­gía y de tanto progreso: “Que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina”. Este médico de la Grecia antigua ya supo discernir, allá por los siglos V-IV a.C., la importancia de la alimentación.

Este avanzado a su tiempo dijo algo que aho­ra parece lógico, pero que en su época pocos pudieron ver, y es que en la prevención está la salud y la alimentación es la mejor prevención de muchos males. Evidentemente pensaba en las personas cuando afirmó lo expuesto, pero al fin y al cabo todos somos animales y la fisiología de los organismos es la misma en esencia. Con este texto intentaremos dar una visión general al valor real de lo que deben comer nuestras mascotas (extensible a todas las especies aun­que centrada en las de mayor número o impor­tancia, perros y gatos, por ese orden).

Porque son lo que comen

Lo primero que debemos destacar es que cual­quier tipo de alimentación (ya sea alimento seco, o dieta BARF, etc.) siempre irá acompa­ñada de agua. Éste es el único factor común, el único factor que no debe faltar nunca y que siempre será indispensable.

Las necesidades nutricionales varían con la edad.

Las necesidades nutricionales varían con la edad.

El alimento debe nutrir al perro o gato, es decir, le debe aportar todo lo necesario para el correc­to funcionamiento de todos los procesos fisio­lógicos que se producen en su organismo. Para ello, los estudios que se han hecho siempre y que se siguen haciendo van encaminados al co­nocimiento de esas necesidades del organismo de perros y gatos, según las diversas fases vita­les de los mismos, como son crecimiento (ca­chorro), mantenimiento (adulto), gestación y lactación, alta actividad, etc. y, yendo más allá, necesidades específicas según las razas. Otros datos que influyen en el caso de los alimentos comerciales (alimentos secos o piensos y húmedos) son la palatabilidad, la textura, la for­ma de la croqueta, etc. y el com­portamiento o aceptación de los mismas por parte de las mascotas. Por último, y de más reciente aparición, serían las dietas específicas para alimentar mascotas con problemas concretos de salud (renales, hepáticos, cardiacos, etc.).

¿Por qué es tan importante alimentar correctamente a las mascotas?

La respuesta es simple y es que, al fin y al cabo, la mayoría de los problemas existentes en ellas están basados por completo o en parte en situaciones de malnutrición, en uno u otro aspecto, en su dieta.

A los centros veterinarios llegan habitualmente perros con diarreas o con alergias, con proble­mas de piel, con pelo que se cae o que no está bonito, perros que no engordan, gatos que en­gordan sin parar, etc.

Complementos nutricionales

Si valoramos las acciones de cada componente podemos saber los enormes y múltiples benefi­cios de los ácidos grasos implicados en el siste­ma inmunológico, en la estructura íntima de la piel, en el estado del pelo y su crecimiento, en el hígado, etc. En el caso de las vitaminas, las implicaciones son vitales: desde la vista y la piel hasta el sistema inmunitario y otras muchas. Si hablamos de minerales, nos encontramos con lo mismo: influyen en la contracción de los mús­culos (una perra parirá mal o incluso no podrá parir si le falta calcio, es decir, si padece hipo­calcemia), estado de la piel y el pelo, posibles anemias, estado de los huesos y crecimiento, articulaciones, etc.

A partir de ahí, a pesar de que incluso se usen dietas de gama alta pueden existir diversos pro­blemas. Para prevenir o para “ayudar” en el tra­tamiento de los mismos, que en muchos casos posiblemente tuvieron una base nutricional, han ido surgiendo una serie de complementos nutricionales basados en aportes extras a la ra­ción de determinadas sustancias.

Pongamos un ejemplo para entender esto úl­timo. Supongamos que tenemos un perro que come pienso no de muy buena calidad, pobre en ácidos grasos y pobre en vitamina H o bio­tina, entre otras cosas. Esto podría dar lugar a una piel desestructurada, que no estuviera sana y por lo tanto, una piel débil que pudiera dar entrada o “vía libre” a bacterias (que pueden vivir de manera habitual en ella) o que pudiera presentar reacciones alérgicas con facilidad. El veterinario, de forma rutinaria, trataría la piel, la causa patógena en sí, pero quizá olvidaría el tratamiento de la posible causa primaria o del posible tratamiento de apoyo al problema exis­tente. Dicho en otras palabras, se podría haber prevenido antes esta situación con una mejor alimentación o se podría tratar la situación de carencia en sí. Al tratarla cuando se tuviera el problema, podríamos aplicar directamente un antibiótico “x” para matar las bacterias causan­tes de la dermatitis o bien hacer esto y, además, añadir a su ración diaria unas cápsulas de áci­dos grasos con biotina y vitamina E (que, posi­blemente, fue lo único que realmente le faltó en su momento).

Incluso en los problemas infecto-contagiosos influye la alimentación porque tendrá un peso capital en la situación del sistema inmunológico y en la respuesta del mismo ante cualquier ata­que externo eventual.

Actualmente ya existen complementos nutricio­nales para el apoyo de tratamientos de cáncer, hepáticos, oculares, renales, digestivos, etc. Su eficacia es patente aunque ciertos sectores sigan por la vía “tradicional”.

Medicina ortomolecular

Según todo esto, surge la medicina o nutrición ortomolecular, la medicina alternativa basada en el uso de todas las sustancias en la concen­tración óptima necesaria para prevenir los pro­blemas de salud y, entre ellas, destacan todos los antioxidantes naturales que actúan frente a la acción de los radicales libres. Éstos son todos aquellos “desechos”, sustancias muy reactivas, que aparecen como resultado de las diversas acciones fisiológicas, químicas, sustancias que a su vez afectan y destruyen las células, tejidos y órganos donde se quedan. Los antioxidantes los neutralizan de forma clara y directa.

Las dietas BARF y el uso de la medicina orto­molecular, nos remite a las ventajas de una ali­mentación natural, ya que la posible aparición de muchas patologías, en parte o en su totali­dad, se debe a deficiencias nutricionales o bien a la utilización de alimentos comerciales trata­dos artificialmente.

Dietas veterinarias

Para terminar, las dietas veterinarias realmente no son piensos medicamentosos, es decir, no llevan adicionados antibióticos u otros princi­pios activos. Son simplemente piensos formu­lados de forma específica para la patología con­creta que sufra la mascota. De esta manera, si el perro padece una alergia, el pienso carecerá de toda sustancia –o serán lo más escasas po­sibles–, que pueda ser alergénica (causante de alergia); si el perro tiene un problema hepático, será más rico en metionina; o si el problema es cardiaco, tendrá muy en cuenta las grasas; etc., además de otros aspectos propios de cada una de las patologías.

Conclusión

En definitiva, sin entrar en debates sobre si hay que escoger dietas comerciales o dieta BARF y sin entrar a valorar el uso de la nutrición orto­molecular, todo nos lleva a lo mismo, y es la indudable participación de lo que comen las mascotas en todo lo que les pasa o les podía haber pasado. En conclusión, volvemos a lo que se escribió en el inicio del artículo, y es que Hi­pócrates llevaba razón: hagamos que su comida sea su alimento y su alimento su medicina. Y es que, como suelo decir aplicado a las mascotas, ellas son lo que comen.

Extraído de: José Jiménez Carrillo, Importancia de la alimentación en las mascotas, Ateuves nº 26, págs. 12-15.

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