Labores del auxiliar veterinario en la consulta de oftalmología

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Entre las importantes y variadas funciones que puede desempeñar un auxiliar en la clínica, la consulta de oftalmología, sin duda, es una de las vertientes en donde su labor puede ser claramente determinante y su implicación verse recompensada de forma directa en el resultado final del caso clínico.

En la recepción y la sala de espera

Como ya indicamos anteriormente, la labor del ATV empieza en la recepción, cuando descuelga el teléfono para atender una petición de consulta of­talmológica. Será aquí cuando empecemos a acon­sejar actuaciones que impidan que la enfermedad ocular empeore mientras espera a ser tratada.

Existen ocho preguntas que el auxiliar siempre deberá hacer al propietario:

  1. Especie, raza, edad y sexo del animal.
  2. Describa cómo ve los ojos de su mascota.
  3. ¿Cuánto tiempo lleva con problemas oculares?
  4. ¿Tiene signos de dolor ocular?
  5. ¿Piensa que su mascota ha perdido visión?
  6. ¿A qué atribuye la enfermedad de su animal?
  7. ¿Se le ha administrado alguna medicación?
  8. ¿Padece otras enfermedades?

Estas cuestiones han ser suficientes para que determinemos la prioridad con que debe ser atendido este animal.

Habrá que prestar especial atención a aquellas enfermedades que hayan empezado de una for­ma rápida (agudas) y a aquellas en las que el animal manifieste dolor. Es importante saber identificar los signos de dolor, pues a veces son muy claros (ojo cerrado, se queja al tocarle o se restriega), pero otras veces los animales lo ma­nifiestan bajando mucho su actividad, con foto­fobia o no queriendo comer. Ese dolor se puede producir por tener alguna lesión en la superficie del ojo, como una úlcera corneal, o por tener en­fermedades intraoculares de graves consecuen­cias, como la uveítis (inflamación intraocular) o el glaucoma (aumento de la presión intraocular).

También una pérdida de visión súbita debe ser motivo de alarma, puesto que si existe la más mí­nima posibilidad de rescatar la función visual, ésta pasa por una atención lo más inmediata posible.

No obstante, respecto a los casos de ceguera hay que procurar no caer en malas interpretaciones, ya que no es infrecuente que el propietario confunda una pérdida de visión aguda con algo que no lo es. En ocasiones, lo que sucede realmente es que el deterioro ha sido muy gradual y el animal ha ido amortiguando el defecto visual utilizando sus otros sentidos, hasta que la visión se ha perdido casi por completo. Generalmente, estas situaciones coinci­den con cambios en el lugar donde el animal vive, lo que motiva que el ambiente donde se desenvuel­ve siempre, y que conoce a la perfección, varíe y su desorientación se manifieste en forma de golpes y tropiezos. Por tanto, el ATV debe indagar para aproximarse a la realidad de la ceguera.

Medida de la presión intraocular con un Tonopen. La sujeción del animal es inadecuada debido a la mano presionando el cuello. (Cortesía del Dr. Fernando Sanz).

Medida de la presión intraocular con un Tonopen. La sujeción del animal es inadecuada debido a la mano presionando el cuello. (Cortesía del Dr. Fernando Sanz).

En aquellos casos en que el propietario nos avi­se de lesiones importantes, como la proptosis ocular (luxación del globo ocular por golpes y accidentes), podremos aconsejar que manten­ga lubricado continuamente el ojo de su perro, aunque sea con agua o aceite de cocina, hasta llegar a la consulta de “urgencia”.

Y en los graves casos de quemaduras corneales por sustancias químicas (lejía, cemento, etc.) es indispensable, antes que nada, irrigar el ojo de in­mediato con agua corriente abundante y durante diez minutos al menos. Esta simple acción puede marcar la diferencia entre salvar un ojo o no.

Por otro lado, en su importante papel de comu­nicación con el propietario, el ATV debe ser el encargado de algo tan rutinario como indicar en qué condiciones debe presentarse su mascota el día de la consulta. Por norma, y salvo excepcio­nes, se deben advertir los siguientes puntos:

  • No tocar, limpiar, ni lavar los ojos del animal unas 6 horas antes de la cita.
  • No dar medicación tópica al menos unas 6 horas antes de la cita, excepto en caso de tra­tamiento de glaucoma.
  • El animal ha de venir en ayunas.
  • No administrar tranquilización para el viaje.
  • Traer, a ser posible, el historial del animal.

