Los comportamientos por los que acuden con más frecuencia los propietarios a la consulta
de etología son la agresividad en cualquiera de sus variantes y la eliminación inadecuada,
ya sea por aversión a la bandeja o por marcaje.
Actualmente son muchos los gatos que conviven con los humanos en un entorno doméstico, y es precisamente en este entorno donde se pueden ver comprometidos muchos de los comportamientos felinos naturales. En este contexto, podemos plantear a nuestros compañeros felinos exigencias de tipo social que son muy extrañas según su comportamiento natural y que pueden complicar el desarrollo de gran cantidad de sus instintos. A corto o largo plazo, estas restricciones generarán estrés, frustración y ansiedad en los felinos. En algunos hogares con más de un gato (multigato), estas exigencias incrementan cuando al gato se le plantea la convivencia con otros felinos extraños o desconocidos. Es entonces cuando pueden surgir problemas de agresividad que no siempre se solventarán con la castración de los animales.
En otras ocasiones, la tensión entre felinos que conviven trae consigo signos muy sutiles de inconformidad y malestar, que generan estrés de bajo calibre sostenido en el tiempo que contribuirá a la aparición de problemas médicos y de comportamiento. Por tanto, podemos asegurar que la construcción de un entorno doméstico adecuado, que facilite la adaptación al mismo de nuestro gato, es una herramienta necesaria en la medicina preventiva felina. Entre los problemas de conducta felina más frecuentes en la clínica diaria están la agresividad en sus distintas manifestaciones y la eliminación inadecuada. Son tan frecuentes por tratarse de dos problemas que molestan enormemente al propietario y que dificultan la convivencia diaria.
Agresividad
El problema de agresividad suele darse con mayor frecuencia entre gatos que hacia personas, aunque no se descarta esta posibilidad. Cuando la agresividad se dirige hacia personas suelen ser gatos comprados en tienda, con poco o nulo acceso al exterior (indoor estricto). Según estudios recientes el foco de las agresiones suelen ser mayoritariamente mujeres adultas y niñas menores de catorce años, tal vez por la tendencia de la población femenina a tener como mascota un gato. De los tipos de agresividad entre gatos que conviven juntos, las más frecuentes son la agresividad por miedo, juego/predatoria, redirigida, competición por recursos, incorporación incorrecta de un nuevo gato en el hogar y aislamiento temporal.
Tenemos que tener en cuenta que todos los gatos antes de mostrar agresividad muestran una serie de señales corporales que nos avisan de su malestar.
Agresividad por miedo
Las conductas de miedo pueden evolucionar rápidamente hacia agresividad defensiva y posteriormente hacia ofensiva si no trabajamos a nivel etológico el problema principal, el miedo; un gato que se siente amenazado, que intenta escapar pero no puede, al que se le castiga habitualmente, con un mal enriquecimiento ambiental, puede desarrollar con relativa rapidez un cuadro de agresividad hacia
personas.
Agresividad territorial e intrasexual
En gatos que no conviven juntos, la agresividad territorial, la presencia de machos no castrados y la presencia de gatas en celo son las causas más frecuentes de conductas agresivas. De las agresividades mencionadas, la única que se soluciona mediante la castración quirúrgica de ambos individuos es la agresividad intrasexual mediada por hormonas (entre individuos del mismo sexo en etapa reproductiva).
Agresividad hacia personas
Cuando tenemos un gato que muestra agresividad hacia personas debemos descartar la existencia de una causa orgánica (enfermedad) que justifique dicha agresividad. Algunas de las enfermedades que pueden manifestarse con agresividad en la especie felina son los agentes infecciosos como la rabia o la peritonitis infecciosa felina (PIF), endocrinopatías como el hipertiroidismo, procesos dolorosos en vías urinarias o problemas de articulaciones y lesiones neurológicas.
Agresividad por juego
En gatos de corta edad, que han sido destetados precozmente, que pasan mucho tiempo solos en casa y a los que se les ha acostumbrado a jugar con las manos, se da el problema conocido como agresividad por juego. El gato realiza secuencias de juego similares a la depredación, cazando las manos o tobillos del propietario. Si estas conductas no se fomentan, tienden a desaparecer en la edad adulta si seguimos una serie de recomendaciones como no castigar al gato, establecer unas rutinas de juego calmado y de calidad, no correr ni gritar cuando se produce la agresividad, un correcto enriquecimiento ambiental felino y una buena socialización.
Agresividad redirigida
La agresividad redirigida es otra forma de agresividad hacia personas. En este tipo de agresividad, ante un estímulo que estresa al gato (sonido fuerte, objeto que se cae, visualización de otro gato desconocido, mudanza, etc.) este busca un objetivo alternativo (generalmente el propietario o el gato con el que convive) para focalizar su agresividad. Es un tipo de agresividad muy frecuente, peligrosa, violenta e impredecible.
Es importante en estos casos alejarse del gato o dejarlo en una habitación, intentar no correr o gritar mientras se produce el ataque, no acercarse al gato hasta que haya iniciado un comportamiento alternativo como comer, jugar o acicalarse. En ocasiones, la dificultad de esta agresividad está en encontrar la causa que provocó el ataque, por ello es una de las agresividades que suponen un mayor reto para el etólogo a la hora de establecer un tratamiento.
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