Funciones del auxiliar en el servicio de Ortopedia y Traumatología

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Sabemos de sobra que un veterinario que se trabaje en Ortopedia y Traumatología, sin su auxiliar, está literalmente cojo. Tanto en clínicas pequeñas como en hospitales, la figura de los ATV se ha vuelto imprescindible.

Las escuelas de formación, los cursos y los seminarios no suelen ser suficientes para lograr una perfecta simbiosis entre el veterinario y su auxiliar. Hace falta, además, que haya una buena relación, bailar al mismo ritmo, pensar antes qué hacer y hacerlo bien. Cada centro de trabajo tiene sus peculiaridades, sus métodos y sus manías. Nos tenemos que adaptar a ese tra­bajo en equipo, pequeño pero intenso en todos los aspectos, que nuestro centro, nuestro tra­bajo y cada caso concreto van a necesitar.

Un auxiliar eficiente, con ilusión, ganas, e impli­cación, será el complemento ideal del veterinario y se traducirá en excelentes resultados.

La exploración en Ortopedia y Traumatología

Si el cometido del auxiliar incluye también ayu­dar al traumatólogo en la consulta, es imprescin­dible saber manejar a los perros y gatos durante la exploración, sujetarlos adecuadamente sin estresarlos ni incomodarlos para que las respues­tas sean correctas y ayuden en el diagnóstico.

En las exploraciones en el suelo y en la marcha es importante el ritmo, los giros y las maniobras que pondrán de manifiesto signos y síntomas que pasarían desapercibidos encima de la mesa de exploración. Las maniobras típicas como abducción, aducción, flexión, extensión, rota­ción, etc., no deben ser bruscas ni violentas y, por citar alguna más específica como la manio­bra de Campbell, el test de cajón o compresión tibial, han de ser coordinadas.

En muchas ocasiones los pacientes no colabo­ran. Se mueven, se revuelven y no hay manera de llegar a nada. Hay que dominar todo lo refe­rente a las sedaciones y anestesias rápidas. Bajo la supervisión de los responsables de anestesia, control del dolor y reanimación, el auxiliar pla­nifica la sedación o anestesia en función de las pruebas que se vayan a realizar: debe saber de qué tiempo dispone el veterinario para esa visita, para ese diagnóstico. Ha de tener las ideas claras para casos muy concretos en tiempos mínimos.

Radiología

La Ortopedia y la Traumatología van incon­dicionalmente unidas a la Radiología. Gran parte de las cojeras necesitarán un diagnóstico radiológico. Así pues, el asistente ha de conocer perfectamente el funcionamiento del aparato de rayos X. No sólo el voltaje y miliamperaje por segundo que requiere cada zona concreta de la extremidad, sino las proyecciones en las que esa patología que estamos buscando van a ser pues­tas de manifiesto en las imágenes que hemos realizado. Cada región anatómica tiene sus connotaciones y cada patología, traumatismo, malformación, enfermedad ósea o articular, se reflejará en imágenes radiológicas.

Quien manipule los animales en la sala de rayos X debe haber realizado el curso de técnico en radio­logía y deberá llevar constantemente un dosímetro para medir las radiaciones a la que diariamente está expuesto. Eso es hacer las cosas bien.

A veces es imprescindible realizar artrocentesis y el auxiliar rasurará y lavará la zona de la pun­ción. También tendrá que preparar agujas, jerin­gas, portas, etc., materiales fungibles que deben estar a la orden del día en la rutina del ATV.

Vendaje de Valpeau en un Galgo operado de fractura articular de hombro.

A modo de ejemplo

Si tras la consulta y exploración, el veterinario sospecha que la lesión puede estar en la cadera, el ATV se encargará de que el paciente llegue a la sala de rayos X en las mejores condiciones de inmovilidad y relajación para que se le puedan hacer radiografías de la pelvis en proyecciones ventrodorsal y laterolateral.

Un auxiliar preparado sabe cómo suavizar el tema con los propietarios delante, cómo sujetar al paciente y mantener las posiciones idóneas en las diferentes exploraciones que va realizando el veterinario. Además, acabada esta primera fase, y si el caso lo requiere, se encargará de, en connivencia con un responsable de aneste­sia, dejar al paciente en las mejores condiciones para las tomas radiográficas. Hasta aquí el vete­rinario puede estar realizando otras tareas. Tras la observación de los resultados radiológicos, y si se considera que no hay que realizar ninguna radiografía más, de nuevo el auxiliar seguirá con el caso despertando como corresponda al paciente y controlándolo hasta que sea devuelto a sus propietarios o se continúe el protocolo si hubiese que prepararlo para una cirugía. Y en este caso, el auxiliar sabrá qué región y hasta dónde habrá que rasurar, cómo y cuánto lavar la zona quirúrgica y llamar al anestesista para que se encargue de la anestesia.

