El papel del ATV en la comunicación con los propietarios de mascotas con cáncer

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Uno de los grandes retos en oncología es emitir la información adecuada sobre una enfermedad potencialmente maligna a la vez que transmitir empatía y respetar la situación de cada familia y, en este proceso, el ATV tiene un papel esencial.

En veterinaria, en muchas ocasiones no es posible emitir un pronóstico ni una respuesta al tratamiento exacta, lo que hace que el proceso sea especialmente duro a nivel emocional para los propietarios de las mascotas. Para ello, es esencial emplear un lenguaje adecuado, tanto verbal como corporal.

La psicooncología es una rama de la psicología que se ocupa de las relaciones entre el comportamiento, la salud y la enfermedad, la prevención y el tratamiento, junto con el fomento de hábitos sanos y la comunicación entre diferentes disciplinas.

La comunicación en oncología

En medicina humana, se define comunicación en oncología como el diálogo efectivo entre el paciente y el equipo, donde la información se transmite satisfactoriamente y ambas partes pueden emitir sus opiniones, preguntas y preocupaciones. Esto es extrapolable a la medicina veterinaria, en la que el paciente es, en cierta medida, la familia, pues es con quién se llevará a cabo la transmisión de la información (en ambos sentidos). Para que esta comunicación sea efectiva, todo el equipo debe tener la formación y sensibilidad adecuada, donde el ATV forma un pilar imprescindible debido a que es la persona del equipo que pasará más tiempo con el propietario durante la realización de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos. La comunicación efectiva entre familia y profesionales mejorará la experiencia percibida durante el tratamiento de la mascota y, por ende, la confianza mutua, lo que facilitará la toma de decisiones durante el proceso.

Desgraciadamente, la formación de los veterinarios no está centrada en el liderazgo, la empatía y la comunicación, centrándose únicamente en la formación técnica. De hecho, según un estudio, hasta el 65 % de las reclamaciones por mala praxis reflejan una comunicación inadecuada. Si esto se extrapola al caso que nos ocupa, la oncología, la comunicación desempeña un papel fundamental, pues, en muchas ocasiones, se dan malas noticias, lo que conlleva tristeza, dolor y sobreprotección de la mascota, por lo que, si la actitud de los profesionales no es la adecuada, se puede traducir en una toma de decisiones precipitada o en la búsqueda de la opinión de otros profesionales al no sentirse respaldados. Se deben conocer las preferencias de cada familia y ayudar en la toma de decisiones, siempre desde el respeto y la comprensión. El ATV, demostrando el cariño hacia los pacientes, escuchando a las familias y guiándolas hacia el veterinario para la toma de decisiones, desempeña un papel fundamental en este proceso. Se debe tener presente que estas necesidades pueden cambiar a lo largo de todo el proceso.

Así, la comunicación, y no solo la emisión de información, es una herramienta fundamental en el manejo del paciente oncológico y en la consecución del éxito que supone el trío paciente- familia- veterinario; tanto si se realiza un procedimiento oncológico en su totalidad como si se opta por cuidados paliativos mientras el paciente tenga calidad de vida.

Atención centrada en el paciente

Por lo tanto, tal y como se ha descrito hasta ahora, la familia y el equipo veterinario deben tener una comunicación adecuada en ambos sentidos por el bien de la mascota, de los propietarios y del propio equipo, de forma que la situación sea lo menos traumática para todos y se pueda seguir adelante en los cuidados del paciente sin que sea una situación que se recuerde como un trauma.

Para ello, debe atenderse al concepto desarrollado en medicina humana de atención centrada en el paciente, que incluye la comunicación centrada en el paciente (en el caso de la medicina veterinaria, la familia): 1) comprender la perspectiva del paciente (familia), 2) conocer y respetar el ambiente psicosocial, 3) alcanzar objetivos de forma conjunta y 4) tomar decisiones de forma conjunta.

En medicina humana, Baile et al. (2005) propusieron un protocolo conocido como SPIKES (six step protocol for delivering bad news), que está compuesto por seis etapas (en este artículo se han adaptado a la realidad veterinaria).

1. Prepararse para el comienzo de la consulta

  • a. La información médica debe ser transmitida personalmente y nunca por teléfono, salvo en situaciones excepcionales.
  • b. Transmitir la máxima sensación de privacidad posible: sentarse, cerrar la puerta, etc.
  • c. Asegurarse de que el propietario mantiene la atención y entiende lo que se le comunica, en caso contrario, es mejor esperar unos minutos o posponer uno o dos días la consulta (si la situación así lo permite).

2. Averiguar lo que la familia sabe

Esto permitirá conocer qué sabe la familia de la situación de su mascota, el lenguaje que se debe adoptar y, además, mitigar dudas, miedos o conceptos erróneos.

3. Averiguar lo que la familia quiere saber

Esto se consigue preguntando directamente a la familia qué información desea que se le transmita. La familia cuenta con numerosas fuentes de información que deben conocerse y contrastarse para no perder la confianza mutua.