Una vez tenemos ya al paciente en la sala de espe­ra, es interesante observar su comportamiento. Si apreciamos que está intranquilo y con posibilida­des de tocarse los ojos, será necesario colocarle de inmediato un collar isabelino que luego, a la hora de explorar, podemos retirar una vez el animal esté bajo nuestro control.

Además, el auxiliar es quien rellena todos los da­tos principales de la historia clínica y el encargado de hacer una adecuada anamnesis. No se debe olvidar que una buena anamnesis bien reglada y ordenada junto con la historia clínica del paciente aportan una excelente y valiosa información al ve­terinario en cualquier especialidad.

Finalmente, en su comunicación con el propie­tario de la mascota el ATV puede (y debe), ofre­cer información en forma de “consejos prácti­cos” atendiendo, por ejemplo, a temas como:

  • Precauciones a tener con los perros braquicéfalos.
  • Manejo y atenciones de animales ciegos.
  • Cómo proceder si sospecha que su mascota tiene cataratas, etc.

En la sala de consulta

Lo primero que haremos será proporcionar al veterinario toda la información que hayamos conseguido en la sala de espera. Hay que es­cuchar al cliente y nunca subir al animal a la mesa sin hablar antes con el propietario. Los datos que aportará éste, junto con los recogidos por el auxiliar, enfocarán correctamente la ex­ploración que haga el veterinario, a la vez que vamos dando tiempo a la mascota para que se acostumbre a nuestra presencia y al entorno, mermando así su dosis de estrés.

Posteriormente, con el animal en la mesa de exploración o en el suelo, según el caso, será el auxiliar quien sujete la cabeza del animal. Hay varias formas de hacerlo, pero todas ellas pasan por dejar libre sin presionar la zona del cuello (es­pecialmente importante si se va a medir la presión intraocular) y por no “pelear” con un animal que tenga un ojo de aspecto muy delicado. Para ello, se puede sujetar con dos dedos de una mano el morro del animal y con la otra mano la parte pos­terior del cráneo. Otra opción es colocarse inclinado por encima del animal y forzarle a doblar los codos (postura de esfinge). Con las dos manos sujetaremos la cabeza, colo­cando cada mano a un lado del cráneo.

Forma de administrar un colirio: apoyar la mano con el gotero sobre la frente del animal para ayudar a abrir el párpado superior y para “movernos” conjuntamente con el movimiento de la cabeza del animal, evitando así que una sacudida brusca de la cabeza pueda dañar con el gotero el ojo.

Forma de administrar un colirio: apoyar la mano con el gotero sobre la frente del animal para ayudar a abrir el párpado superior y para “movernos” conjuntamente con el movimiento de la cabeza del animal, evitando así que una sacudida brusca de la cabeza pueda dañar con el gotero el ojo.

En el caso de que fuese necesario colocar un bo­zal, siempre son mejores los de nailon o los que se hacen con una venda. Los que tienen partes rígidas o plásticas son peligrosos, pues pueden tocar la córnea y dañarla.

En el transcurso de la exploración ocular, es necesario realizar ciertas maniobras y pruebas exploratorias que perfectamente puede hacer el auxiliar, como la medición del test de Schirmer, la toma de presiones y la administración de co­lorantes vitales (fluoresceína y rosa de Bengala) así como de otros colirios diagnósticos. Éste puede ser, además, un momento oportuno para enseñarle al propietario cuál es la forma ade­cuada de administrar un colirio o un ungüento tópico al animal.

Un ATV bien preparado podría incluso llevar a cabo determinadas pruebas diagnósticas que no necesiten obligatoriamente de la mediación di­recta del oftalmólogo, como pueden ser la toma de fotografías o la electrorretinografía, que pos­teriormente serán evaluadas por el veterinario. Nuestra experiencia es que el cliente acepta de muy buen grado que el auxiliar colabore activa­mente en la exploración y control de su animal.

Una vez que el veterinario haya acabado de ex­plorar al animal, y mientras se dedica a explicar a los propietarios los datos más relevantes sobre la patología y las posibilidades de tratamiento, el auxiliar se encargará de ir organizando la histo­ria clínica. En el caso de la oftalmología, interesa que este historial sea en papel, debido a la im­portancia que tiene dibujar las lesiones para que sirvan de rápida referencia en sucesivas visitas.

En el quirófano de oftalmología

El quirófano en oftalmología ha de estar dis­puesto de manera que el orden y el cuidado a la hora de preparar el material se tengan muy en cuenta. Todo lo que necesitaremos para cada cirugía habrá de estar dispuesto de manera que el cirujano, que siempre operará sentado, no tenga que levantarse para buscar nada. Esto es especialmente importante cuando se trata de microcirugías en las que se utilicen medios de magnificación como unas gafas-lupa o un mi­croscopio de cirugía, pues la persona que opera se encontrará sentada, estéril y con las manos, y muchas veces los pies, ocupados manejando parte del instrumental y equipamiento.