También tendrá autoridad para recabar ayuda y delegar en otros auxiliares para que todo siga su ritmo en las mejores condiciones. Y si ha de entrar al quirófano, sabrá cómo colocar al paciente, cómo sujetarlo, etc.

Planificación

La planificación debe ser primordial. Rara vez “una trauma es urgente”. Por lo tanto, las prisas y las improvisaciones no tienen cabida. Todo ha de estar preparado. El auxiliar de trauma tiene que organizar el trabajo, no sólo ayudar en las intervenciones.

¿A qué hora llega el paciente? ¿De cuánto tiempo dispone el veterinario para operarlo? ¿Queda para después otra operación de trauma para esterilizar el motor, el material, etc.?

Es posible que sea el veterinario el que reciba el caso y quien hable con los propietarios. Si está planificado, habrá habido una consulta previa y mil explicaciones, pero surgirán las mismas pre­guntas de nuevo y alguna duda más. Mientras él explica el tipo de intervención, los resultados que cabe esperar, cómo ha de ser el posopera­torio y cuándo debe ser la primera revisión tras la cirugía, el auxiliar puede recoger al paciente y empezar a preparar el caso concreto en las dependencias internas. ¿Estará en ayunas? ¿Habrá que darle un baño antes de la cirugía? ¿Hay radiografías o habrá que hacer alguna más? ¿Rasurado y lavado antiséptico? ¿Qué tipo de preanestesia y anal­gesia vamos a usar? ¿Cuál será la inducción anestésica y el mantenimiento? ¿En qué posi­ción lo colocaremos en la mesa de quirófano? ¿Necesitará control de temperatura con manta o almohadilla térmica? ¿Medicaciones intrao­peratorias? No cabe la improvisación…

El material para la cirugía ortopédica debe estar siempre preparado, estéril y en su sitio. Los implantes a disposición. Aquí no vale impro­visar. Ha de estar todo listo: el paciente en el quirófano, la anestesia controlada, la posición correcta y las medicaciones en marcha.

Muchas veces el auxiliar de trauma es quien está junto al veterinario mientras se lava y es quien prepara la bata y los guantes y le ayuda a colocárselos.

En ocasiones y dependiendo del tipo de inter­vención y del personal del centro, ayudará en la cirugía, por lo que tendrá que lavarse las manos y brazos como corresponde y ponerse la bata estéril, la mascarilla, el gorro y los guantes.

Ejecución

Ya en el quirófano dispondrá de los paños y ven­das estériles, paños impermeables y antisépticos para tapar adecuadamente al paciente dejando solamente a la vista la región quirúrgica.

El material general, específico y los implantes han de estar ya preparados y a punto para ser utilizados en cuanto se requiera, y durante la intervención hay que prestar la máxima aten­ción a la propia cirugía, al tiempo y a los valores y constantes del paciente.

Ni que decir tiene que un auxiliar de trauma que se precie debe conocer a la perfección todo el instrumental, su nombre, para qué sirve e intuir cuándo se va a necesitar. Se debe mantener orde­nado en la mesa auxiliar para que con un simple movimiento llegue a su destino en las manos del cirujano o donde corresponda. Estas maniobras deben realizarse de una manera segura, rozando casi la brusquedad para que lleguen con preci­sión y sin titubeos.

Debe estar al tanto de todos y cada uno de los implantes que tendremos a nuestra disposición porque sabemos que no siempre se acaban colo­cando los que en un principio se había previsto.

En cuanto acabe la intervención, anotará los implantes que se han utilizado para reponerlos a la mayor brevedad posible.

Vendaje de Robert-Jones doble.

Resultado inmediato

Tras la cirugía, el auxiliar debe plantearse varias preguntas: ¿Radiografías posoperatorias y en qué proyecciones? ¿Lavamos y secamos al paciente? ¿Apósito, vendaje simple o de Robert-Jones? ¿Control de analgesia, temperatura, desintuba­ción y atención continuada hasta que despierte? ¿Antibióticos, antiinflamatorios, sueroterapia? ¿Con qué ritmo y frecuencia? ¿Llamamos a los propietarios explicando que el veterinario llamará de nuevo un rato después, diciéndoles que todo ha ido como tenía que ir, que estén tranquilos y que les mantendremos informados? ¿Enviaremos al paciente a su casa o se quedará hospitalizado?

Un auxiliar eficiente es el complemento ideal para el traumatólogo. Es su mano derecha, su colaborador y hasta su confidente.

Extraído de: Juan José Martínez Galdames e Iraide Bilbao Castro. El auxiliar en el servicio de Ortopedia y Traumatología. Ateuves 52, pp. 26-32

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