No dejes para mañana…

0

Retrasar las tareas importantes que menos nos agradan para “luego” puede traer consecuencias negativas a nuestro trabajo y a nuestra vida. Veamos cómo podemos evitar o combatir este peligroso ladrón del tiempo.

Hay quienes hacen de la procrastinación –posponer nuestras tareas– un hábito en su día a día, ya sea en el ámbito profesional o en el personal. No podemos negar que todos lo hemos hecho alguna vez, sin embargo, es evidente que procrastinar puede llevarnos directamente al fracaso. Podríamos decir que es un ladrón del tiempo, porque a la larga tendremos que realizar igualmente el trabajo.

Este verbo que parece un trabalenguas no significa otra cosa que postergar o retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Pongamos un ejemplo: debemos hacer una llamada a un cliente moroso que todavía no ha pagado la última factura. Se trata de un asunto molesto, poco agradable, pero que debemos hacer. Sin embargo, habrá quien se diga a sí mismo “ya lo haré, primero voy a ordenar el cajón del instrumental”. Otro ejemplo a nivel personal podría ser postergar la revisión ginecológica anual o la visita al dentista. Hacer un hábito de la actitud de retrasar las tareas menos atractivas no solo no conlleva beneficios, sino que puede llegar a complicar las cosas. Hacerlo de manera puntual no es malo, pero convertirlo en una costumbre es peligroso.

Se estima que la procrastinación como problema crónico afecta al 20 – 25 % de la población general (Ferrari y Díaz-Morales, 2007).

10 Consejos para dejar de procrastinar
1. Al comenzar el día anotar las tareas que tienes que hacer y determinar cuáles son urgentes e importantes; cuáles son urgentes, pero no importantes; cuáles son importantes, pero no urgentes; y cuáles no son ni urgentes ni importantes. De esta manera podrás centrarte en lo importante y urgente y dejar de lado lo que no lo es. Si es preciso podemos dividirlas en subtareas más sencillas y concretas.
2. Poner una fecha o una hora límite para cada una de ellas.
3. Despejar la zona de trabajo; dedicar unos minutos a organizar y eliminar lo que está estorbando no es una pérdida de tiempo, la limpieza da tranquilidad.
4. Hacer cada tarea de una en una. Así nos aseguraremos de terminarlas todas.
5. Premiarnos una vez que tengamos hecha la tarea más tediosa.
6. No postergar aquello que tan solo cuesta cinco minutos o menos terminar.
7. Exigirse solo aquello que se pueda cumplir realmente. Cada uno conoce mejor que nadie sus propias fortalezas y debilidades.
8. Utilizar nuestro tiempo de forma eficiente y ser consciente de nuestro estado; si estamos cansados o molestos, es muy probable que terminemos procrastinando. Tal vez valdría más hacer un descanso y recuperar la calma para retomar nuestras tareas.
9. Revisar al terminar el día el uso que hemos hecho de nuestro tiempo, para ver si hemos conseguido cumplir los objetivos marcados o no y comprobar en qué parte hemos fallado para corregirlo.
10. No rendirse nunca ante lo que nos hayamos propuesto con determinación.

Razones por las que posponemos

Hay quienes dicen que este hábito de retrasar determinadas acciones se ha convertido en un problema moderno por las siguientes razones:

  • Queremos tener una recompensa instantánea, preferimos hacer algo agradable primero.
  • Sobreestimamos nuestra productividad futura, pensamos que lo haremos mejor más tarde.
  • Nos produce miedo (al fracaso y a no recibir una recompensa tras el esfuerzo).
  • Tenemos poca autodisciplina y bastante impulsividad.

Pero atención, otras razones para dejarlo “para más tarde” son:

  • Acumulación de trabajo
  • Mala planificación de las tareas
  • Sobrecarga de tareas
  • Mala gestión del tiempo
  • Estrés y cansancio
  • Mal ambiente laboral
  • Baja productividad
  • Excesivo perfeccionismo
  • Obstáculos emocionales y cuestiones personales para determinadas tareas

Es importante superarlo

La procrastinación se suele asociar a la ansiedad que genera una tarea pendiente ante la que uno no encuentra la fuerza de voluntad necesaria para concluirla. Dicha tarea se percibe como abrumadora, inquietante, difícil o aburrida, y provoca estrés. Por ejemplo, si a uno no le resulta fácil hablar por teléfono con los clientes porque no tiene facilidad de palabra lo pospondrá; o bien si tiene una baja autoestima y no se siente capacitado de actuar de forma autónoma, lo pasará mal cuando el veterinario le encargue determinadas tareas de laboratorio. De este modo es frecuente que se autojustifique al posponer esas tareas continuamente.

Si en nuestra forma de ser aparece cierta tendencia a la procrastinación, podemos realizar una serie de acciones para luchar contra ella. Lo primero de todo es identificar los momentos en los que actuamos así y reflexionar sobre las razones que nos llevan a hacerlo. Así seremos conscientes y podremos actuar en consecuencia.

La solución al “ya lo haré luego” es construir un contrafuerte que controle las distracciones, excusas e improductividad. Hay que romper el círculo vicioso que produce ansiedad y culpa y que a su vez genera más estrés.

Pero atención, en determinadas situaciones también podría ser sinónimo de que nos vemos sometidos a un ritmo excesivamente exigente. Debemos parar y reflexionar para encontrar las causas que nos llevan a postergar determinados actos, y ser sinceros con nosotros mismos.

Posibles consecuencias de procrastinar
Es importante tener presentes las veces que se han dejado de hacer determinadas tareas y las consecuencias que ha tenido para uno mismo o para el equipo del centro, e incluso para los pacientes o clientes. No todo vale.
• Ganar una mala reputación con los compañeros de trabajo, amigos y familia, puesto que dejamos de hacer cosas que pueden afectar negativamente al resto del equipo o a determiandas personas.
• La pérdida de la propia ambición por tener éxito, ya que acabamos sin esperar más porque nos sentimos incapaces.
• Disminuye nuestra productividad laboral.
• No alcanzar las metas o resultados deseados; esto fácilmente genera una gran insatisfacción personal, pero además puede afectar a la permanencia o ascenso laboral.
• Problemas de autoestima y estrés, que a su vez pueden afectar a nuestra salud física y mental.

Extraído de Natalia Sagarra, No lo dejes para mañana, Ateuves 81, págs. 10-12.

Leave A Reply

Pregunta anti-spam Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies