Una vez en el centro veterinario el gato debe ser manipulado con delicadeza, sin movimientos bruscos que lo puedan estresar y en un ambiente tranquilo.
Examen físico general
El examen físico general siempre deberá realizarse de forma sistemática y ordenada para no conducir a un diagnóstico erróneo. Solo en casos particulares será necesario practicar un examen físico más especializado.
Con la finalidad de poder detectar alteraciones en el examen físico en un gato se debe considerar que no es un perro pequeño y que difiere de esta especie en los rangos de referencia de las constantes fisiológicas y en la palpación de algunos órganos.
Uso del termómetro
Se recomienda lubricar el termómetro antes de su uso e introducirlo de forma lenta, puesto que descuidar este simple gesto puede provocar una reacción dolorosa que perdure en el tiempo.
Vacunaciones
Las vacunas y algunos fármacos se conservan bajo refrigeración, por lo que deberían ser atemperados con anterioridad. La inyección debe realizarse en zonas poco dolorosas y hacerse de forma lenta, sujetándolo con la intensidad mínima para que el animal no se mueva al pincharlo. Igualmente podemos ofrecerle algún tipo de comida apetitosa antes de proceder a la inyección y mantener la comida durante la misma.
Estancia en el hospital
Muchas de las enfermedades de los gatos requieren hospitalización, puesto que la atención en casa para la vida o mejoría del paciente es un riesgo. Son individuos cuyas condiciones metabólicas y balance electrolítico requieren de un monitoreo constante, que necesitan terapia nutricional que únicamente es factible administrar en forma hospitalaria y los fármacos que se les proporcionan, en ocasiones, requieren su administración por vías alternativas a la oral.
Tras el examen físico, si el animal va a quedarse hospitalizado, aprovecharemos, si lo hemos sedado, para colocar un catéter. Debemos asegurar correctamente el catéter para que cuando se despierte no se lo arranque, y además colocaremos un gotero largo que facilite la administración de las medicaciones sin tener que manipularlo continuamente.
Si las instalaciones lo permiten, lo ideal es que la zona de hospitalización de gatos esté separada de la de perros, aunque existen alternativas como tapar las jaulas para que los gatos no se estresen. Las puertas siempre se mantendrán cerradas y, en presencia de los pacientes, el personal cualificado siempre hablará con voz suave. Podemos colocar difusores de feromonas sintéticas para minimizar el estrés.
En cada jaula colocaremos un arenero acorde con el tamaño y características del gato, y podemos utilizar estructuras que permitan al felino trepar, esconderse o refugiarse.
En relación a las manipulaciones, estas deberían ser las mínimas posibles, agrupando las medicaciones y el control de constantes.
Durante la estancia en el hospital el animal se puede comportar de forma agresiva o con miedo e incluso mostrar signos de anorexia. En todos los casos son la consecuencia del estrés y del dolor. Los animales manifiestan el dolor de diferentes maneras, bien sea mediante la inquietud, las vocalizaciones, la apatía o la inactividad. El miedo puede ser el resultado de experiencias traumáticas y la anorexia se ve influenciada por el estrés que conlleva la aparición de un fenómeno muy marcado en felinos denominado neofobia alimentaria (rechazo por el alimento nuevo o desconocido).
La vuelta a casa
Tras la estancia en un hospital debemos advertir al propietario que el gato puede manifestar síntomas de aversión hacia otros miembros de la casa, y más aún si en la vivienda existen más gatos. El animal ha sido manipulado por personas extrañas y la adaptación al hogar puede ser, en un principio, lenta.
A veces, es necesario llevar a cabo un protocolo de reintroducción mediante una separación de los gatos que convivan en el hogar y, posteriormente, un intercambio de territorios, realizando una habituación al olor, al contacto visual y, por último, al contacto físico.
Conclusión
En resumen, es importante habituar al gato, no solo a los traslados en transportín, sino también a las exploraciones y manipulaciones llevadas a cabo por el personal cualificado, ya que todo ello da como resultado un manejo adecuado y una correcta aceptación por parte del felino.
Extraído de Renata Velasco Martínez, Manejo hospitalario del paciente felino, Ateuves 59, pags. 24-26.