¿Sabías que el dolor articular o artralgia es un problema muy frecuente en animales de compañía de cualquier edad? ¿Sabías que en muchos casos puede pasar desapercibido, tanto para nosotros como para sus propietarios? ¿Qué podemos hacer para detectarlo y aliviarlo?
¿Qué causa el dolor articular?
Las causas de dolor articular son múltiples y requieren en cada caso un tratamiento específico, si bien existe un enfoque terapéutico común en todos ellos. Hay que tener en cuenta que pueden estar afectadas una o varias articulaciones, lo cual influye de manera muy evidente en la sintomatología. También es importante tener muy claro que la enfermedad articular no es exclusiva de animales de edad avanzada; de hecho se diagnóstica con mucha frecuencia en cachorros y adultos jóvenes. Las causas más frecuentes de enfermedad articular que provocan dolor son:
- Traumatismos o luxaciones.
- Displasias (cadera, codo y hombro)
- Osteoartritis u osteoartrosis, normalmente secundarias a: displasias, traumatismos, esfuerzos o sobrecargas, obesidad y edad avanzada.
- Artritis o poliartritis autoinmunitaria.
- Artritis séptica.
La osteoartrosis puede ser la causa, pero también es la consecuencia de la enfermedad articular.
¿Cómo detectamos el dolor?
Al hablar del dolor articular, lo primero que tenemos que tener muy en cuenta es que los animales y los humanos no mostramos el mismo comportamiento ante el dolor. En nuestro caso, ante cualquier síntoma de dolor, nuestra reacción es compartirlo, exteriorizarlo y, con frecuencia, incluso amplificarlo. En definitiva, comunicamos a nuestro entorno que padecemos un dolor determinado. En el caso de nuestros animales de compañía, la respuesta ante el dolor es completamente diferente, ya que suelen esconderlo. Esto se debe a su instinto de supervivencia, en ocasiones mucho más determinante para ellos que su comportamiento social.
Para poder sobrevivir, la mayoría de los animales esconden los signos de dolor o enfermedad, y en el caso de los animales de compañía ocurre lo mismo, ya que muchos comportamientos son de origen instintivo. Es por esto por lo que para muchos propietarios, e incluso muchos veterinarios y auxiliares, los signos de dolor articular pueden pasar completamente desapercibidos. Se tiende a pensar que como el animal pasea, come y juega se encuentra bien, pero no nos damos cuenta de que en muchas ocasiones hace todo esto escondiendo o amortiguando signos de dolor. Interpretamos signos tan importantes como la disminución de actividad, como un signo de madurez o simplemente vagancia. El signo clínico más importante de dolor crónico en un animal es el cambio de actitud.
Por tanto, dado que nuestros pacientes no comunican de forma evidente la presencia de dolor, y puesto que para sus propietarios estos síntomas pasan fácilmente desapercibidos, tenemos nosotros la responsabilidad en nuestros centros veterinarios de estar atentos y detectar signos y patrones de dolor, incluido el dolor articular.
Signos más frecuentes de dolor articular
- Disminución de la actividad: es el signo más importante de dolor articular. En el caso de los cachorros, es frecuente que el propietario refiera que su cachorro es muy vago, tranquilo y poco juguetón. En el caso de los adultos, se suele achacar a que el animal es más maduro o está envejeciendo. En los gatos es muy frecuente observar cómo dejan de saltar a sus muebles favoritos o se vuelven mucho más torpes.
- Pérdida de interés por socializar, pasan mucho tiempo tumbados.
- Pérdida de apetito.
- Falta de higiene: muy frecuente en gatos, dejan de acicalarse y hacen sus necesidades fuera de la caja.
- Jadeo: muchos perros con dolor articular jadean durante el paseo. El propietario lo achaca a que se cansa, pero en muchas ocasiones la causa no es el cansancio sino el dolor.
- Salivación excesiva.
- Cambios en la marcha: sobre todo en los casos de osteoartrosis bilateral o generalizada, es frecuente observar cómo el paciente camina de forma diferente. Un perro con displasia de cadera, por ejemplo, y consecuentemente con dolor articular, camina dando pasos cortos, intentando no colocar todo el peso solo en una de las patas traseras durante mucho tiempo. Camina como si el suelo estuviera caliente y con la cabeza algo más baja de lo normal, para bascular el peso hacia adelante. En el caso de los cachorros con displasia de cadera, tienden a correr como un conejo, es decir, corriendo a saltos y apoyándose sobre sus dos patas traseras a la vez, por la misma razón, para evitar ejercer demasiada presión en una sola pata o articulación.
- Cojera: la cojera es una claudicación al dolor articular. Cuando el animal cojea debido a una lesión crónica, es porque ya no es capaz de compensar ni esconder el dolor. En estos casos, si hay una lesión crónica es importante valorar las otras extremidades, puesto que si detectamos osteoartrosis es frecuente que estén afectadas más articulaciones.
Debemos desterrar el concepto de que si mi animal no cojea, no tiene dolor articular. No hay que asumir que un animal está bien porque no ha dejado de comer, recibe alegremente a sus propietarios cuando llegan a casa y mueve constantemente el rabo. Es muy importante que transmitamos esta información a los propietarios. Los signos de dolor articular crónico son mucho más sutiles y es nuestra labor detectarlos y mostrar a los propietarios cómo hacerlo.
Extraído de Alejandro Bañares, Dolor articular en perros y gatos, Ateuves 86, págs. 18-21.