En cuanto a la organización del instrumental (que es de muy pequeño tamaño, muy delicado y muy caro), lo ideal es conseguir cajas de almacena­miento que vengan provistas de alfombrillas con dedos de silicona, que mantienen los instrumen­tos separados unos de otros. Cuando la cantidad de material de microcirugía que tengamos sea grande, lo mejor es preparar cajas o sets para di­ferentes cirugías: córnea, cataratas, párpados, etc.

Si creemos que alguno de los instrumentos se ha dañado, o que sus superficies de trabajo no se encuentran en buen estado (muy importante en el caso de pinzas y tijeras), lo examinaremos con una lupa o incluso bajo el mismo microscopio.

Antes de empezar la cirugía deberemos conse­guir un buen posicionamiento del animal, para lo cual se suele recurrir a un colchón quirúrgico especial de oftalmología que se ubica bajo la ca­beza del animal.

En la clínica oftalmológica, todas las cirugías de párpados, conjuntiva y glándulas lacrimales, las realizamos con el paciente en decúbito esternal (postura de esfinge) o decúbito lateral; y todas las cirugías intraoculares y de córnea, en decúbi­to supino, de manera que el ojo a operar “mire” directamente al microscopio.

Lavado ocular con suero. No olvidarse de apoyar siempre la mano que medica sobre la cabeza del perro para tener un movimiento solidario con la misma.

Lavado ocular con suero. No olvidarse de apoyar siempre la mano que medica sobre la cabeza del perro para tener un movimiento solidario con la misma.

Hemos de tener en cuenta que en la inmensa mayoría de las cirugías oculares, el lugar ideal en el que debe colocarse el cirujano es la zona de la mesa que da a la cabeza del animal. Por consiguiente, la distribución de tubos, sondas y cables que controlan los signos vitales del enfer­mo será diferente a lo habitual en cualquier otra cirugía. Estos dispositivos no podrán salir por la parte delantera de la mesa, puesto que ahí se colocará la silla del oftalmólogo. Una solución sencilla es mover el equipo entero de anestesia hacia uno de los lados de la mesa, o girar un poco la mesa, para que el equipo quede de for­ma algo oblicua a ésta.

Antes de comenzar a colocar los paños de cam­po, terminaremos de estabilizar la postura del animal usando para ello toallas y, una vez con­seguido, procederemos a la esterilización del campo quirúrgico: para esto se han de utilizar gasas impregnadas en povidona yodada al 10% y realizar tres pases por la piel de la cara y pár­pados. Nunca se ha de usar clorhexidina o al­cohol alrededor del ojo, ante la posibilidad de que dañe seriamente la córnea si cayera sobre el globo ocular. Por último, higienizaremos el ojo limpiando los sacos conjuntivales con bastones de algodón humedecidos en una solución de po­vidona yodada diluida en suero al 1%.

En la cirugía

Cuando el auxiliar va a ejercer de ayudante de cirugía, debe tener un conocimiento bastante exacto de los diferentes pasos que se van a se­guir, como norma, para cada técnica o interven­ción quirúrgica. Con el tiempo y la experiencia, el ATV sabrá anticiparse a lo que vaya necesi­tando el cirujano en cada momento, de manera que no hará falta que este último levante la ca­beza y pierda el enfoque de lo que hace para dar indicaciones o recibir el material.

Además, uno de los aspectos más importantes que se deben cuidar durante la cirugía intrao­cular y corneal es una buena humectación de la superficie ocular. El ayudante deberá “regar” continuamente el campo quirúrgico, pues de lo contrario será inevitable el desarrollo de ulce­ración corneal en el posoperatorio inmediato.

Al finalizar la cirugía, la labor del auxiliar se vuelve, si cabe, más necesaria todavía: estará pendiente de colocar, en cuanto sea posible, las pomadas o colirios necesarios y, antes de que el animal entre en la fase de despertar, colocará un collar isabelino.

La observación frecuente del animal durante toda la recuperación anestésica y el manteni­miento de un estado de tranquilidad y analgesia son cometidos en los que el auxiliar es la clave. Hay que recordar que, tras una operación de microcirugía, el hecho de que un animal entre en un estado de excitación excesiva puede ser el detonante de un fracaso quirúrgico.

Extraído de: El auxiliar en la consulta de oftalmología. Clinio Díaz Delgado. Ateuves 31, pp. 30-37.
 

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