4. Compartir la información

  • a. En el momento de la emisión del diagnóstico y posibilidades terapéuticas, se deben observar las reacciones de la familia y escucharla para poder solventar dudas y acompañarla emocionalmente.
  • b. Transmitir pequeñas cantidades de información con el fin de que la familia pueda asimilar la situación, vigilando que el vocabulario empleado sea adecuado y comprensible.
  • c. Repetir los puntos importantes pues, debido al estado de ansiedad y la tristeza, probablemente la familia no pueda recordar con claridad la conversación.

5. Responder a los sentimientos de la familia

Para ello es necesaria la escucha activa y la respuesta empática.

6. Planificar el futuro y ofrecer un seguimiento

  • a. Demostrar que se han comprendido sus preocupaciones.
  • b. Describir el plan terapéutico en detalle.
  • c. Identificar y reforzar los recursos psicológicos y las fuentes de apoyo disponibles para la familia. Este es un tema delicado en medicina veterinaria pues socialmente aún queda mucho por avanzar en relación con el sentimiento de pérdida de una mascota, pero no por ello debe dejar de ofrecerse.
  • d. Ayudar a prepararse para el momento de la eutanasia.
  • e. Permitir que la familia formule sus preguntas; las respuestas del ATV deben estar siempre consensuadas con las del veterinario, dirigiéndole al mismo si son preguntas técnicas o con consecuencias importantes en el curso de la enfermedad.

En el plano emocional es especialmente importante la figura del ATV pues, normalmente, los propietarios se sienten más relajados y pasan más tiempo con ellos. En estas circunstancias es imprescindible: a) facilitar la expresión afectiva, escuchando sus preocupaciones y demostrando afecto; b) permitir el contacto físico y visual; c) hablarles, tanto a la mascota como a la familia, por su nombre propio; d) ofrecer esperanzas realistas; e) transmitir disponibilidad (dentro de unos límites); f) transmitir experiencia clínica explicándole el procedimiento que se está llevando a cabo; g) atender a las señales que emite el paciente y responder a ellas; h) empatizar con el paciente y la familia; i) escuchar activamente, aclarar y explicar para aliviar eficazmente (en la medida de la responsabilidad del ATV); y (j) reforzar sus comportamientos eficaces (tabla 2).

Tipos de propietarios en función de su reacción

En medicina humana se ha categorizado al paciente oncológico en distintos grupos en función de su reacción a la realidad, dicha clasificación podría extrapolarse al propietario de la mascota con cáncer en:

  • 1. Negador: la negación es un mecanismo de defensa inconsciente para protegerse psicológicamente de una situación que supone una amenaza, dolor o ansiedad.
  • 2. Hostil: su respuesta frente a la enfermedad es defensiva y, en ocasiones, agresiva.
  • 3. Retraído y aislado: no comparte sus preocupaciones con el personal de la clínica, dando la sensación de desinterés.
  • 4. El que hace preguntas difíciles realiza preguntas de forma indirecta llegando a provocar situaciones tensas: los familiares de tipo hostil y retraído suelen provocar frustración en el personal veterinario.

Por lo tanto, la relación con pacientes oncológicos supone una experiencia intensa en la que se comparten muchas cosas con el propietario que, en ocasiones, superan lo meramente profesional. Por ello, tanto veterinario, como ATV, como todo el personal que tenga trato con el paciente oncológico, debe saber hasta dónde debe llegar la relación con la familia para que la pérdida de la mascota o cualquier contratiempo no desemboque en un fenómeno de depresión o fatiga por compasión.

El ATV forma un pilar imprescindible en la comunicación efectiva con los propietarios.

Bibliografía

  • Burnout y fatiga por compasión. https://www.avepa.org/vetbonds_vet/burnout.php
  • Eutanasia y duelo. https://www.avepa.org/vetbonds_vet/eutanasia.php
  • Juan Ignacio Arraras et al. La comunicación entre el paciente oncológico y los profesionales. El Cuestionario de Comunicación de la EORTC1. Psicooncología. ISSN: 1696-7240 http://dx.doi.org/10.5209/PSIC.55815
  • María Die Trill. La Comunicación con el Paciente Oncológico: Transmisión de Información Médica y Atención a las Situaciones “Difíciles”. Capítulo 4. Guía de Práctica Clínica en Cuidados Continuos.
  • Mercedes García et al. Importancia de la comunicación en la consulta veterinaria de pequeños animales: experiencia docente.  Estudios sobre el Mensaje Periodístico 21. Vol. 19 Núm. especial marzo (2013) 213221. ISSN: 11341629. http://dx.doi.org/10.5209/rev_ESMP.2013.v19.42027

Extraído de Noemí del Castillo Magán, El papel del ATV en la comunicación con los propietarios de mascotas con cáncer, Ateuves 100, págs. 6-9.

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