Cómo actuar frente a la destructividad en el hogar

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La destructividad en el hogar es una de las causas por las que con más frecuencia acude el cliente a la consulta de etología o al veterinario generalista. En estos casos es muy importante hacer un diagnóstico diferencial con otras patologías y ofrecer al propietario una serie de recomendaciones.

Castigo

El castigo siempre está contraindicado ya que aumenta el estrés del animal y puede derivar en otros problemas más serios como agresividad redirigida hacia el dueño. Cuando observemos que el animal realiza este tipo de conductas, sí que está indicado ignorarlo acompañado o no con un previo “No” en tono imperativo pero siempre manteniendo la calma. Retiraremos el objeto que esté destrozando, solamente en situaciones que generen peligro para el animal (cables, trampas para cucarachas, objetos de cristal, etc.). Aplicar un castigo desproporcionado cuando se observa el comportamiento inadecuado puede derivar en que el animal manifieste estos destrozos cuando está solo en casa, ya que es evidente que si el dueño no está, no le podrá castigar. Cuando llega el dueño a casa y le castiga, para el animal es complicado asociar que le riñe por los destrozos ya que tiene un periodo de asociación muy corto, lo cual puede desembocar en diagnósticos erróneos creyendo que estamos ante un problema de ansiedad por separación cuando no es así.

Juguete similar a objeto cotidiano

Este es un error muy frecuente en muchas casas. Se le da al perro un juguete (normalmente con silbato dentro) con forma de zapatilla, bolso, deportivas (existen múltiples opciones) y se le enseña a jugar con él, pero luego nos enfadamos cuando juega de la misma manera con nuestra zapatilla de estar por casa, nuestro bolso, etc. En muchos casos el perro no es capaz de diferenciar un objeto “valioso para nosotros” de un juguete y menos si tienen una imagen similar. La utilización de juguetes con formas y colores llamativos y distintos a los objetos cotidianos favorecerá que el animal diferencie bien los objetos con los que puede y no puede jugar.

Efecto “todo es un juguete”

Otro error muy común es el de proporcionar al animal todos los juguetes que podamos comprarle. Solemos “pecar” cada vez que hay que comprarle pienso o pasamos por delante de la tienda de animales del barrio, de modo que el animal va haciendo acopio de innumerables juguetes. De esta manera, rápidamente pierde el interés por cada juguete que se le da, y se presenta la situación de que al tener tantos juguetes de tantas formas y colores (alguno probablemente como el caso anterior), no es capaz de diferenciar el límite de donde acaba el juguete y empieza el objeto cotidiano que no debe tocar.

Refuerzo o instrumentalización

Esto se da en animales que suelen sufrir el denominado “reclamo de atención”. El perro es consciente de que cada vez que coge un objeto de interés para el propietario (cartera, bolso, libro) consigue que este le persiga por toda la casa para obtener el objeto. Esto, que para nosotros es un caos y un quebradero de cabeza, para el animal es una actividad de lo más divertida, ya que cuenta con la atención del propietario y corretea y salta por toda la casa. Suele diferenciarse de otro tipo de destrozos en que si el propietario no se ha dado cuenta del “robo” de la cartera, el perro vendrá a enseñársela, y si lo ignora suele dar vueltas a su alrededor hasta tentarle a perseguirle. Aquí se sigue recomendando ignorar al animal siempre que no sea un objeto conflictivo por ser peligroso o valioso en exceso.

Falta de actividad

Son animales que pasan entre 8 y 12 horas diarias solos, que salen 1 o 2 veces diarias del domicilio a dar paseos de como mucho 30 minutos. Los perros son animales que necesitan de una elevada actividad física diaria y si no realizan esta actividad se puede generar frustración, lo que deriva en estereotipias. En muchos casos ocurre lo anteriormente comentado en el punto de “déficit de estimulación”.

Vuelta de vacaciones

Este es un punto conflictivo para muchos animales en el que pueden aflorar problemas de ansiedad por separación. El animal pasa una larga temporada en la que el dueño está presente en el domicilio muchas más horas al día de lo habitual, suelen realizar más actividades juntos, etcétera. El problema viene cuando se pasa de golpe de esta situación a volver a estar solo las 8 horas diarias del horario laboral, lo que genera un estrés en el perro que puede derivar en un problema de ansiedad por separación. Por eso, lo que siempre se recomienda es intentar volver a la rutina de una manera más lenta, ir estableciendo horarios poco a poco unos días antes de la reincorporación al puesto de trabajo. Todo esto favorece mucho la prevención de esta patología.

Extraído de: Alba Fernández Muñoz. Causas de la destructividad en el hogar. Ateuves 47, noviembre-diciembre 2013, pp. 24-27.

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